A la memoria de:
Serafina, mi abuela por haberme hecho cocinero.
Raquel, mi madre.
Edgardo, mi padre, por apoyarme desde el primer momento.
Quiero agradecer y dedicar este libro:
A Delfina, por estar siempre.
A mis hijos Pedro y Joaquina, por su amor.
A Juan Carlos y Sebastián Bagó, por la confianza de siempre.
A Miguel Brascó, por haber sido el primero en escribir sobre mi cocina.
A Mónica y Carlos Cordero, por su amistad y por hacer posible mi vida en Nueva York.
A mis colegas cocineros.
A Zeev Godik, por darme la oportunidad de trabajar a su lado.
A Martin Pittaluga, Guzmán y Gustavo Barbero, por hacerme parte de Santa Teresita.
A Freddie Green.
A Frederick Lesort.
A Masumi Briozzo, Luciana De Luca, Irene Singer, Eugenio Mazzinghi y Gonzalo Gil por acompañarme en este proyecto.
A Hugo Macchia, por compartir mi cocina.
A Stefano Villa, por ayudarme a entender Nueva York.