El principio de Descartes «cogito, ergo sum», que significa «pienso, luego existo», en realidad solo puede significar «pienso, luego soy un pensador». Este ser del «yo soy», que se deduce del «pienso», es un simple conocedor. Esto es conocimiento, pero no vida. Y la realidad primaria no es lo que yo pienso, sino lo que yo vivo, pues también viven otros que no piensan. Aunque esta vida puede no ser una vida verdadera. ¡Dios! ¡Qué contradicciones, cuando intentamos maridar vida y razón!
La verdad es «sum, ergo cogito», «soy, luego pienso», aunque no todo lo que es, piensa. ¿Acaso el pensamiento consciente no se encuentra por encima de toda consciencia del ser? ¿Es posible el pensamiento puro, sin consciencia del yo, sin personalidad? ¿Puede existir conocimiento puro sin sentimiento, sin esa especie de materialidad que le aporta el sentimiento? ¿Acaso no sentimos el pensamiento, y nos sentimos a nosotros mismos en el acto de conocer y de desear? El defecto del Discurso del método de Descartes se encuentra en su resolución de empezar por vaciarse a sí mismo de sí mismo (de Descartes, del hombre de verdad, del hombre de carne y hueso, del hombre que no quiere morir) para poder ser un simple pensador, es decir, una abstracción. Pero el hombre de verdad volvió y se impuso en su filosofía.
El defecto del Discurso del método de Descartes se encuentra en su resolución de empezar por vaciarse a sí mismo de sí mismo (de Descartes, del hombre de verdad, del hombre de carne y hueso, del hombre que no quiere morir) para poder ser un simple pensador, es decir, una abstracción.
Fuente: Trabajo manuscrito de Bruce Lee titulado «Descartes», Universidad de Washington, 24 de enero de 1963, y notas manuscritas de Bruce Lee tituladas «Cogito ergo sum», de su cuaderno de Filosofía, con fecha 7 de enero de 1964. Papeles de Bruce Lee.