Cualquier intento de escribir un artículo «significativo» sobre cualquier persona, es decir, sobre lo que siente y lo que piensa, es, de entrada, una tarea muy difícil. Más difícil todavía es escribir algo significativo acerca de nosotros mismos. Por si no bastara con esto, ahora mismo estoy preparando una película nueva, Operación Dragón, coproducción de Concord y Warner Brothers, y otra producción de Concord, El juego de la muerte, que solo está realizada a medias. A pesar de lo ocupado que he estado, este artículo merece que le dedique toda mi atención en estos momentos. Si puedo comunicarme con alguien de alguna manera, me quedaré satisfecho; si no, qué se le va a hacer.
Está claro que podría resultarme menos ardua la tarea de escribir esto si me permitiera a mí mismo caer en el juego manipulador habitual de representar papeles, pero mi responsabilidad conmigo mismo no me lo permite. Soy lo que soy aquí y ahora. Es cierto que nadie me exige una confesión por escrito, en que diga toda la verdad. Pero quiero ser sincero, es lo mínimo que puede hacer un ser humano, es el elemento fundamental para que este artículo signifique algo.
Siempre he sido artista marcial por afición y actor de profesión; pero, por encima de todo, me realizo a mí mismo para ser artista de la vida. Sí, no es lo mismo la autorrealización que la realización de la autoimagen.
La mayoría de las personas viven solo para su imagen; por eso, mientras que algunos tienen un yo, un punto de partida, la mayoría de las personas tienen un vacío, porque están demasiado ocupadas proyectándose a sí mismas como tal cosa o como tal otra. Derrochando toda su energía, disipándola en proyecciones y evocando una fachada, en vez de centrar la energía en expandir y ampliar su potencial o en expresar esta energía unificada y en retransmitirla para poder mantener una comunicación eficaz, etc. Cuando otro ser humano ve pasar a una persona autorrealizada, no puede menos de decirse: «¡Eh, esa sí que es una persona de verdad!».
Ah, ya sé que todos reconocemos que somos seres inteligentes, pero me pregunto cuántos hemos llevado a cabo algún autoestudio o autoexamen de todos los datos o verdades establecidas que nos han hecho tragar a la fuerza desde que tuvimos la capacidad y la sensibilidad necesarias para aprender.
Aunque tenemos ojos, la mayoría de nosotros en realidad no vemos en el verdadero sentido de la palabra. El verdadero ver, en el sentido de tener una conciencia libre de elecciones, conduce a un nuevo descubrimiento, y el descubrimiento es uno de los medios que nos permiten desvelar nuestro potencial. Sin embargo, cuando esos mismos ojos se emplean para observar o para descubrir los defectos de los demás, tenemos bien preparadas las críticas. Pues es fácil criticar a los demás y desanimarlos, pero conocerse a uno mismo es una labor que dura quizá la vida entera.
Fuente: Artículo manuscrito personal de Bruce Lee titulado «En mi propio proceso», hacia 1973. Papeles de Bruce Lee.