En función del nivel de entendimiento de cada uno, la industria cinematográfica de nuestros tiempos es, básicamente, una simbiosis de sentido comercial práctico y talento creativo, y cada uno es causa y efecto del otro.
Para los administradores que están en sus despachos, un actor es un bien, un producto, una cuestión de dinero, dinero, dinero. Lo que más les interesa es «si vende o no vende». Lo importante es el tirón de taquilla. En cierto modo se equivocan, pero en cierto modo tienen razón. Tocaré este punto más adelante. Si bien es cierto que el cine es un emparejamiento del negocio práctico y el talento creativo, a mí me resulta algo ofensivo emocionalmente que se vea a un actor, a un ser humano, como un producto.
Un actor, un buen actor, no de los mediocres, es en realidad un «intérprete competente», que no solo está preparado sino que sabe armonizar esta dualidad invisible del arte y el negocio en una unidad adecuada y de éxito. Abundan los actores mediocres, estereotipados, pero no es tarea fácil, ni mucho menos, ponerse a formar física y mentalmente a un actor «competente». No hay dos seres humanos iguales, y lo mismo sucede con los actores.
Un actor, un buen actor, no de los mediocres,es en realidad un «intérprete competente», que no solo está preparado sino que sabe armonizar esta dualidad invisible del arte y el negocio en una unidad adecuada y de éxito.
En nuestros tiempos es raro encontrarse a un buen actor: esto exige que el actor sea auténtico, que sea él mismo. El público no es tonto. El actor no se limita a manifestar lo que quiere que otros crean que está expresando. Eso es mera imitación o ilustración, pero no es creación, aunque esta manifestación se pueda «ejecutar» con notable habilidad.
Lo difícil para el actor, no obstante, es no ser egocéntrico, mantener la cabeza fría y seguir aprendiendo a base de descubrir más cosas y de conocerse a sí mismo hasta lo más hondo. Lo que nos saca adelante es la dedicación, la dedicación absoluta.
¿Qué es pues, exactamente, un actor de calidad? Para empezar, no es una «estrella del cine», que no es más que un término abstracto que asigna la gente y un símbolo. Hay más personas que quieren llegar a «estrellas de cine» que personas que quieren llegar a ser actores. Para mí, el actor es el saldo total de todo lo que es: su nivel elevado de entendimiento de la vida, un adecuado buen gusto, su experiencia de la felicidad y de las adversidades, su intensidad, sus estudios, y muchas, muchas más cosas. Es, tal como he dicho, el saldo total de todo lo que es.
Un ingrediente más es el hecho de que el actor tiene que ser verdadero al expresarse, tal como se expresaría sinceramente en una situación dada. Lo difícil para el actor, no obstante, es no ser egocéntrico, mantener la cabeza fría y seguir aprendiendo mediante el descubrir de más cosas y de conocerse a sí mismo hasta lo más hondo. Lo que nos saca adelante es la dedicación, la dedicación absoluta.
Fuente: Notas de Bruce Lee sobre el trabajo del actor, sin título. Papeles de Bruce Lee.