«L o que se sabe sentir se sabe decir», escribió Cervantes en El amante liberal . Eso es lo que le ha ocurrido al autor de este libro. Sabe sentir, sabe decir, sabe contarlo.
La Segunda Guerra Mundial ha recibido toda clase de enfoques e interpretaciones. Se diría que no quedaba ya hueco cuando, en esto, aparece un periodista licenciado en Historia llamado Jesús Hernández, que nos cuenta en cien anécdotas algo de lo que pasó.
La idea y el resultado: ha trabajado en la intrahistoria, en los hechos en apariencia pequeños que, al paso de las páginas, adquieren la dimensión de grandes. ¿Otra vez una realidad, investigada, descubierta, que sobrepasa a la ficción? Aquí no encontrará el lector sesudas reflexiones, párrafos grandilocuentes, sino la verdad desnuda, los matices, las anécdotas reveladoras… No cabe duda de que la guerra de 1939-1945 fue una tragedia, pero mezclada, como siempre ocurre, con el melodrama, con el absurdo, con ráfagas de humor y muestras de la imaginación y la fantasía del hombre.
Este libro, tan funcional, tan bien organizado en su estructura, se lee de un tirón, entre el asombro y la incredulidad. Al final nos haremos una idea cabal de lo que pasó, pero no porque el autor nos haya endilgado lecciones ex catedra sobre movimientos y estrategias, acerca de grandes secretos y maquinaciones. Nada más lejos del ánimo de Jesús Hernández que dar la lata.
Su propósito está cumplido con creces; afán de divulgación, rigor en el contenido, claridad y limpieza de exposición, gracia al contar cosas tan inesperadas, en ocasiones tan bizarras y chuscas. También así se escribe la historia, en letra en apariencia pequeña.
El hombre en su realidad: el tirano que se inventa trucos para ocultar su afición al alcohol, el experto que trama el bombardeo de Tokio con murciélagos o el japonés al que se le pasa por el magín invadir Estados Unidos con globos de papel. Todo eso y mucho más lo ha compuesto Jesús con su acertada visión de la historia.
Nada de encerrarse en la biblioteca como un ratón. El autor sale al camino, viaja por los escenarios de los que habla, se documenta, verifica… y escribe. Nadie puede ocultar la emoción que provoca en su espíritu aquello que ama. Es lo que le ocurre a Jesús, poseído de la curiosidad y el deseo de comunicar lo que ha aprendido.
Lo que se sabe sentir se sabe decir.
MANUEL LEGUINECHE (1941 -2014) ,
periodista, escritor, corresponsal de guerra.
Premio Nacional de Periodismo