Charli se escabulle de los policías. En su carrera encuentra a un pelao que tiene una máscara de cuero que le cubre la cara y un suspensorio que le descubre las nalgas; también tiene pechera, esposas y cadenas de sadomasoquista. Además, el pelao se hace el que mira feo, aunque parpadee bonito. Charli se le acerca, lo roza por detrás, lo hace sentirse el más afortunado de la noche al ser abordado por tanta buenura.
—¿Cómo te llamas tú?
—¡Fabián…! ¿Y tú, machi?
—Yo no. ¿Pero sabes qué…? ¡Te tengo pillao de hace rato!
—¿Ah, sí…? ¿Y cómo pa’ qué?
—¡Como pa’ un pocotón de cosas sabrosas, ven…! ¡Ven, papi, vente pa’ acá: vámonos pa’ el baño, ven…!
—¿Ya…?
—¿Y entonces cuándo? ¿El año entrante cuando ya pa’ qué?
—¡Hagan fila, no jooodaaa…!
—¿No te gusta? Porque si no te gusta, yo tengo otra forma de convencerte. ¡Quita, quítate de ahí, flacuchento: déjanos pasar!
—¡Ay, brusco…!
—¡Ese Charli siempre es así!
—¡Solo porque está bueno!
—¡Es que él se cree el juanlaverga!
—¡Bueno, pué…! ¿Nos van a dejar pasar o se van a poner a hablar cháchara ahí? Decídanse de una vez pa’ saber a quién quito.
—¡Ay, está bien, pasen!
—Tranca la puerta, Fabián.
—Ya la tranqué…
—¡Entonces ahora pa’ ve: quítate la ropa!
—¿Aquí, toda?
—¡Sí, toda!
—¿Así, de una, sin ni siquiera hablar?
—¿Y tú pa’ qué quieres hablar? ¡Ombe, encuérate! Si no te encueras, ¿cómo vamos a hacer, ah…?
—¡Está bien, pué: va pa’ esa!
—¡Uy…! ¿Todo eso es tuyo, Fabián?
—¡Y tuyo si lo quieres!
—¡Vas a ver que la vamos a pasar bacano…! ¡Rapidito, porque no hay más tiempo, pero ajá…! ¡No te imaginas lo que yo te tengo aquí!
—¿Puedo tocar?
—¡Todavía no: dame las cadenas esas y voltéate, que te voy a poner las esposas…! ¡Eso, así: sumiso, así es como es chévere! ¿No te parece?
—¡Qué rico…!
—¡Ahora te voy a poner este pañuelo en la boca…! ¿O hubieras querido que primero te diera un beso…? ¿Está muy apretado? ¿Verdá que no? ¡Y ahora sí vas a saber lo que es bueno: prepárate, toma aire, respira hondo porque yo me voy a poner tu disfraz!
—¡Hmmm…!
—¡Y ahora yo me voy a ir y tú te vas a quedar aquí: así, encuero y calladito porque si no, te la vas a tener que ver conmigo! ¿Sí me entendiste, Fabián? ¡Y cuidado vas a decir algo porque te va mal: mira que yo sé dónde vives tú!
Tan pronto Charli termina de ponerse la máscara de Fabián, sale del baño con su propia ropa debajo del brazo. Se encuentra con su tío Joaco y un policía; se detiene frente a ellos, los mira de pies a cabeza y les mueve las nalgas, que le resaltan con el suspensorio. Afina la voz para afeminarla; las manos y el parado, también.
—¡Ooombeee…, esos disfraces sí que están bacanos: hasta parecen de verdá! ¿Ustedes dos son maridos o son comparsa? ¡Porque hay un pocotón de manes vestidos así…! ¡Lo que sí te digo es una cosa, mi capi: tú te ves divino, a ti es al que mejor le queda la pinta esa! ¡Lástima que yo esté casado…! Pero si me separo, yo te aviso. ¡Chaíto, machi, ojalá sigas así de bueno pa’ cuando nos toque el turno!
—¡Ñeeerdaaa…! ¡Se lo levantó, mi capitán!
—¡Eso a mí no me importa! Lo que yo no quiero es que se me vaya a escapar mi sobrino. ¡Charli me va a oír: donde esté ese carajo me va a oír…! ¡La madre si no!