El jeet kune do no es «un método de concentración» ni de «meditación». Es ser. Es una «experiencia», un «camino» que «no es camino».
El jeet kune do busca la «iluminación», consecuencia de la resolución de todas las relaciones y oposiciones sujeto-objeto en un vacío puro (que no es vacío); la «iluminación» no es una experiencia ni una actividad de un sujeto que piensa y que es consciente de sí mismo.
El jeet kune do es la conciencia del «puro ser», más allá del sujeto y del objeto, un captar inmediato del ser en su «talidad» (y no como «realidad particularizada»).
La mente es una realidad última que es consciente de sí misma y no es la sede de nuestra consciencia empírica, «siendo» mente en vez de «tener» mente («sin mente y no-mente», «sin forma y no-forma»).
Converge con todo lo que es.
Creer que esta noción es una experiencia subjetiva que se puede «alcanzar» por algún tipo de proceso de purificación mental equivale a condenarse al error y al absurdo, al «zen de pulir el espejo».
No se trata de una técnica de introversión por la que aspiremos a excluir la materia y el mundo exterior, eliminar los pensamientos que nos distraen, sentarnos en silencio vaciando de imágenes la mente y concentrarnos en la pureza de nuestra propia esencia espiritual. El zen no es un misticismo de «introversión» y «retirada». No es una «contemplación adquirida».
No debemos separar la meditación como medio (dhyana) de la iluminación como fin (prajna); en realidad, una es inseparable de la otra, y la disciplina zen consiste en aspirar a integrar esta plenitud y unidad del prajna y el dhyana en todos nuestros actos.
LOS TRES DEFECTOS
Esta consciencia del ego, posesiva y que se aferra, que aspira a afirmarse a sí misma en la «liberación», pretende ser más astuta que la realidad misma, rechazando los pensamientos que «posee» y vaciando el espejo de la mente, que también «posee»: se considera que la vacuidad misma es una posesión y un «logro».
No hay iluminación que lograr y no hay sujeto que pueda lograrla.
El zen no se «logra» mediante meditaciones del tipo «pulir el espejo», sino por el «olvido de sí mismo en el «presente» existencial de la vida, aquí y ahora». No «venimos», «somos». No aspires a «llegar a ser», simplemente sé.
Se puede decir que el vacío (o lo inconsciente) tiene dos aspectos: (1) Es, simplemente, lo que es. (2) Se advierte, es consciente de sí mismo y, hablando sin propiedad, esta conciencia está «en nosotros»; o, mejor dicho, nosotros estamos «en ella».
Es ver las cosas tal como son y no apegarse a nada; ser inconscientes significa ser ajenos al funcionamiento de una mente relativa (empírica).
ESTAR DESATADOS
Cuando el pensamiento no reposa en ninguna parte, sobre nada, estamos desatados. Este no reposar en ninguna parte es la raíz de nuestra vida.
El prajna no es autorrealización, sino realización pura y simple, más allá de sujeto y de objeto.
Ver donde no hay algo (objeto), eso es el verdadero ver. El ver es la consecuencia de no tener dónde apoyarse. Es simplemente un «ver puro», más allá de sujeto y de objeto y, por tanto, un «no-ver».
El zen libera la mente de la servidumbre a los estados espirituales imaginados como «objetos», que tienden con mucha facilidad a sufrir una hipóstasis, convirtiéndose en ídolos que obsesionan al buscador espiritual y lo engañan.
EL VER PURO
El «no-ver» y la «no-mente» no son renuncias sino plenitudes. El ver que se realiza sin sujeto ni objeto es el «ver puro».
La conciencia directa en la que se forma «la verdad que nos hace libres», no la verdad como objeto de conocimiento, sino la verdad vivida y experimentada en conciencia concreta y existencial.
¿QUÉ ES EL ARTE?
El arte es la comunicación de sentimientos.
El arte debe surgir de una experiencia o sentimiento del artista.
Hay mucho pseudoarte que surge de la falta de sinceridad o del intento de crear una obra de arte que no brota de una experiencia o de un sentimiento verdadero.
La forma adecuada requiere individualidad, más que repetición imitativa; brevedad más que fárrago, claridad más que oscuridad, sencillez de expresión más que complejidad de forma.
La conciencia directa en la que se forma «la verdad que nos hace libres», no la verdad como objeto de conocimiento, sino la verdad vivida y experimentada en conciencia concreta y existencial.
Fuente: Documento manuscrito de Bruce Lee titulado «Notas adicionales sobre el jeet kune do». Papeles de Bruce Lee.