Otro de los dioses más importantes y quizá el que tiene formas más diversas es el dios creador Tezcatlipoca. Originalmente significa el cielo nocturno y está conectado por eso con todos los dioses estelares, con la luna y con aquellos que significan muerte, maldad o destrucción. Es el patrono de los hechiceros y de los salteadores, pero al mismo tiempo es el eternamente joven, el Telpochtli, el que no envejece nunca, y Yáotl, el enemigo, el patrono de los guerreros, por lo que se encuentra conectado con Huitzilopochtli.
Su nombre significa “el espejo que humea”, porque, como dice Pomar, su ídolo estaba pintado con un tizne de reflejos metálicos que los indios llamaban tezcapoctli, o humo espejeante.
Este dios era principalmente el de la providencia, y estaba en todas partes y entendía de todos los asuntos humanos, por lo que, sea directamente o en alguna de sus múltiples advocaciones, era adorado no sólo en Tenochtitlán, sino en otras muchas partes de México y especialmente en Texcoco.
En cierto modo es afín y en cierto modo contrario a Huitzilopochtli, porque éste representa el cielo azul, es decir, el cielo del día, mientras que Tezcatlipoca personifica el cielo nocturno. Es el guerrero del norte, mientras que Huitzilopochtli es el del sur.
Es también el inventor del fuego, aunque este elemento tiene por patrono especial al dios Xiuhtecuhtli, el señor del año, también llamado Huehuetéotl, “el dios viejo”, e Ixcozauhqui, el “Cariamarillo”.
Es el patrono de los príncipes, y él mismo recibe el nombre de Nezahualpilli, “el príncipe que ayuna”, y, con el nombre calendárico de “Ome Ácatl”, preside en los convites y banquetes.
Su fetiche es el cuchillo de pedernal o de obsidiana, y así se llama Técpatl o Iztli; es el señor del frío y del hielo, con el nombre de Iztlacoliuhqui, “el cuchillo curvo de pedernal”, es también el dios del pecado y de la miseria. El jaguar, que es “el corazón del monte”, Tepeyolohtli, es su disfraz.
Preside en la casa de los guerreros jóvenes y solteros, en el telpochcalli, la escuela popular de guerra a la que asisten los jóvenes plebeyos, mientras que Quetzalcóatl es el patrón del calmécac, la escuela de los nobles, de donde salen los jefes superiores del ejército, los sacerdotes, los jueces y los reyes.
Como es joven, llega primero en la fiesta en la que vuelven los dioses, en el mes “Teotleco”. Rapta a la esposa del viejo Tláloc, a la diosa de las flores y del amor, Xochiquetzal, de la que dice:
Pienso yo que es verdaderamente diosa, verdaderamente es hermosísima y extremada; hela de alcanzar no mañana ni esotro día, sino luego al momento; porque yo en persona soy el que así lo ordeno y mando. Yo el mancebo guerrero que resplandezco como el sol y tengo la hermosura del alba.
Tezcatlipoca se caracteriza en los códices por un espejo humeante, colocado en la sien, y otro que sustituye al pie que le arrancó el monstruo de la tierra; mito que significa que a veces, en latitudes más australes, una de las estrellas de la Osa Mayor desaparece del cielo porque queda abajo del horizonte.
Siendo un dios nocturno es también negro, pero su rostro lleva la pintura facial a rayas horizontales, amarillas y negras, conocida con el nombre de ixtlán tlatlaan, que caracteriza a todos los Tezcatlipocas, pero variando el color, que es rojo y amarillo en Xipe, y azul y amarillo en Huitzilopochtli.
Su pelo está cortado a dos alturas diferentes, peinado que se llama tzotzocolli, característico de los guerreros, y lleva el aztaxelli o adorno de plumas de garza, el escudo o chimalli, el lanzadardos o átlatl y los dardos, tlacochtli, que lo caracterizan como guerrero.
Como los aztecas consideraban al norte como la patria de las tribus cazadoras, a las que daban genéricamente el nombre de chichimecas, el dios de los chichimecas, Mixcóatl, dios de la caza, está también emparentado con Tezcatlipoca.
Por lo que llevamos dicho de este dios, se ven las intrincadas relaciones que existen entre los númenes aztecas y cómo sólo un análisis minucioso de sus atributos y sus mitos nos puede hacer comprender la naturaleza de los dioses y los misterios de su culto.