SANTA OPORTUNA

¡Si es muy dulce la vida, es más dulce la muerte a quien es de María!

I

De la villa de Sens

la fama hasta hoy perdura

y más que por sus trigos

es por Santa Oportuna,

su más preciado ornato,

su más preciada ayuda.

Aunque es de sangre real

nunca habló de su alcurnia;

jamás se la vió hacer

ostentación ninguna,

pues en la comunión

por sus venas circula

la sangre de Jesús,

que es más excelsa púrpura.

Lejos de sus parientes

vive una vida obscura,

de San Benito el Grande

honrando la cogulla,

en viejo monasterio

de severa clausura.

II

Una feliz mañana

recibe una visita

de unas santas del cielo

que al lecho descendían:

las que ella reconoce

son Lucía y Cecilia.

—Mis hermanas, les dice,

seáis muy bien venidas;

mas ya que de los cielos

debéis traer noticias,

decidme qué me ordena

nuestra Reina María.

—Venimos a decirte

que al cielo te convida.

—Si me espera en el cielo

yo aquí sufro agonía,

como el ave en prisiones,

por volar a mi dicha.

III

Mientras el confesor

sus pecados perdona,

a los pies de su lecho

rabia el diablo y sopla.

—¿Qué haces aquí, perrillo?

márchate en muy mala hora:

márchate a los infiernos

mientras voy yo a la gloria,

a ceñirme en la frente

tu perdida corona.

IV

Cuando va ya a morir

con grito de alegría

hacia la humilde puerta

vuelve ansiosa la vista.

—¡Oh! contemplad allí

a la Virgen bendita

que viene por llevarme

en grata compañía.

¡Mis hermanas, adiós!

¡Si es muy dulce la vida

es más dulce la muerte

a quien es de María!

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