NOTA DE LA AUTORA
Hola Irene.
Sí, te llamo Irene porque no tengo ni idea de cómo te llamas. Pero imagínate que lo supiera: eso sí que sería un gran avance, y no el de los libros electrónicos.
En esta historia te llamarás Irene y podrás elegir tu propia aventura. ¿Tuviste un libro de este tipo en tu infancia? En caso de ser así, ya sabrás de qué va esto. Y si no tienes ni idea de lo que te estoy hablando, déjame ponerte en situación.
La vida está plagada de decisiones que tenemos que tomar, desde las más importantes a las más triviales, y cuando tomamos una decisión del tipo que sea, elegimos seguir un camino y no el otro. ¿Pero qué pasaría si pudieras volver atrás y cambiar de opinión?
Olvídate por un momento de quién eres en realidad, porque a partir de ahora y hasta que acabes de leer esta historia, serás una treintañera con doble nacionalidad, española y francesa, que no sabe muy bien lo que quiere en la vida pero está segura de que la que lleva no le hace feliz. Eres tímida y no te gusta mucho ser el centro de atención, y por eso en el trabajo pasas desapercibida. Pero a veces tienes brotes de atrevimiento, como si se tratara de algún tipo de descompensación química.
Te cuesta decir lo que piensas porque temes crear situaciones incómodas, pero al mismo tiempo te culpas por guardártelo todo y hervirlo por dentro, de modo que estás en proceso de aprender a ser un poco más asertiva.
Tu profesión no te llena, tu relación sentimental te aburre y, a pesar de tu disconformidad, sigues apareciendo día tras día en tu puesto de trabajo y compartiendo cama con tu pareja. Sabes que deberías replantearte tu vida, pero entonces ocurre algo: de pronto un día todo va como la seda y te dices que tampoco estás tan mal. Y vuelta a empezar.
Es en uno de esos días malos, Irene, cuando hay que armarse de valor y tomar decisiones. No vale la pena quejarse todo el día porque así no conseguirás nada en absoluto.
Mójate, mujer. Cambia de vida.