social club

un “trago straight,” cuba libre de don q

y el speech que dice John F. Kennedy balanceado

con el alcalde de ponce, un indio

fumando la pipa, cara pintada colorá,

cuatro cigarros, pote de miel,

museo de reliquias, silla antropológica,

valores folklóricos, barrio urbano,

club fraternal, a nivel de esquina,

en oro plástico, allá aniba velando

san lázaro, su piel chillando

sangre sobre muletas, vellones y chavitos,

por la gracia de yemayá,

se estudian las costumbres,

que son la base del pueblo,

filosofía diaria, narración documentada.

la india en la vitrina, protege la puerta,

velas en escapularios de cocos,

congo haitiano, escultura de madera,

alcanzando a dos mujeres rubias,

con senos apropiados,

pero la negra africana,

guillada en incandescente,

es el afro-centro de la pared boricua,

sentada encima del tite, orgullosa

de su semi-desnuda realidad.

por la entrada del “capicu,” “chucha,”

“dóblese hombre,” “no me cierre la puerta,”

juego del dominó, al lado del billar,

Martin Luther King Jr. y Roberto Clemente,

observando los mitos, historias locales,

detalles de periódicos, en esta comunidad,

botellas de miller high life,

aguantan antenas, la vellonera es out of order.

hoy se usa “el music box,”

se venden cervecitas por camoflaje,

en tres esquinas, el sóngoro consongo de mamey,

hector lavoe gratis, para el deleite

de los pedro navajas, que venden escobas,

hechas de varas para pescar en los alcantarrillados.

en la entrada del toilet

pusieron un tigre,

con la boca abierta,

y una pistola para advertirte,

que si entras a meterte estofá,

te va a comer un alacrán,

una persona inside solamente,

encima de canelones bilingües

encima, las películas de buck jones, humphrey

bogart, black cat, two-fisted jorge

negrete, revoluces de boca, a cada instante,

sólo quedan maones irregulares,

extra large, los viejos comentan,

que sus “barrigas de budweiser,”

no han llegado a ese extremo.

la bandera americana es solamente un souvenier,

trofeos con palabras mal deletreadas,

vírgenes suplicándole a los machos alzando pesas,

dientes de hierro protegen el retrato de

Rafael Cortijo, el más alto, una escultura de tiza,

en honor a nuestra música,

con la bandera de Puerto Rico,

en escudo de bomba.

el establecimineto rodeado

por cuatro cuadros,

hecho en gold píate,

por una muchacha que firma md,

la doctora de fresquerías,

que vende a quince pesos

escenas de tarzán

guindando de un árbol en la jungla,

desnudo con jane los dos swinging

en la misma soga pero jane cogió

el órgano de tarzán en vez de la soga,

tarzán con su cara dolorosa gritando,

“Jane, grab the goddamn vine, Jane!!”

en otro display las letras dicen,

EL GALLITO DE MANATI,

vemos un gallo grande,

de plumas negras,

con psychedelic paint,

y de momento debajo del gallo,

el órgano de macho más grande

y más pelao del pueblo,

ése es el gallo puertorro!

la muchacha que firma md

vende otro cuadro,

Ordenen sus Cerditos,

ahora in advance,

se ve un puerco

encima de una puerquita,

metiendo mano, también en

psychedelic holiday greetings,

dice el cuadro, “order your

christmas ham,” the lechoncitos

“are being made to order,”

la puerquita contentita

sudando en “ecstasy!!”

Ismael Rivera hace los hombres soñar

las panderetas, número siete de

la suerte hoy, ocho por uno

tirando los topos, cincuenta cohetes

tragaos por la casa, paraíso de borinquen,

debajo de otra bandera de puerto rico,

y un retrato de don pedro albizu campos,

joven y nacionalista saliendo de la corte,

“defendiendo los derechos de mi patria,”

otra fría, pai, con rumba de Tito Rodríguez,

al compás de una plena, el entra-sale

vendedores de sopa en lata,

cincuenta chavos pa la curita,

un moreno vende wholesale

marketa de lipsticks por diez dólares.

dos mujeres, trabajadoras de factoría,

entran cuidadosamente a tomarse unas cervecitas,

mientras dos machitos de la vieja guardia

empiezan la controversia de panzas,

“tú eres una nenita al lado de mi falda,”

“cállate zafao,”

“tú hablas como el sapo,”

“vete a trabajar pa que me mantengas,”

“tú eres tan flaco que no le haces cosquilla

a un mapo,”

“anda como un gallo desenfrenao,”

a ver si las trabajadoras le ríen las gracias,

para empezar un rapeo.

observamos el tercer retrato de John F. Kennedy,

con su hermano Robert F. Kennedy,

artículo de periódico

con el retrato de Marilyn Monroe,

acusando que Robert sirvió de mensajero

al presidente para tirarle piropos

a Marilyn, mientras Jacqueline estaba

encinta de Caroline. El Papa Juan

veinte y tres bendice todo esto con

la señal de la cruz.

la doctora de fresquerías,

la md, que hace los cuadros,

la arrestaron por ser terrorista,

nadie lo cree, cómo es posible,

finalmente se llega a la conclusión que,

como ella era “de la underground,”

tenía que hacer “un trabajo,”

“totalmente absurdo,”

para que “no la descubrieran,”

era como los nacionalistas

que vinieron a nueva york

fugándose en los cincuentas,

y se volvieron ministros pentacostales.

los hombres se acercan cuidadosamente

estudiando el último cuadro de la md,

al road runner lo están ahorcando

por el coyote, que siempre lo persigue,

con la manguera pelá del órgano,

penetrándose en la letra psychedelic del coyote,

“now ‘Beep Beep,’ you sanafabeech,”

los hombres diciendo que los cuadros

“son collector’s items,”

el dueño comentando que quizás

“había un tema revolucionario

adentro de toda esa fresquería,”

en el social club,

museo de reliquias,

silla antropológica,

valores folklóricos

de un barrio urbano,

club fraternal,

a nivel de esquina,

filosofía diaria,

narración documentada.