Diario del asesino

26 de mayo

Pusiste la piedra en mi mano y señalaste la vitrina. Y, ahora, que el cristal estalló en pedazos, no hay ninguna referencia, hacés como que aquí no ha pasado nada. Me decepcionás. Los conozco a todos, no personalmente, claro. Eran parte de la misma trenza, la que tejieron cuando se sentían dueños de todo. Ya pasó poco más de una semana, no tienen idea, el tema ya no interesa, y van a intentar tranquilizar a los imbéciles cargando el cuerpo de Mallo en el carro del padre o del novio. Pero hay algunos, los que sí conocen toda la verdad, que seguro ya están, por lo menos, incómodos. Porque la misma piedra no ha terminado de caer, seguirá dando vueltas en el aire y quizá, suponen, puede haber más daños. Quizá no teman a la justicia, pero el miedo que manejaron a su antojo, comienza —no saben por dónde y ese es el motivo del temblor— a asomar. Lo que no entiendo es qué temés vos, qué te queda por perder, de qué te cuidás, por qué cambiás de vuelta el rumbo y ahora volvés a disparar dardos con punta de goma y salís con toda esa mierda, nada más que para justificarte, un liberal de izquierda. Das pena. No hay mucho que entender. Está la sartén, los que empuñan el mango y luego el resto, los que comen las sobras y se quedan con el hambre y el deseo… En el medio, los que hacen los mandados, a veces invitados —otras obligados— al festín, pero en mesas alejadas, para que no molesten, como los parientes pobres. Claro, vos por fuera, en tu jardincito, regando tus plantitas, bien cercadas, ignorando el bosque que te rodea, intacto, infestado de plantas carnívoras, que van devorando todo y no demorarán en alcanzarte. Me equivoqué, pensé que compartíamos, no sé, una especie de visión, pero no sos más que un blandito, que cuando las papas queman te borrás. No me pueden ver, es bueno por ahora mantener la distancia justa. Ya te dije, los conozco, sé de lo que son capaces y todavía no vale la pena arriesgar. Pero te repito, tengo la certeza de que están inquietos. Preparate, porque va a ser peor y, aunque no sepas cuándo ni cómo, me vas a acompañar.