(FALSOS) RECUERDOS DE NINA BERBEROVA
Altagracia se va a casar y deja a la niña al cuidado de Munira
que invita a Alina la noble a comer pescado seco
a la manera de sus abuelas de Campechuela
Ajmátova en el vidrio de las aguas heladas
de cuando Altagracia derritió a un poeta ruso
Ajmátova del Neva, Altagracia llama a su hija Nevanina
-cosas de dominicana
ese río que nunca desató a mi madre
suelta
de la muerte como escándalo
invernal
no te creas
Anna Andréyevna Ajmátova en el Neva
es una cadena rota
golpes en los hielos
como un cisne
Como Katherine Manfield
y Marina Svétaeva
sus últimas palabras
fueron para un amante ruso
yo temo al amor de sus ojeras azules
fumando
salvadas
en una tumba fresca
estoy viva ¿y qué? me hace sonrojar
la urgencia que es de todos
camino en el manglar de esta isla recién nacida
la culebra Bejuca de las magas caseras
otra rama acariciante enamorada de mis piernas
con esa costumbre caníbal
de latitudes puestas a hervir
al sereno
tensión que Munira sabe de sobra en mi cama
sin morboso culto por un trasnocho hormonal
provocado
o al descuido
sin
confusión de los vivos de la acera opuesta
cuando cierro los ojos el blanco animal del tren
con sus blancos climas
me lleva en el joyero del río rojo
un cofre con Ofelias
le dan la cuerda al tráfico
de norte a sur en el Hudson aprendemos el baile
con Mambí
y
el poema de Mandelstan para romantizarse
con decencia
en Yale
pero Ajmátova
-a veces llora Munira, la brillante
mientras cuida a Nevanina por culpa de la gran Berberova, ejemplo de
emigración impecable
ay, si Ajmátova
si Svétaieva si Mandelstan si Sabbaghi
hubieran logrado nadar hasta aquí
sin abuelos tártaros
ni traducciones de Leopardi
ni madre berberí recitadora de Rosalía
pescando su bocado, como pescaba Nina Nikoláievna Berberova para
hacerse sitio en este río cuando el Sena volvió a dejarla en un barco
y no era joven
al poco tiempo – por la gracia de las santas que la siguen a todas partes
se enamoró otra vez, fue catedrática de la gran poesía
rusa, no lejos del Hudson
en los fuegos del Neva
los ojos del Neva abiertos
como peces devueltos
sí