El tamaño no es nunca un indicador fiable de la potencia muscular ni de la eficacia. Los hombres pequeños suelen compensar el desequilibrio de potencia con su mayor agilidad, flexibilidad, rapidez de pies y nervio en la acción.
Tenlo en cuenta cuando entres en combate y te enfrentes a un adversario: procura tenerlo desequilibrado, con independencia de su tamaño. Muévete siempre más deprisa que él, y no prestes la menor atención a su tamaño, a sus muecas feroces ni a sus palabras violentas. Tu objetivo es siempre atacar a tu adversario en sus puntos más flacos, que son principalmente gravitacionales, desequilibrando y aplicando el principio de la palanca para aprovechar su cuerpo en general y sus extremidades para derrotarlo. «Cuanto más grandes son, más dura es su caída.»
Al combatir con las manos desnudas contra un hombre, debes aprender a usar la cabeza, las rodillas y los pies además de las manos. Cuando alguien se te echa encima, te está brindando grandes oportunidades de utilizar estas partes de tu cuerpo, sobre todo los codos. Otro método sencillo cuando un adversario se te ha echado encima es pisarle el pie. Esto tiene efectos inesperados. Lo que hay que tener en cuenta cuando te ataca un matón es que el matón va centrado en una sola cosa. Tiene la mente fija en un solo carril, pensando en acabar contigo, y no suele tener en cuenta lo que eres capaz de hacer tú, lo que siempre pondrá de tu parte la ventaja psicológica. Con la eficiencia adquirirás confianza y fe en ti mismo.
Al combatir con las manos desnudas contra un hombre, debes aprender a usar la cabeza, las rodillas y los pies además de las manos. Cuando alguien se te echa encima, te está brindando grandes oportunidades de utilizar estas partes de tu cuerpo, sobre todo los codos.
Fuente: Artículo manuscrito de Bruce Lee en su diario de bolsillo titulado «La psicología de la defensa y del ataque», hacia 1961.