Voyeur

Literatura erótica

 

Mi nombre es Nadine. Tengo diecinueve años y trabajo en el turno nocturno de un hotel. Este es mi paraíso porque es tranquilo y lujoso. Me gusta observar a las personas que vienen. La mayoría usan ropa costosa y van muy bien arregladas. O van para algún lado o están volviendo de reuniones, negocios o vacaciones. Siempre hay flores frescas y toallas limpias.  Los espejos siempre están lustrosos y brillantes. Soy la recepcionista, pero también hago servicio a la habitación.

Cuando la jornada está tranquila, me siento aquí a escribir mis fantasías. Tengo que pasar el tiempo de alguna manera y siempre soñé con ser escritora. Mi mayor sueño es tener una secretaria privada como la que tenía Barbara Cartland. Rentaría mi propia habitación aquí en el hotel y deambularía en pijamas bebiendo champagne mientras le dicto a mi secretaria lo que debe escribir.

Ya entré en contacto con un editor. Se parece a Mel Gibson, sólo que más joven y con ojos marrones. Le gustan mis fantasías eróticas y me excita que quiera leerlas, aun cuando faltan muchas páginas para que pueda ser un libro.

Mi artista favorita es Sophie Calle. Ella también solía trabajar en un hotel; era del servicio de limpieza y, como parte de su proyecto, tomaba fotos de las pertenencias de los huéspedes. Mi proyecto son mis historias.

El hotel es viejo con muebles Chesterfield de cuero y lámparas verdes. El bar del sótano tiene iluminación tenue y parece sacado de una vieja película inglesa. Cuando deambulo con el plumero limpiando las lámparas, imagino que este es mi hogar, mi castillo, y que el editor es mi amo y me ordena lo que debo escribir.

Este hotel tiene algo especial que, hasta donde yo sé, ningún otro hotel lo tiene y que es exclusivo para sus más poderosos clientes. Se llama SALA DE JUEGOS. Es un lugar donde puedes pagar por ser el voyeur de una pareja teniendo sexo. Los huéspedes del hotel también pueden tener sexo entre ellos en esa sala. El rasgo singular y excitante es que hay un par de ojos al otro lado de la pared observando a través de una ventanilla que se cierra en cuanto el sexo acaba. Por eso el hotel se llama El Voyeur. Sin tener que pasar la noche en él, puedes presenciar tus más salvajes fantasías en acción.

La tarjeta de presentación contiene estas palabras:

«Has escuchado sobre nosotros. Nos estás buscando. En El Voyeur puedes vivir lo que quieras, cuando quieras. Tus más profundas fantasías se hacen realidad justo en frente de tus ojos. ¿Quieres probar? Llámanos al 666-999-000».

Yo aún no soy del staff de las voyeur , pero no es porque no quiera. Igual me las he ingeniado para obtener fuentes de inspiración, pero lo he hecho a través de conductas muy sórdidas.

Como es un hotel viejo, las puertas y cerraduras también lo son, con llaves antiguas y pesadas. Cuando las llaves no están en la puerta, puedes echar un vistazo a través del ojo de la cerradura y ver a las parejas cuando tienen sexo. Los ojos de las cerraduras permiten una gran visión de las camas.

Es desde allí que mis experiencias —que no son técnicamente mis experiencias, sino sólo lo que veo— se han convertido en una inspiración para mis escritos. Los sonidos también son perceptibles y puedes oír lo que está pasando cuando alguien está teniendo sexo apasionado. Es muy excitante.

Una vez fui un poco más allá y me escondí en el armario mientras la pareja tenía sexo. Tuve que cubrirme la boca con mi mano mientras participaba en su actividad sin que lo supieran. Afortunadamente, después del sexo fueron al baño y me pude escapar. Mi corazón aún latía una hora después por la excitación y el temor de que me hubiesen descubierto.

Firmé un contrato de confidencialidad ya que muchas personas importantes y prominentes nos visitan. Muchos tienen posiciones de mucho poder y sería un completo escándalo si alguien se enterara de que participan en estos juegos.

A veces, vienen prostitutas directo de la calle, pero normalmente, son acompañantes de lujo, tanto masculinos como femeninos. Muchos de los clientes son miembros de clubes swinger . El hotel lleva un control detallado de los invitados y sigue un protocolo para controlar quién durmió en cuál habitación y en qué noche. Las llamadas «Páginas rojas» contienen información sobre preferencias sexuales. Incluso, hay un «directorio» que incluye la información de contacto de los «participantes».

Los empleados del hotel se contratan por su edad, su apariencia y sus propias preferencias. Yo aún soy una novata, pero «Mama» es mi tutora. Es la esposa del gerente del hotel, y una ex diseñadora y artista del maquillaje. Entrena a los nuevos empleados para que aprendan a hacer su trabajo.

En lo que a mí concierne, no voy a seguir una carrera como acompañante, sino como escritora. Sólo trabajo aquí para juntar inspiración para escribir. Fue el editor quien me consiguió el trabajo. Tan sólo le había enviado un cuento corto y él me consiguió una entrevista.

Mis aburridos padres suburbanos se morirían de vergüenza si supieran lo que estoy haciendo. Piensan que mi trabajo es hacer camas y entregar las llaves a los huéspedes.

Durante el día, estudio para ser enfermera; por eso uso mi libro de Anatomía como una coartada para lo que estoy haciendo en realidad. Estudio los genitales masculinos y femeninos. Tengo el libro abierto arriba de mis escritos, tapándolos.

Ni siquiera el gerente sabe que estoy escribiendo sobre lo que pasa en el hotel. Lo que pasa aquí técnicamente no es ilegal. Nadie es menor de edad y no hay extranjeros sin permiso de trabajo. Todos los que están en el Directorio vienen a buscar placer. De otra manera, no sería divertido mirar y menos divertido escribir sobre ello.

Tengo puesto unos jeans y mi cabello está suelto. Mi chaqueta está abierta. La blusa roja de manga corta deja ver un poco de mi estómago y mi piercing. También estoy usando mis Converse rojos. La habitación parece el escenario de un pequeño teatro. El piso está vacío y hay sólo una banca en el medio del cuarto. Hay una gran maceta con una planta cerca de una de las paredes. La iluminación es tenue, excepto por el foco que ilumina la banca.

Me froto los muslos y espero, nerviosa. Me siento algo impaciente. Tomo mi teléfono del bolsillo y miro las fotos donde mi novio, Baby, y yo, estamos besándonos.

Una de las paredes tiene una hermosa superficie esculpida en tonos tierra con un diseño ondulado. De pronto, oigo el sonido de una ventanilla abriéndose. Miro hacia el agujero rectangular de la pared; es como una pantalla o ventana hacia la otra habitación. Es como la de una taquilla.

Guardo mi teléfono y camino hacia la ventana. Una hermosa mano femenina me entrega una tarjeta plástica de acceso con las letras rojas: VOYEUR . La letra O está perforada y forma un agujero. La pongo delante de mi ojo como si fuera un monóculo. Ahora tengo acceso a una nueva ventana. Utilizo la tarjeta para abrirla.

Una hermosa rubia con un corte a lo garcon me mira directo a los ojos. Hay una cama de tablas en la habitación detrás de ella. Hay flores esparcidas por el piso y colgando del techo. Es muy hermoso y colorido. Las flores generan un maravilloso contraste con la decoración estilo minimalista; la cama es el único mueble. Retrata una reminiscencia de un bosque o un hermoso jardín con hojas verdes y flores rojas.

La mujer yace sobre la cama. Su cuerpo es delgado y su piel es clara y delicada. Un deslumbrante hombre desnudo aparece y se agacha sobre ella. Besa la esencia entre sus muslos mientras los brazos de ella se estiran y su cabeza se balancea al borde de la cama. Puedo oír sus sonidos de placer cuando él introduce sus dedos en ella. Cambian a la posición 69 con él abajo y ella arriba. Veo su lengua entrando y saliendo de su vagina. Ella lo tiene en su boca. Es grande y duro. Sus nalgas son hermosas y está meticulosamente depilada. Ella aprieta sus bolas y agarra su pene con la otra mano. Lo satisface con fuerza y rítmicamente.

Soy parte de esto y no lo soy. La pared nos separa. Pero siento que soy ella. Simulo que soy ella.

Tiene un tatuaje negro en su muslo. Reconozco la forma de una iconografía budista. La miro hipnotizada. Es un mandala para meditación.

Mis ojos alternan entre sus bocas mientras se saborean. El cabello de él es oscuro y el de ella claro. Una pareja hermosa en medio de este oasis citadino, cuya existencia ignoraba antes de que mi editor me depositara en la puerta de acceso con mi tarjeta con la palabra VOYEUR impresa.

Me mojo de excitación y tengo ganas de trepar a través de la pequeña abertura para pasar al otro lado. Me toco por encima de la ropa. Mis pezones están duros, desean ser tocados, besados, chupados y pellizcados. Los ruidos de la otra pieza atormentan mis oídos de la manera más excitante posible. Presiono mi pelvis contra la pared y la froto contra ella.

De pronto, comienza a sonar música. Es un sonido rítmico de violines y profundas notas graves. La música me atraviesa la piel, mi carne y penetra directo hasta mis huesos. Todo es tan maravilloso y seductor. Siento lágrimas correr por mis mejillas. Me están tocando y seduciendo a través de mis ojos. El aquí y el allá se están mezclando en mi visión.

Una vez tuve una sesión de acupuntura. De acuerdo con la filosofía oriental, cada órgano está representado en la oreja. ¿Quizás pasa algo similar con los ojos? ¿Que nuestros cuerpos están representados en ellos? ¿De qué otra forma se puede explicar que esta imagen se vincule a mi cerebro y me provoque la sensación de que soy yo quien está recostada ahí, desnuda, caliente? Necesito cerrar los ojos por un minuto. Estoy demasiado excitada. Su enorme miembro es tan grueso y duro. Quiero tenerlo dentro de mí.

Él frota su pene con rapidez mientras ella se sienta como una estatua a mirarlo. La luz que ilumina su cuerpo hace que se vea como una obra de arte esculpida en mármol, un objeto al que se debiera adorar y al que nos deberíamos someter por completo. Me imagino que soy él, que la estoy tocando.

Ella lo toma en su boca. Es tan grande y largo que no puede abarcarlo. Sus labios están húmedos e imagino los olores, que es lo único que no puedo sentir desde acá, desde el otro lado de la pared.

Se coloca un condón. La penetra con su enorme y rígido miembro.

Mi cabeza está cerca de la superficie del pequeño cuadrado que me permite observarlos. Me escucho gemir y jadear. Giran sus rostros hacia mí y sonríen. Sus expresiones me invitan a participar en su paraíso. Me bajo el cierre del jean e introduzco un par de dedos bajo mi ropa interior, contra mi vagina. Es una visión hermosa y apasionada. Se besan con mucho deseo, amor y sensualidad.

Ella se da vuelta y se pone en cuatro patas. Él se toca a sí mismo para no perder la erección mientras ella cambia de posición. Gatea hasta el borde de la cama y levanta su trasero hacia él que la penetra nuevamente.

La música cambia y sus gemidos parecen los de una soprano. Los gemidos de él son el bajo. Es absolutamente divino.

Imagino que ella y yo nos besamos mientras que mis manos agarran su rubio cabello. Imagino mi lengua sondeando sus labios vaginales para encontrar su diamante y hacerlo palpitar, refulgir.

La penetra duro y rápido. Sus pechos se hamacan hacia adelante y hacia atrás. Quiero apretarlos y estirarlos. Una vez más imagino sus labios, que los chupo. Nuestras lenguas se encuentran en un beso y responden a nuestros deseos.

Ella está montada sobre él cuando se viene. Sus voces fluyen juntas en placer orgásmico. Luego oigo el sonido de un aplauso y la ventanilla que se cierra frente a mis ojos. La habitación desaparece, al igual que sus cuerpos desnudos y excitados.

Estoy sola conmigo misma de nuevo. Me alejo de la ventana, a la vez excitada e insatisfecha. Me pongo la chaqueta.

Baby es mi James Bond personal. Es lo máximo como novio y amante. Mi primera vez fue ya un tanto mayor; tenía diecisiete y fue con él, así que sólo me he acostado con un hombre. Él estudia actuación y puede representar varios roles. A veces actúo con él cuando tiene que aprenderse sus líneas. Un productor de cine ha predicho que tendrá una magnífica carrera. Ya participó en una película en la que fue nominado como mejor actor secundario. Aunque no estoy del todo lista, fantaseo con lo lindo que serán nuestros hijos. Es un par de años mayor que yo y me siento tan inmensamente afortunada. Sería el sueño de cualquier chica. Solía salir con mi mejor amiga, que ya no es mi mejor amiga por causa de él. A veces debes elegir el amor e ir hacia donde el deseo te lleva. No sentía que tuviera otra opción. Estaba locamente enamorada y aún lo estoy. Ahora lo llamo Baby. Es por un papel en el que ese era su nombre.

Baby piensa que es muy excitante que el hotel tenga una sala de juegos; muere por conocerla. El gerente del hotel está abierto a la idea, aunque Baby sólo aceptaría si le aseguran que no va a ser filmado. Una cinta sexual podría dañar su carrera si apareciera en los medios. Eso pasa mucho en estos días.

Baby y yo hemos visto Cincuenta sombras de Grey muchas veces. Tengo cabello oscuro, tal como la protagonista. Me calienta cuando él toma el control y me dice qué hacer. Sin embargo, no soy afín al sexo duro. Sólo a la parte más suave con algo de dolor, un poco de molestia, siempre que no se vuelva todo muy loco. Soy una mujer a la que le gustan las caricias y los besos, no cosas extrañas y extremas.

Si no tuviera a Baby, estoy segura de que ya estaría teniendo un romance con el editor. Ha intentado invitarme a salir un par de veces, pero siempre mantuve la negativa. Para mí, Baby es mi sueño hecho realidad y no quiero arriesgar lo que tengo. Sin embargo, el editor sin dudas es atractivo. Es maduro y experimentado, su voz es profunda, su cabello es gris oscuro y tiene grandes cejas abundantes. Sus profundos ojos color marrón oscuro me desnudan mientras habla sobre palabras y letras. Eso me excita mucho, de una manera totalmente diferente a como Baby lo hace. Es como si las palabras y la carne fueran una cuando el editor está cerca.

A veces me pide que le lea lo que he escrito. Puedo ver el anhelo y el tormento en su expresión; cuánto ansía que las palabras se conviertan en carne. Permanezco sentada con mis oraciones simples y cortas, mientras que los estantes a su espalda están repletos desde el piso al techo con libros que ha editado. Definitivamente, tiene un efecto en mí y me siento orgullosa. Orgullosa de que las palabras tengan poder, mis palabras, de la misma forma que lo tienen la carne, los cuerpos y las caricias. Él suspira mi nombre.

— Nadine, eres tan buena.

Aunque de igual manera podría estar alabando a un perro, yo me siento feliz y caliente en mi interior. Él enfatiza la palabra «buena».

Estoy leyendo sobre el ojo. Es el tamaño de la pupila lo que determina cuánta luz entra. En la oscuridad, la pupila se expande y se contrae con la luz. La imagen que vemos de un objeto siempre es espejada. El cerebro la da vuelta para que la veamos correctamente. Nuestro campo de visión se vuelve limitado cuando miramos hacia abajo, comparado a cuando miramos hacia arriba o hacia el frente.

Los bastoncillos de los ojos son en extremo sensibles a la luz y son estimulados en la luz baja; entonces, crean una imagen difusa en tonos grises. Es por eso que el antiguo dicho danés está en lo cierto: en la oscuridad, todos los gatos son pardos. Tengo que releer el capítulo algunas veces más para aprenderlo bien. También compré un ojo anatómico que puede desarmarse para ver su estructura en tres dimensiones. Tomé nota detallada de cada nuevo término que necesito memorizar para mi examen de Anatomía: nasal concha, nervus opticus, saccus lacrimalis, bulbus oculi . Adoro esas palabras en latín, aunque sean demasiadas para recordarlas. Estoy a mitad de una nueva historia y uso la escritura como premio cuando termino de leer algunas páginas.

El gerente entra, totalmente empapado en sudor. Es obvio lo que estuvo haciendo: o bien se estuvo cogiendo a Mama, o subiendo la escalera.

Es tan gordo que su estómago apenas cabe en su camisa. Su cabello negro es grasoso y brillante. Estoy segura de que fue buen mozo hace unos cincuenta o sesenta quilos. Mama es bastante grande también. Es un poco extraño que sean tan grandes. Pero les gusta la comida grasosa. Mama también cocina y prepara, para los huéspedes, especialidades danesas de las que tapan arterias. Estoy segura de que fue hermosa en algún momento también.

— ¿Puedes reservar una masajista? Teníamos una, pero acaba de cancelar. Es para uno de nuestros clientes regulares.

Asiento e intento en un par de números, pero no hay chicas disponibles. El gerente se seca el sudor de su frente con un pañuelo.

— ¿Quizás podrías hacerlo tú?

— ¿Yo? ¿Hacer un masaje? Mmm...

— Nada pervertido, sólo tus manos en su espalda. Tiene una contractura y debe asistir a una reunión en el gabinete... ¿Por favor?

Sonrío y asiento.

— Lo haré.

— Gracias —me dice mientras se sienta en el escritorio para suplirme. Ve a ver a Mama y ella te dará los implementos necesarios.

Las ventanas de la cocina están empañadas. Mama revuelve una olla con algo que luce como carne en su interior. Huele delicioso.

— Me envían por implementos para masaje.

Mama asiente y se limpia sus grandes manos en su delantal manchado de salsa.

— Ven —me dice, y la sigo a su pequeña pieza de suministros al lado de la cocina. Me entrega una canasta con aceite, varios implementos de masaje, una sábana y una toalla.

— Haz tu mejor esfuerzo. No pasará nada malo... sólo evita aplicar presión en la columna vertebral. Sé suave cerca del corazón.

Asiento y tomo la canasta.

— Y ponte esto.

Mama me entrega un apretado conjunto color negro. Cuando me lo pongo parece que lo hubieran untado sobre mi cuerpo. Está hecho de cuero sintético. Mama hace un gesto de aprobación y me cepilla el cabello antes de agarrarlo en una cola de caballo.

— Sólo un masaje, ¿verdad?

Asiente y sonríe.

— No te preocupes. SÓLO un masaje.

Sonrío aliviada.

Con la canasta en mi mano, encuentro la habitación. Golpeo la puerta y espero a que se abra. Es un hombre alto y atractivo de cabello oscuro con reflejos grises y un rostro hermosamente masculino. Respiro con dificultad cuando noto su pecho velludo debajo de su camisa parcialmente abrochada.

— Entonces, ¿eres la masajista?

Asiento y sonrío nerviosa.

— Eres muy joven, ¿no?

Digo que sí con la cabeza.

— Diecinueve, señor.

— Me gustan jóvenes.

— Estoy acá sólo por su masaje, señor —digo amable, pero con firmeza.

Respira profundo. Despide un fuerte aroma masculino. Se quita la camisa y los pantalones mientras que yo coloco una sábana sobre la cama. Se recuesta boca abajo. Está bronceado y sus hombros son anchos.

Coloco la canasta cerca de la cama y tomo la botella de aceite para masaje; lo caliento entre mis manos, frotándolas antes de esparcirlo despacio sobre su espalda. La piel desnuda es cálida y resbalosa. Los sonidos que emite revelan que lo disfruta. No hace ningún esfuerzo para esconderlo. Me avergüenza. Afortunadamente, no puede ver cómo me sonrojo. Me siento en el borde de la cama para poder alcanzar ambos lados de su espalda con mayor facilidad. Me doy cuenta de que tengo que quitarme los zapatos y sentarme a horcajadas sobre él para poder abarcarla.

— Siéntete libre de ser un poco menos suave —me dice con media cabeza hundida en la almohada.

— Sí, señor —le respondo y hago lo que me dice.

Presiono más fuerte como si estuviera amasando, con cada músculo y tendón.

— Oh, eso se siente fantástico.

Me siento orgullosa y feliz de ser elogiada. Estoy sobre su espalda baja. No lo hago a propósito, pero accidentalmente me estoy frotando contra él al masajearlo. Toda la situación me excita y puedo sentir que me mojo; ardo en deseo de que él gire, me enfrente y comience a desnudarme.

Mi mamá siempre dice que debes ser cuidadosa con lo que deseas porque los deseos pueden hacerse realidad. ¿Estoy engañando a Baby al fantasear con otro hombre? Decido que no, que no es engaño. Tan sólo es trabajo, y quizás la inspiración para mi nuevo relato.

El hombre se da la vuelta.

— También me duele un poco por aquí —me dice indicando un costado de su pecho.

Apenas puedo controlar la respiración ante la vista de su velludo y esculpido pecho. Vierto más aceite en mi mano y las froto para calentarlo. Me coloco a horcajadas en la parte baja de su cuerpo, pero sobre mis rodillas para que mi cuerpo no se apoye en él.

Empiezo por aplicar el aceite sobre su pecho y su tonificado estómago. Luego presiono con fuerza. Parece que le gusta.

— Pellízcame las tetillas un poco.

Tomo cada tetilla entre dos dedos y pellizco con suavidad.

— Oh, sí, eso se siente bien.

Aprieto un poco más fuerte.

— Prueba a chuparme uno.

Me detengo y lo miro. Si hago lo que me pide, me perderé por completo. Mis rodillas se están cansando y voy dejando que mi cuerpo se apoye en el suyo. Siento su erección a través del boxer . Lanza un suspiro de placer cuando me apoyo sobre él.

Lo que pasó después no estaba planeado, ni siquiera fue a propósito. Se lo permití. Me lo permití.

Acerco mi rostro hacia su pecho y atrapo su tetilla con mis húmedos labios. Jugueteo con mi lengua y lo chupo. Siento cómo se eleva su parte baja y palpita contra mí. No hay lugar a dudas: su masculinidad está dura como una roca.

— ¿Cuál es tu nombre?

Acaricia mi mejilla con su mano.

— Nadine —murmuro.

— Nadine —repite despacio—. Tan hermoso nombre.

Siento cómo su mano toma la liga que sostiene mi cola de caballo. La remueve. Mi oscuro cabello se libera y cae.

— Eres tan sexy y seductora. Pensé que sólo iba a recibir un masaje...

Iba a objetar, pero en cambio saboreo el dedo que me mete en la boca. Lo mueve hacia adentro y hacia afuera entre mis labios.

— Lámelo —me indica con una profunda voz de excitación y una expresión en sus ojos que hace imposible que me rehúse.

— Nadine —repite, mientras me desabrocha la ropa.

El cierre comienza en mi escote y baja hasta el centro de mi ingle. Brilla de excitación cuando ve mis pechos desnudos. Agarra uno con la mano y lo aprieta con suavidad, luego más fuerte. Estoy completamente excitada. Ya liberada de la tela, froto mis partes bajas contra él. Siento cómo un dedo me penetra. Sus manos son grandes y se introduce bien adentro. Me coge duro con su dedo. Mete otro dedo más.

— Quiero sentirte —me dice dándome una palmada en la nalga.

Me inclino y comienzo a besarlo. Sus labios son irresistibles, así como su cuerpo, su aroma y su voz. No pude evitarlo. Tan sólo ocurrió.

— Lo siento —me dice mientras mira la hora en su caro reloj—. Me dejé llevar. Eres tan hermosa.

Pero ahora estoy completamente excitada y lo deseo. No puedo ocultar mi sensación de desilusión al subir el cierre de mi atuendo y bajarme de él. Comienzo a juntar los implementos de masaje que había traído.

— ¿Pero quizás te gustó? ¿Quieres sentir mi pene?

De pronto me siento inhibida. Una cosa es escribir esa palabra o leer sobre los genitales masculinos en el libro de anatomía. Suena muy excitante, y también algo repulsivo, oírlo usar esa palabra, «pene».

— Odiaría decepcionarte. ¿Piensas que te gustaría?

No tengo idea de qué decir o qué hacer conmigo misma. Me encojo de hombros, pero sin comprometerme.

— Entonces, quiero oírte rogar para que te coja. Vamos, quiero escucharte.

Por un segundo visualizo a Baby y todo lo que tenemos. Sólo por un segundo. Este hombre no es sólo un chico, es un hombre maduro. Mira su reloj una vez más. Irradia poder y dinero.

¿Por favor, señor...?

— Llámame, Sr. Smith.

— Por favor, Sr. Smith, cójame.

— Eso es lo que quiero escuchar.

Se incorpora, brillante de pasión. Luego se levanta y camina hacia la puerta; la traba. Lo miro con un poco de timidez y, aun así, muy excitada al verlo acercarse hacia mí.

— Nadine, recuéstate —me dice con firmeza.

Baby nunca me hablaría así. Me gusta.

Encuentra dos tiras de cuerda en su equipaje y me ata las muñecas a la cama. Mi vagina tiembla de deseo. Mi mente está un poco ansiosa. Nunca he estado con otro hombre y menos atada a una cama de hotel. Me besa los pechos, uno después del otro, tan suave como si fuera una mariposa volando perezosa sobre el campo. Apenas puedo sentir algo, y aun así me excita a más no poder. Respiro profundo y gimo.

— Oh, Sr. Smith.

Justo cuando siento un pico de excitación, me besa apasionadamente. Es más profundo y caliente que nada que haya experimentado antes. Frota y besa mis pechos hasta que alcanzo el orgasmo.

Luego se pone un condón y me penetra. Lo siento deslizar su dedo dentro de mi ano.

— Tócate —me dice mientras desata una de mis manos.

Todo se siente pervertido y exótico mientras me empuja hacia el clímax. Él acaba inmediatamente después.

Me desata la otra mano, desciende y presiona su cuerpo contra mí. Me besa la mejilla. No sé por qué lloro. Tal vez sea porque nunca había sentido niveles de placer tan extremos.

Permanecemos recostados por un tiempo; luego él se levanta para tomar una ducha. Me visto, tomo la canasta y se la llevo a Mama. Me pregunta si salió todo bien y asiento mientras que ella coloca los suministros de vuelta en el estante.

Reviso las reservaciones. El Sr. Smith reservó sólo una noche. Me siento devastada ante la idea de que se vaya. El hecho de no volverlo a ver duele. En cambio, lo inmortalizo en papel como una fantasía que se hizo realidad.

Titularé la historia, Voyeur.