El entorno no emite sonido alguno.
El tiempo cesa de pronto.
Caes suavemente en mis brazos.
Los años de una vida no llegan nunca a cien,
pero contienen mil años de pesares.
Cuando los días son cortos y la noche triste y larga,
¿por qué no dar un paseo a solas a la luz de la luna?
La luna clara otra vez, qué blanco es su brillo,
ilumina mi cama solitaria.
Me he quedado mucho rato en la cama con mis pensamientos.
Atormentado por la pena, doy vueltas en ella y no puedo dormir.
Tomo mi ropa y me paseo de aquí allá.
Las estrellas y los planetas se han amortiguado en el cielo.
Me quedo plantado ante la luna, titubeando, solo.
¿A quién puedo contar mi pensamiento triste?
Es probable que no vuelvan nunca los buenos tiempos.
Nuestra despedida habrá terminado en seguida.
Angustiado, detuve el coche al borde de la carretera.
Titubeantes, nos tomamos de la mano.
Las nubes flotan por el cielo,
veloces, veloces pasan o se fusionan entre sí.
Los pétalos caen en silencio, los pájaros cantan en las colinas.
A partir de ahora, nuestra separación debe ser larga,
así que detengámonos una vez más por un momento.
Como torrentes de montaña, nos separamos y nos reunimos de nuevo.
Todo está callado,
salvo por el ocasional y solitario ladrido de un perro.
Fuente: Poesía manuscrita de Bruce Lee, sin título. Papeles de Bruce Lee.