Diario del asesino

03 de junio

No te podés quejar. Casi sin darte cuenta, se acerca nuestra hora, adelantada, porque el enemigo está inquieto y en movimiento. Los tenés a la vista, te tienen a la mano, a vos y a tu hija, que es lo único que te queda, aunque no hagas nada para mantenerla. Supongo que, a esta altura, entre el milico y el periodista, ya no te quedan dudas. Aunque mi último acto, por si aún no te decidiste, te va a lanzar al camino, sin salida, el que no podrás evitar. Sos mi construcción, aunque prefieras creer lo contrario. No es la novela la que te dejó en este punto, sino las circunstancias, que ya no podés manejar. Aprovechalas y dejate de Bartlebys contemplativos, ociosos. Porque, aunque te regodees en el subsuelo, no te pertenece. Y no hablo de lo formal. Soy yo el hombre del subsuelo, aunque vos construyas las memorias. Porque soy yo el que ha logrado, al menos una moral, escasa pero firme. Donde no hay derrota, porque lo que importa es la lucha por la certeza, y su extensión se mide por lo que no estamos dispuestos a respetar. Soy una especie de guardia de torre de un panóptico paradójicamente limitado, pero desde donde es imposible contemplar el abuso y no rebelarse. El de los que se consideran los amos y violentan al esclavo, poseyendo y poseyéndolo, creyéndose inmortales, redimidos por el poder. ¿Sabés quién soy? Falta poco. Soy el inmoral, el que se desprendió de toda la mierda, el otro, el que no te animás a ser, el que se esconde detrás de tu moral. Tu sombra, que camina despegada. No te preocupes por mí, porque todavía, no sé cuánto, pero tengo tiempo, y me aguarda una tarea que será más sencilla que las anteriores. El bastardo que me queda, apenas camina, solo y sin gloria —una maravilla, comparto, la escena de la matanza en el cine, la vuelvo a ver cada vez que puedo— y yo voy por la mía. Mi camino es llano, pero vos estás rodeado y tu enemigo, si no te decidís, te va a ganar de mano. Porque cuando mi tarea esté finalizada —provisoriamente, claro, porque no es posible matar a todos, lo mío es casi un símbolo, un concepto— todo se va a precipitar y tendrás que estar preparado. Mientras, por si hiciese falta, me afirmo en la lectura. Olvidate de las ficciones construidas para el pasatiempo, en el mejor de los casos para el placer. O de las especulaciones absurdas, escritas para resolver los problemas que no tienen solución. Te hablo de las extensas páginas que se han escrito —y están prolijamente archivadas— con la sintaxis imperfecta de la voz de los que han sido esclavizados por el deseo de los amos. Ojo con el miedo. Porque tienen miedo. Y por eso ocultan y se ocultan. Qué más prueba precisás que el silencio ante las dos muertes. Queda poco. Estamos acorralados. Te queda la huida, pero solo hacia adelante, José. Te llegó la hora.