El arte marcial, como cualquier arte, es una expresión del ser humano. Algunas expresiones tienen buen gusto, algunas son lógicas (en función de determinadas circunstancias, quizá), pero la mayoría consisten simplemente en algún tipo de repetición mecánica de una pauta fija.
Esto es muy insano, pues vivir es expresar, y para expresarte tienes que crear. La creación no es nunca una cosa vieja, y desde luego que no es una mera repetición. Es preciso recordar, amigo mío, que todos los estilos son obra del hombre, y que el hombre siempre es más importante que el estilo. El estilo concluye. El hombre se desarrolla.
El arte marcial es, en último instancia, una expresión atlética del cuerpo humano dinámico. Es más importante todavía la persona que está allí, expresando su propia alma. Sí, el arte marcial es el despliegue de lo que es la persona (su ira, sus temores); pero, con todo, por debajo de todas esas tendencias naturales que tenemos todos, un artista marcial dotado de «calidad» puede seguir siendo él mismo, dentro de todas estas conmociones.
Y no se trata de una cuestión de vencer ni de perder; es una cuestión de ser lo que es en ese momento y de participar de todo corazón en ese momento determinado y dar de sí todo lo posible. La consecuencia queda abierta a lo que pueda suceder.
Por eso, ser artista marcial significa también ser un artista de la vida. Como la vida es un proceso constante, debemos seguir el flujo de este proceso y descubrir el modo de realizarnos y de expandirnos.
Fuente: Trabajo manuscrito de Bruce Lee, sin título. Papeles de Bruce Lee.