La industria cinematográfica funciona como una especie de simbiosis entre el sentido comercial práctico y el talento creativo, aunque parece que se tiende a favorecer lo primero. Lo deseable es que los actores o actrices sean, en realidad, «intérpretes», por así decirlo, para que sean capaces de armonizar la dualidad del negocio y el arte en una unidad adecuada y de éxito.
Es fácil encontrar actores mediocres. Como en las artes marciales, resulta bastante difícil formar a un intérprete hasta que esté preparado física y mentalmente. Encontrar a uno que tenga el grado justo de adecuación y las calidades poco corrientes del artista entregado es una cosa que solo pasa muy rara vez.
Lo deseable es que los actores o actrices sean, en realidad, «intérpretes», por así decirlo, para que sean capaces de armonizar la dualidad del negocio y el arte en una unidad adecuada y de éxito.
¿Qué es exactamente un actor? ¿Acaso no es el saldo total de todo lo que es? De su nivel de comprensión, de su capacidad para cautivar al público por la sinceridad con que expresa sus sentimientos personales respecto de lo que se exige en la escena. Un artista así se distingue en seguida de los corrientes. Esto se designa en Estados Unidos con una palabra especial, lo llaman «carisma». Lo que se ve en la pantalla es el saldo total de su grado de entendimiento, de su gusto, de sus estudios y formación, de su intensidad, etc.
¿Qué es exactamente un actor? ¿Acaso no es el saldo total de todo lo que es? De su nivel de comprensión, de su capacidad para cautivar al público por la sinceridad con que expresa sus sentimientos personales respecto de lo que se exige en la escena.
Fuente: Notas manuscritas de Bruce Lee tituladas «La autorrealización y la realización de la autoimagen en el arte dramático». Papeles de Bruce Lee.