E

 

 

ECOLOGISMO

En tanto que movimiento que recoge una tendencia social que procura la conservación del medio ambiente y que cristaliza a partir de los años sesenta-setenta, el ecologismo abre también un estilo de vestir reflejado por la moda desde estas fechas. La vuelta a los tejidos naturales y cierto rechazo hacia los sistemas de fabricación de telas artificiales mediante procedimientos químicos se empieza a notar ya en la moda hippy y en sus trajes y adornos tomados de antiguas culturas. El gran éxito popular de los pantalones vaqueros, hechos en tela de algodón, en los años setenta y ochenta es otra expresión de esta tendencia que vuelve con mucha fuerza a finales de los ochenta y principios de los noventa gracias a la moda grunge, que devuelve el protagonismo al mestizaje cultural y estético.

 

ECHARPE

Pieza de tela ligera alargada y amplia utilizada en la indumentaria femenina para acompañar determinados vestidos y trajes y que puede ser colocada de diversas formas, incluso cubriendo la cabeza. Durante los años cincuenta el echarpe era el complemento imprescindible para trajes de vestir y aun para no pocos atuendos de calle. Se realizó en toda clase de telas, desde gasa hasta terciopelo, de lana a hilo, y se le aplicaron adornos diversos. Las amplias y largas bufandas de los años setenta hicieron las veces de echarpes sobre abrigos y chaquetas, aunque el echarpe sigue teniendo el prestigio de prenda elegante.

 

EISENHOWER

Se llamó «chaqueta Eisenhower» a una image cazadora de aviador corta que popularizó tras la Segunda Guerra Mundial el entonces comandante de las fuerzas aliadas en Europa, posterior presidente de Estados Unidos.

 

ELÁSTICO

Material hecho de hilos entretejidos con goma y que se comenzó a utilizar como complemento en la confección de prendas desde principios de siglo. En 1930 las tiras de elástico se habían incorporado a las fajas y la ropa interior.

 

ELEGANCIA

En su acepción más clásica es aquella «forma bella de expresar pensamientos», o esa persona u objeto «dotado de gracia, nobleza, sencillez, airoso, bien proporcionado, de buen gusto». En su sentido más restrictivo se considera elegante «a aquella persona que viste con sujeción a la moda». Durante largo tiempo y hasta la ruptura que supuso la explosión de la moda joven de los años sesenta, la elegancia fue el punto de referencia básico de la moda. Si la gente iba a la moda era porque quería ser elegante, y la tradición marcaba que eso, para las mujeres, se conseguía siguiendo los cánones estéticos que marcaba la alta costura. Jean-Paul Sartre había definido la elegancia como aquella «cualidad de la conducta que transforma el máximo de la existencia en apariencia». Apariencia, elegancia y moda formaron durante la primera mitad del siglo una síntesis afortunada y un lenguaje comprensible por ser el heredero de las convenciones decimonónicas que Oscar Wilde definió ajustadamente con su frase «Sólo un imbécil no juzga por las apariencias». La crisis de la elegancia como punto de referencia básico de la moda produjo una crisis en ésta, aunque no fue así con el sistema que estructura la apariencia. La búsqueda de la elegancia fue sustituida poco a poco por la búsqueda del estilo y del look (image dandi).

 

ELLE

Revista de actualidad y moda femenina francesa, de periodicidad semanal, nacida en noviembre de de 1945 con el objetivo de dar paso a las nuevas ideas sobre la mujer tras la Segunda Guerra Mundial. En 1955, diez años después de su primer número, la revista tenía una tirada de 800.000 ejemplares y sobrepasaba las 100 páginas, algo insólito para la época. Es leída por una francesa de cada seis, y de sus 100 colaboradores, 75 son mujeres. La revista tenía en 1995 21 ediciones y vende fuera de Francia cada mes tres millones de ejemplares, lo que, con la expansión internacional iniciada en 1985, le da una posición dominante en el mundo y en el ámbito de este tipo de prensa. A lo largo de 1992 se insertaron en las diversas ediciones de la revista más de 17.000 páginas de publicidad.

Fundada por Hélène y Pierre Lazareff, tuvo en esa época a Françoise Giroud como directora de redacción e introdujo innovaciones muy importantes para este tipo de revistas, como una amplia explicación de la actualidad y de la cultura, un consultorio sentimental llevado por Marcelle Ségal, una serie de artículos y documentos que analizaban el papel de la mujer y su psicología, diversas guías para seguir todo tipo de novedades y también un horóscopo. Las secciones de moda tomaron desde el principio un papel protagonista al definir, mediante las imágenes, el nuevo tipo de mujer moderna, trabajadora y deseosa de una mayor libertad y cultura. En 1947 la revista apoyó entusiásticamente el new look de Dior y una de sus primeras portadas la protagonizó, en 1949, una joven modelo llamada Brigitte Bardot. Una de las portadas más atrevidas de la revista publicó en 1948 un bañador «dos piezas» que dejaba al descubierto el ombligo de la modelo. Dibujantes como Gruau, fotógrafos como Willy Rizzo, Peter Knapp, David Bailey, Guy Bourdin, Helmut Newton y Oliviero Toscani, entre otros, crearon la imagen de la «mujer Elle». Al cabo de 48 años de existencia y de más de 2.500 números en el mercado, la revista ha conformado un verdadero estilo de vida femenino asequible a las mujeres de las clases medias occidentales y ha influido decisivamente tanto en el triunfo de modas vestimentarias como en la evolución de las mentalidades.

 

EMANUEL

(Elizabeth y David, 1952, 1953) Diseñadores ingleses que se hicieron famosos en 1981 como creadores del traje de boda de la princesa Diana de Gales. Este matrimonio de diseñadores estudió arte en el Royal College de Londres y se graduó en moda en 1977. El desfile de graduación que presentaron tuvo tal éxito que abrieron una firma de prêt-à-porter con dos colecciones anuales. Pero los progresivos encargos individuales les decidieron a dedicarse también a los trajes a medida (o specials, según la terminología inglesa). A partir del éxito internacional del traje de boda de Lady Di, su estilo romántico, plagado de encajes, bordados, tules y cintas que revivía una idílica representación de Scarlett O’Hara, causó furor en los años ochenta y se especializaron en trajes de baile y de boda. En 1983 publican un libro, Style for all Seasons, en el que explican su estilo. Producen también perfumes y ropa para la casa.

 

ENAGUA

Prenda interior femenina que inicialmente se usaba bajo la falda y que, con la desaparición del corsé en la primera década del siglo XX, pasó a ser una prenda interior que cubría también el torso; más adelante en el siglo tomaría con preferencia el nombre de image combinación.

En general, la enagua se adapta a los cambios en la moda del vestido exterior femenino, si bien conserva hasta mediados del siglo la tradición de utilizar prioritariamente el color blanco. A partir de finales de los años sesenta, con la revolución de la minifalda y las prendas de punto y elásticas, la enagua, ya convertida en combinación, deja prácticamente de utilizarse como prenda obligada en la lencería femenina. A mediados de los años ochenta, con el auge de la lencería de lujo se intenta sin éxito un relanzamiento de la enagua como prenda interior; en cambio, sí triunfa una línea vanguardista que introduce la lencería y la corsetería, y con ellas a la combinación, como prenda exterior.

A principios de siglo la enagua, obligatoria para todas las mujeres y las niñas, estaba hecha, por lo general, de algodón o seda, aunque el traje campesino aún las llevaba de franela o de lana. Las enaguas de algodón se trataban en ocasiones con almidón para darles consistencia y llevaban pequeñas puntillas, adornos y lazos. Los avances textiles sugirieron la utilización de la batista y el raso como materiales idóneos para fabricar enaguas durante los años veinte, treinta y cuarenta. La aparición de las fibras sintéticas incorporó el nailon como material preferido para lo que ya definitivamente cambiaría el nombre de enagua por el de combinación.

Muy pegada al cuerpo, la combinación iba adornada con encajes o puntillas en el pecho y borde de la falda y se sujetaba con minúsculos tirantes, tal como la hizo famosa Gina Lollobrigida en la mayoría de sus películas. A finales de los años cincuenta, y como consecuencia de la evolución del new look de Christian Dior, se pone de moda una verdadera enagua que se usa sólo para dar vuelo a las amplias faldas y que recibe el nombre de cancán. Hecho de recias telas sintéticas y de aros metálicos o de plástico, el cancán fue sobre todo consecuencia del influjo del lanzamiento de la actriz francesa Brigitte Bardot, que lucía este tipo de enagua bajo un característico vestido de algodón a cuadros Vichy. El image cancán fue una verdadera moda que pasó con la celeridad con la que, desde esa época, pasarían todas las modas.

La revolución que la aparición de la minifalda supuso en las prendas interiores femeninas (image panties) suprimió de un plumazo cualquier enagua o combinación para las mujeres jóvenes. Toda una nueva generación conocería la nueva prenda de los panties y desconocería totalmente la enagua, la combinación y la faja. La explosión de las prendas de punto, las prendas elásticas y los pantalones femeninos fueron decisivas en el abandono de la enagua, que no fue sustituida por ninguna otra prenda.

El auge de la nostalgia y la inspiración en el pasado culminan en los años ochenta con la recuperación de la enagua y la combinación como prenda exterior. Las antiguas enaguas de algodón forman parte del revival de cierta moda romántica y son un fenómeno bastante minoritario en sus inicios que posteriormente entroncará con el gusto por lo natural. Por contra, la moda de los últimos años ochenta propone la combinación, tal como se llevaba en los años cuarenta y cincuenta, como prenda exterior de connotaciones altamente sofisticadas. Es el modisto Jean-Paul Gaultier quien, sobre todo a través de la cantante Madonna, propone esta moda de utilizar la image lencería como ropa exterior. Adaptaciones discretas de esta propuesta, entre las que están los adornos de puntillas en las camisetas y ciertos trajes de verano inspirados en la antigua combinación, serán ampliamente aceptadas por la juventud de finales de los años ochenta.

 

ENCAJE

Tejido de mallas, lazadas o calados con motivos de figuras diversas, que se hacía a mano inicialmente con bolillos, aguja de coser o ganchillo y que a lo largo del siglo XX se realizó preferentemente a máquina. Los distintos tipos de encaje, que reciben nombres diversos según los países, se han utilizado tanto como adorno preferente de las prendas femeninas como tejido básico para la elaboración de vestidos, blusas y abrigos sujetos a la moda.

En tanto que adorno, el encaje se ha integrado tradicionalmente como un elemento propio de la lencería y la ropa interior femenina. Pero también se ha utilizado como elemento decorativo de las blusas, hasta los años cincuenta y sesenta en los que se generaliza el uso de la camisa femenina. A medida que avanza el siglo, el adorno de encaje adquiere una progresiva connotación de lujo que determina, sobre todo, su incorporación a las prendas de más vestir. Los trajes de encaje hecho a mano, del tipo image guipur o valenciennes sobre todo, aparecen como elementos propios de la moda más chic y ultrafemenina de los años cincuenta, convirtiéndose posteriormente en un clásico para muchos vestidos de ceremonia y gran gala.

 

ENTRETELA

Lienzo de algodón o de otro material que se colocaba entre la tela y el forro de una prenda de vestir. Esta práctica desapareció casi completamente en las prendas confeccionadas en serie, salvo para determinadas chaquetas y abrigos.

 

ERTÉ

(San Petersburgo, 1892-París, 1990) Seudónimo del dibujante, ilustrador y diseñador de vestuarios teatrales y elementos decorativos Romain de Tirtoff, que ejerció un gran influjo en el gusto de las dos primeras décadas del siglo, sobre todo a través de sus portadas y dibujos para la revista estadounidense Harper’s Bazaar. Fue conocido como Erté, por las iniciales —R. T.— con las que firmaba sus dibujos.

Hijo de un almirante de la marina del zar y educado en un ambiente aristocrático y poderoso, rodeado de antigüedades, empezó a pintar a los cinco años inspirándose en un libro de miniaturas de la India y Persia. Llegó a París en 1912 para estudiar dibujo en la Académie Julien; allí le ofrecieron un trabajo de dibujante con el modisto del momento, Paul image Poiret. Ambos se influyeron mutuamente, hasta el punto en que resulta difícil separar ambas figuras en esta etapa. También comenzó a diseñar vestuarios para ópera y teatro. En 1915 empezó a dibujar para la influyente revista de modas Harper’s Bazaar, ilustrando la mayoría de sus portadas durante los 21 años que duró su colaboración y desarrollando allí su estilo único y personal, que trasciende lo meramente decorativo para incidir directamente en el estilo de la moda de la época. Realizó algunos diseños en exclusiva para artistas como Josephine Baker, Norma Shearer y la bailarina Anna Pavlova, que quizá fue quien mejor encarnó el sofisticado ideal femenino de Erté.

Sus diseños de vestuarios teatrales son tan fantásticos como sus dibujos, y de entre los más conocidos están los que realizó para Diaghilev, los que en 1920 creó para el Folies Bergère de París, los que ideó para algunas películas de King Vidor en Hollywood y los que realizó en 1971, junto con Yves Saint-Laurent, para el famoso ballet de Roland Petit y Zizi Jeanmaire.

Redescubierto a finales de los años setenta, se le dedicó una exposición retrospectiva en Londres y Nueva York; a partir de ella, se editaron diversos libros con sus dibujos y se convirtió en una figura de culto en el mundo de la moda. Su autobiografía Erté. Things I Remember se publicó en 1975.

 

ESCARPINES

Zapatos ligeros y sin tacón de formas sencillas que cubren sólo medio pie y que provienen del calzado popular. A finales del siglo XIX se comienzan a hacer en charol para el vestir masculino y en terciopelo para acompañar a las chaquetas de fumar de los hombres. Esta costumbre permanece entre élites masculinas reducidas a lo largo del siglo XX en que la forma del escarpín marca determinadas variaciones de las zapatillas de estar en casa. Las mujeres adoptan este tipo de zapato para el verano desde los años veinte, y a partir de los sesenta pasa a ser un zapato frecuente para el uso cotidiano en cualquier época del año gracias a la transformación realizada por la industria italiana del calzado (image zapato).

 

ESCLAVINA

Pieza parecida a una capa corta que cubre los hombros hasta media espalda y que se lleva sobre chaquetas, abrigos o capas tanto masculinas como femeninas. Su auge fue durante el siglo XIX, y en el XX se siguió utilizando para determinados tipos de abrigos femeninos e infantiles.

 

ESCOCÉS

Tejido de lana de cuadros multicolores propio de la tradición de Escocia, donde cada clan o grupo deciden sus colores y dibujos distintivos (image tartán).

 

ESCOTE

Forma que adopta la parte superior del vestido en relación con la superficie de cuerpo que deja al descubierto. A lo largo del siglo, el escote ha variado tanto en su forma como en su dimensión y oportunidad de acuerdo con las pautas de las diversas modas y las normas de etiqueta. Elemento ligado a la seducción femenina, el escote ha sido parte fundamental de la moda y sus variaciones han venido marcadas tanto por motivos estéticos como por la permisividad y el liberalismo de las costumbres de cada momento.

Evolución Tradicionalmente los vestidos y atuendos con grandes escotes delanteros, en la espalda o que ponen los hombros al descubierto fueron aquellos que se utilizaban para fiestas y determinadas ceremonias. A principios de siglo las blusas y los vestidos de verano apenas lucían escote. A partir del cambio de línea de los años diez, la influencia de Poiret y otros modistos amplían los escotes en los vestidos de noche, a los que suprimen casi totalmente las mangas y permiten eliminar cuellos y otros adornos en los vestidos de verano, dejando al descubierto una pequeña porción de la clavícula. Durante los años veinte, el escote redondo por delante y los grandes escotes en la espalda son corrientes en la indumentaria de fiesta, y la progresiva práctica del deporte libera no pocos tabúes relacionados con el escote de las prendas veraniegas. Los años treinta conocen profundos escotes en pico y aparecen los primeros escotes que descubren completamente los hombros y que comenzarán a verse a mediados de los años cuarenta, tras la consagración que del escote image bañera hizo Rita Hayworth en Gilda (1946), y que serán corrientes a principios de los cincuenta. Vestidos y prendas de playa recogen todos estos cambios y consagran diversos tipos de escotes como normales para el verano y determinadas prendas informales.

Durante los años sesenta, además de profundos escotes que ponen de relieve el pecho femenino introducidos por Brigitte Bardot, empiezan a verse escotes en el estómago y causan sensación algunos escotes en la espalda que terminan allí donde ésta cambia de nombre. Los trajes en los que no hay cuerpo sino sólo tirantes y las combinaciones de piezas que dejan al descubierto determinadas partes del cuerpo, incluidos los pechos, aparecen en diversas colecciones de alta costura de Yves Saint-Laurent a lo largo de los setenta y se reproducen como propuesta durante los ochenta.

 

ESMOQUIN

Indumentaria masculina de noche compuesta de una chaqueta y unos pantalones generalmente en color negro y con las solapas de la chaqueta hechas de tejido brillante. Tiene su origen –y toma el nombre– en la ropa que usaban los caballeros ingleses para fumar a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Sin embargo los ingleses llaman a esta indumentaria dinner jacket y los americanos tuxedo. Las mujeres comenzaron a utilizar esta prenda como indumentaria de vestir gracias a la influencia del modisto Yves Saint-Laurent quien, inspirándose en películas de Marlène Dietrich, la lanzó en 1970 como símbolo de la sofisticación femenina para la noche en respuesta a la minifalda y a la maxifalda, así como a la crisis de la moda de alta costura provocada por la moda pop.

 

 

ESNOB

image Snob.

 

ESQUÍ

Este deporte, junto con la hípica, introdujo el uso de pantalones por parte de las mujeres a principios de siglo. A partir de los años cincuenta, los diseños de Emilio image Pucci para prendas de esquí y la evolución de las fibras sintéticas y artificiales facilitaron su introducción en el vestuario femenino corriente. También favoreció la divulgación del image anorak como prenda de abrigo para hombres y mujeres a partir de los años sesenta, y promovió la evolución técnica y estética del vestuario deportivo termorregulador a partir de los monos llevados por los grandes esquiadores.

 

ESPAÑA

 

El marco general

A lo largo del siglo XX, la moda en España ha seguido, a grandes rasgos y salvo excepciones muy concretas, las grandes líneas de la moda mundial, especialmente influidas por los creadores franceses y los diseñadores de Hollywood para la estética femenina; la indumentaria masculina española ha utilizado las pautas marcadas por la sastrería inglesa y la confección estadounidense. El prestigio de París para la moda femenina y el de Londres para la masculina marcan tanto las propuestas que hacen las firmas españolas de moda como los gustos generales del público en la cuestión de la indumentaria a lo largo de todo el siglo.

Estas influencias han determinado un rasgo específico y sobresaliente del mundo de la moda en España, como es la gran dificultad para los creadores de moda españoles en ser reconocidos como tales en su propio país y ser apoyados por una industria fuerte. Los casos de Mariano Fortuny, que realizó su trabajo desde Venecia, de Cristóbal Balenciaga o de Paco Rabanne, que lo hicieron desde París, entre otros, señalan esta enorme dificultad de que personajes que marcaron la moda contemporánea internacional hubieran consolidado sus respectivas trayectorias desde plataformas españolas. Otros nombres españoles reconocidos como los de Pedro Rodríguez o Manuel Pertegaz, por citar dos ejemplos de creadores que trabajaron en España, nunca alcanzarían la influencia que les habría correspondido por su capacidad creativa. Éste es un hecho fehaciente, de causas diversas, que hay que tener en cuenta para entender la trayectoria de la moda española, y que persiste al menos hasta finales de los años setenta y principios de los ochenta, cuando una nueva y abundante generación de diseñadores irrumpe con fuerza en el mercado y pone de manifiesto la congénita debilidad industrial española.

Esta dependencia exterior de la moda española es un rasgo característico en todo el entramado de la alta costura y la confección de prendas, y de forma indirecta en el textil, mucho más autónomo hasta que las nuevas fibras como el nailon o la lycra invaden el mercado mundial en los años cuarenta y cincuenta.

Hasta mediados de los años sesenta, momento en que la industria de la moda se internacionaliza de forma decisiva gracias a los nuevos sistemas de producción en serie que también se incorporan en España al mundo de la moda, la consecuencia de esta dependencia exterior es el retraso con que llegan a España tanto los cambios estructurales en la industria y las formas de trabajo como los movimientos y las tendencias de la moda hegemónica. La ausencia de revistas españolas influyentes, salvo excepciones concretas, es un componente más de esta situación de colonización estética.

En este marco general cabe subrayar como especialmente meritorios todos aquellos esfuerzos creativos, artesanales, industriales y comerciales que configuran lo que se ha convenido en llamar «moda española» y que hay que entender como una trayectoria original y creativa que, al mismo tiempo, está en sintonía con los gustos generales de la época.

 

 

Modistas, sastres, alta costura y confección

La estructura básica de la elaboración de prendas de vestir en España descansa hasta bien entrados los años setenta en la institución de la modista para la indumentaria femenina y el sastre para la masculina. La elaboración artesanal prima por encima de la industrial hasta mediados del siglo, con la excepción de las prendas de trabajo, camisería, ropa interior y algunos complementos como calcetines y medias, que se fabricaban entonces en muy pequeñas series.

Esta estructura artesanal permite el florecimiento tanto de sastres al corriente de las escasas novedades de la moda masculina internacional, como de pequeñas casas de costura y modistas renombradas de carácter local que se convierten en divulgadoras de la moda francesa, que tiene bien organizado este tipo de promoción a través del floreciente negocio de la venta de patrones y toiles que las modistas copian. La copia de la copia, a través de la fabricación artesanal, es el sistema habitual de difusión de la moda en una España en la que las clases populares suelen permanecer totalmente al margen de la moda, al menos hasta que en los años sesenta empieza a consolidarse una nueva clase media.

La preocupación por la moda queda, durante la primera mitad del siglo, para dos tipos de élites: una escasa clase media urbana y una clase alta, aún más escasa, que aspira y procura vestirse directamente en París (o en Londres los hombres) y que acoge a los creadores de moda españoles con frialdad y distancia. El propio Balenciaga, que abrió su primera casa de costura en 1915 en San Sebastián, lugar de verano de la corte, vio cómo la caída de la monarquía en 1931 le arrebataba su reducida clientela y, posteriormente, el intento de reabrir su casa (esta vez bajo el nombre de Eisa en 1935 en Barcelona) quedó frustrado por la Guerra Civil; la moda de Balenciaga volvería a España a través de París, donde presenta su primera colección en 1937. Pedro Rodríguez, por su parte, funda su firma en la Barcelona de 1918, pero no alcanza notoriedad hasta la celebración de la Exposición Internacional de Barcelona en 1929. El nombre de Rodríguez es probablemente la excepción que confirma la dificultad que han tenido históricamente los creadores españoles para seguir su propio camino estético.

Hasta los años cuarenta no se configuró una situación favorable a la aparición de un puñado de nombres que acabarían conformando lo que puede entenderse como los «precursores» de la moda española. En este concepto de precursores caben los nombres que serían conocidos como «alta costura», española, con base en Madrid y Barcelona desde los años cuarenta hasta los sesenta (Pertegaz y Berhanyer de manera destacada y también Bastida, Rosser, Carmen Mir, El Dique Flotante, Santa Eulalia, Marbel, Marbel Junior, Vargas Ochagavía, Herrera y Ollero, Lino y Rovira) y también los de aquellos que, a finales de los cincuenta y principios de los sesenta (Meneses, Ferrer, Andreu, Moda del Sol, Kuny y Ad Lib, principalmente), introdujeron en España la idea del prêt-à-porter, tal como la habían concebido los americanos en los años cuarenta, al juntar la innovación con la fabricación en serie de las prendas, con el consiguiente abaratamiento de precios.

Este sistema pervive hasta bien entrados los años sesenta cuando, a raíz de la revolución juvenil, cambian los gustos y los sistemas de fabricación, difusión y comercialización de la indumentaria. Las peculiares circunstancias españolas de crisis política y económica durante la década de los setenta impiden que esta incipiente industria de la moda se desarrolle como ocurre en los países del entorno europeo, donde el prêt-à-porter se consolida como el entramado básico de la moda.

Durante los años ochenta, España intenta ganar el tiempo perdido a lo largo de un siglo y, por primera vez, los creadores de moda configurarán una generación sólida y de características propias diferenciadas, si bien en imprescindible sintonía con las tendencias universales de vestir. Esta generación la componen los «hijos del boom» de la moda española, un fenómeno singular que se apoya tanto en la real necesidad de expresión creativa de la propia sociedad a través del diseño en general como en la política de la administración socialista dirigida a la creación de la marca Moda de España. La debilidad industrial española así como las nuevas condiciones internacionales de deslocalización de la industria textil y de confección marcan claramente los límites de este boom. Los años noventa conocen la consolidación de algunos de estos nuevos valores de la moda popular española y su internacionalización.

 

 

Con luz propia

Un puñado de creadores españoles han conseguido, en diversos grados y épocas de este siglo, el reconocimiento internacional o una influencia directa tanto en la moda general como en la moda femenina española. Mariano image Fortuny, con sus famosos Delfos o sus tejidos; Cristóbal image Balenciaga, indiscutible rey de la alta costura mundial en los años cincuenta y sesenta; Antonio image Castillo, alma de la firma Lanvin en la misma época; Paco image Rabanne, gran innovador de los años sesenta; Pedro image Rodríguez, artesano indiscutido durante cincuenta años; Manuel image Pertegaz, modernizador de la mujer española en los años cincuenta y sesenta; Elio image Berhanyer, original intérprete del estilo español a finales de la década de los sesenta; Antonio image Miró, inventor junto con Adolfo image Domínguez del new look masculino y femenino de la España democrática de los setenta y los ochenta y image Sybila, un espíritu original reconocido como tal en la moda mundial de los ochenta, son nombres que brillan con luz propia en la historia de la moda española del siglo XX. A ellos hay que añadir el fenómeno insólito de una marca comercial como image Zara, una cadena de 300 tiendas repartidas entre España, Europa y América, por su influencia en la indumentaria femenina española común de los años ochenta y noventa.

A través de estos nombres, suficientemente conocidos y heterogéneos en sus diversas propuestas de moda, puede seguirse claramente una línea de creatividad española.

 

 

Los precursores

Agrupados aquí bajo el epígrafe de «precursores», los dieciocho nombres que siguen tienen precisamente en común esta única característica: la de haber desarrollado su trabajo en favor de una moda española en unas circunstancias claramente adversas y haber preparado el terreno a otros creadores españoles posteriores.

Si la Guerra Civil retrasa la incipiente carrera de Asunción Bastida, el aislamiento político, económico y cultural del franquismo no es el clima más adecuado para que los creadores españoles se desenvuelvan con la normalidad de sus colegas europeos tras la Segunda Guerra Mundial. Algunos de estos creadores, como Laffite y Raphael, se marchan a París, donde consiguen crédito internacional. Los que permanecen en España saben de las dificultades de una época en la que la alta costura de verdad estaba en París y no en Madrid o Barcelona.

Nombres como los de Carmen Mir, Rosser, El Dique Flotante, Santa Eulalia, Marbel, Marbel Junior, Vargas Ochagavía, Herrera y Ollero, Lino y Pedro Rovira marcan una etapa que comienza en los años cuarenta y acaba a principios de los años setenta con la práctica desaparición de todas estas firmas de alta costura. Por lo general, la bondad de la artesanía española en la elaboración de prendas no se corresponde con la necesaria osadía creativa e investigadora capaz de lanzar las novedades que hacen la moda ni con la capacidad industrial, de difusión e influencia. En esta etapa el caso español es justamente el contrario que el de la moda italiana, pero, desde el punto de vista histórico, es significativo el que esta decena de nombres exista y puedan ser conocidos en su propio país, hecho sin precedentes a lo largo del siglo.

Es posible que estos precursores de la alta costura española despejaran el camino para que en la década de los sesenta un nuevo grupo de precursores, esta vez del prêt-à-porter, apareciera con cierta fuerza en el horizonte de la moda española. Antonio Meneses, Josep Ferrer y Andrés Andreu son, junto con las marcas Moda del Sol, Kuny y Ad Lib, los impulsores de una nueva idea de la moda para un público joven y amplio en España entre 1960 y 1975. Su forma de trabajo y su público, joven y de clase media, es la principal innovación aportada por este grupo que tuvo que competir en la escena internacional con los Jean Cacharel, Daniel Hetcher, Mary Quant y Sonia Rykiel, entre otros importantes creadores europeos.

Ésta es una sucinta referencia de cada uno de estos precursores.

 

 

Ad Lib Marca que agrupó a diversas firmas de confección y prêt-à-porter de Ibiza durante los años setenta y ochenta. Fundado en 1970, el grupo Ad Lib se caracterizó por promocionar una indumentaria femenina vanguardista, artesanal y alternativa a las líneas de la alta costura y el prêt-à-porter convencional de la época.

 

Andrés Andreu (Barcelona, 1940) Diseñador barcelonés formado en la escuela de Pedro Rodríguez y pionero del prêt-à-porter español de los años sesenta. Su estilo, muy femenino, personal y vanguardista, le valió importantes colaboraciones en diversas películas españolas que marcaron época en los años setenta. Su firma ha trabajado para exigentes minorías de forma artesanal.

 

Asunción Bastida (Barcelona, 1902-1995) Firma de alta costura barcelonesa, fundada en 1926, a partir de una tienda de género de punto. En 1934 abre casa en Madrid. De estilo clásico, muy influenciado por la moda francesa, Bastida colaboró con Jacques Heim en el lanzamiento de una colección para jóvenes en 1950. Cerró su casa en 1970, aunque trabajó hasta 1975.

 

 

Carmen Mir (Balsareny, 1903-Barcelona, 1986) Firma de alta costura barcelonesa fundada en 1940 y que introdujo en España diversas tendencias internacionales durante los años sesenta y setenta. En 1977, Carmen Mir se retiró y se hizo cargo de la firma su nuera Elisa Lacambra.

 

El Dique Flotante Firma barcelonesa de alta costura y complementos fundada en 1899 por Joaquim Baleta i Mir, inicialmente dedicada a la elaboración de trajes para marinos. De estilo sobrio y muy clásico, esta casa tuvo su auge en los años cincuenta y sesenta en indumentaria femenina, masculina e infantil. Desapareció en la década de los setenta.

 

Herrera y Ollero (Rafael Herrera, Sevilla, 1925; Enrique Ollero, Cáceres, 1926) Firma de alta costura de Madrid que surgió en los años cuarenta. Sigue las tendencias internacionales que abren paso a una mujer más moderna y dinámica.

 

Josep Ferrer (Hostalric, 1929) Pionero del prêt-à-porter español desde que en 1959 fundó su propia firma, especializándose en diseños vanguardistas, dentro de los que destacan sus sastres con pantalones, verdaderamente rupturistas durante los años sesenta. Fue de los pocos españoles presentes en los desfiles de Florencia en 1970. La firma desapareció a principios de los ochenta.

 

Kuny Firma de bañadores femeninos e infantiles creada en Barcelona por Encarnación Domenech en 1959, e introductora del biquini en España. Durante los años sesenta ganó un concurso en Francia que le abrió las puertas del reconocimiento internacional.

 

Laffitte, Julio Diseñador sevillano que hizo carrera en París con Molyneux, Lucien Lelong y, a partir de los años cincuenta, como responsable de los diseños de la firma de alta costura Jean image Patou. En 1940 se estableció en Madrid y Barcelona, pero tres años después pasó a Nueva York, donde diseña colecciones para Saks y Hattie Carnegie.

 

Lino (Madrid, 1909-1987) Modisto de alta costura que abrió en 1930 su firma en Madrid y siguió las tendencias internacionales de la moda. Sus trajes bordados marcan su trabajo en los años cincuenta y sesenta. Cerró en 1975.

 

Marbel (Tarragona, 1901-Canet de Mar, 1969) Modisto de alta costura afincado en Madrid desde 1942; abrió su primera casa en Barcelona en 1936. De estilo original y fantástico, su influencia fue amplia entre las élites madrileñas durante los años cuarenta y cincuenta. Trabajó en sus inicios en París con image Poiret y durante los años cincuenta inició una expansión latinoamericana, abriendo casa en La Habana, que tuvo que cerrar en 1959, año en que también cerró su firma en Madrid.

 

Marbel Junior (Barcelona, 1944). Modisto de alta costura, sobrino de Marbel, de estilo vanguardista y adaptador de las rupturas de los años sesenta a la moda femenina española.

 

Meneses, Antonio (Barcelona, 1932) Firma de prêt-à-porter fundada en Barcelona en 1958. Mezcló el estilo clásico con el vanguardismo de la sastrería en los años sesenta y setenta. Introdujo el prêt-à-porter en el género de punto. De dimensión reducida, la firma ha sobrevivido a todas las crisis.

 

Moda del Sol Marca que agrupa a un conjunto de industriales textiles y confeccionistas españoles desde 1963, en que presentaron su colección conjunta en la embajada española en París. Desde 1964 se hace cargo del diseño de sus colecciones Josep Maria Fillol. Es uno de los pocos intentos españoles para promocionar un prêt-à-porter autóctono. La marca ha permanecido a lo largo de treinta años.

 

Pedro Rovira (Badalona, 1921-Barcelona, 1978) Modisto español de alta costura que abrió su casa en 1948 y cuyo estilo se distinguió por un clasicismo dinámico y moderno, especialmente original en el colorido y las formas simples.

 

Raphael (Madrid, 1900) Diseñador de alta costura, cuyo nombre es Rafael López Cebrián, afincado en París desde los 24 años, donde comenzó modestamente haciendo trajes sastre que le harían famoso a partir de los años cuarenta, tras afrancesar su nombre.

 

 

Rosser (Roser Pujol, Sallent, 1919-Barcelona, 2008) Firma de alta costura barcelonesa fundada en 1947, especializada en vestidos de fantasía, desaparecida durante los años setenta.

 

Santa Eulalia Firma barcelonesa de alta costura que se inició como tal en 1900, tras haber sido una importante firma de tejidos. A partir de los años cuarenta presentó colecciones muy clásicas y sobrias que seguían la moda internacional.

 

Vargas Ochagavía (Jesús Vargas, Ciudad Real, 1913; Emilio Ochagavía, Pamplona, 1922) Firma de alta costura surgida de la colaboración de Vargas y Ochagavía desde 1943; en 1947 presentaron en Madrid su primera colección. Su estilo se adaptó a las tendencias internacionales introduciendo siempre un toque español de reminiscencias folclóricas, como volantes y encajes. Su influencia se extendió hasta bien entrados los años sesenta.

 

 

Los hijos del boom de la moda española

Los múltiples nombres surgidos a finales de los años setenta y en la década de los ochenta conforman una generación completa de creadores de moda que, por primera vez en España, no ha necesitado ir a París, Roma o Nueva York a ejercer su oficio. Algunos de los nombres de esta generación, como Toni image Miró o Adolfo image Domínguez, han trabajado ininterrumpidamente en el prêt-à-porter español desde los años sesenta y pueden considerarse los pioneros de lo que se conocería más tarde como «moda española». Miró y Domínguez abrieron paso a la nueva generación de diseñadores; por su notoriedad, su nombre está incluido entre los nombres propios de este diccionario. En los años setenta surgen nuevos nombres, como el de Francis Montesinos, que ayudarían a preparar el camino de la nueva generación de creadores españoles.

La década de los ochenta vio la explosión del diseño español que recibió importantes ayudas oficiales (el Plan de Intangibles supuso una inversión pública de 18.000 millones de pesetas). Decenas de diseñadores afloraron de la mano del boom del diseño español; algunos consiguieron triunfos rotundos, otros triunfos efímeros y no pocos continúan aún al margen de la notoriedad, realizando un trabajo callado y positivo.

Paradójicamente, en los años noventa, la internacionalización de la moda y la deslocalización de las industrias textiles y confeccionistas obliga a esta moda española a crecer en el exterior del país, cosa sólo asequible a las empresas y los diseñadores más sólidos. Lo cual no implica que no sigan apareciendo nuevos nombres y una generación de novísimos diseñadores.

Ésta es una selección de aquellos nombres de diseñadores españoles que, sin el ánimo de ser exhaustiva, pretende cubrir una visión general sobre los nombres de la moda española contemporánea que afloraron a partir de la década de los ochenta, interesantes por diversos motivos, estén o no ahora mismo en activo.

 

Aedo, Peter Diseñador de prêt-à-porter afincado en Barcelona donde, en 1980, montó su empresa propia basada en la calidad y el diseño internacional contemporáneo. Un 30 por ciento de su producción se exporta a Japón, Kuwait, Bélgica y Noruega.

 

Alvarado, Antonio (Alicante, 1955) Diseñador de prêt-à-porter de estilo rupturista y fantástico, con influencias hollywoodienses y punkies para una mujer urbana y libre. En 1974 presentó su primera colección centrada en trajes de fiesta. Sus trajes son excéntricos y especulares, de difícil reproducción industrial.

 

Arzuaga, Amaya (Lerma, Burgos, 1970) Representante de la novísima generación de diseñadores españoles, une a su estilo personal y depurado una decisiva visión empresarial que ha hecho que su trabajo triunfe en Londres, Nueva York o Tokio. Hija de una empresaria de la confección de punto, se dio a conocer en los salones españoles; tras una primera colección en París, sus desfiles en Londres de 1997 fueron el espaldarazo definitivo de su proyección internacional.

 

Baeza, Guillermina Diseñadora afincada en Barcelona, especializada en baño y lencería, con un estilo muy personal y colorista que comienza a ser reconocido y apreciado en la década de los ochenta.

 

Balado, Mila y Tucho Diseñadores barceloneses especializados en género de punto, al que han aportado durante los años ochenta una importante dosis de innovación y humor, refrendados por su éxito internacional. Su marca A Menos Cuarto fue creada en 1983, pero diseñan desde los años setenta, en que colaboraron con diversas firmas.

 

Basi, Armand Firma barcelonesa de prêt-à-porter nacida en 1987, de estilo juvenil y vanguardista, en la que han colaborado diseñadores como Chu Oroz hasta 1990 o Juste de Nin, desde 1991. En 1995 inaugura su primera tienda fuera de España y comienza a distribuirse con gran éxito en 11 países.

 

Benarroch, Elena (Tánger, 1955) Diseñadora madrileña especializada en peletería. Gran innovadora en su especialidad, lo que le ha valido en pocos años un reconocimiento internacional. En 1979 inauguró su peletería madrileña y en 1986 abrió tienda en Nueva York.

 

Boluña, Pep (Sabadell, Barcelona, 1951) Diseñador de prêt-à-porter de estilo innovador, a partir de la elección de los tejidos. Abrió una tienda a mediados de los setenta y, junto con Montse Torres, presentó su primera colección en 1987. El talante experimental de su diseño se dirige a un público joven, mientras otra de sus líneas está pensada para un público femenino más clásico.

 

 

Cañas, Javier Diseñador gallego de prêt-à-porter para hombre y mujer; se hizo cargo en 1969 del diseño de la marca Caramelo, buque insignia de su industria, que produce también otras marcas consolidadas en el mercado español y el exterior.

 

Cabaleiro, Gene (Redondela, 1939)Diseñador gallego de prêt-à-porter masculino y femenino que trabaja con su propio nombre y con la marca D’Aquino desde principios de los años setenta. Buena parte de su producción se destina a la exportación a Europa, Estados Unidos, Canadá y México, entre otros lugares.

 

Cacheda, Florentino Diseñador gallego de prêt-à-porter que transformó un taller familiar en una potente industria desde finales de los años setenta. En 1978 participó por primera vez en el salón Sehem de París e inició un ambicioso plan de exportación, que hoy alcanza a diez países.

 

Caral, Alfredo Diseñador madrileño, promotor de una cadena de comercios que incluyen vestidos, complementos, peluquería y belleza. En 1976 presentó su primera colección prêt-à-porter y en 1986 su primera colección de moda masculina.

 

 

Casado, Paco (Madrid, 1957) Diseñador de alta costura y prêt-à-porter instalado en Madrid; colaboró entre 1977 y 1982 con Manuel Piña y después se instaló por su cuenta. De estilo sobrio, estructurado a partir de tejidos naturales, su escuela enlaza con las raíces de Balenciaga.

 

Cuesta, Jordi (Barcelona, 1959) Diseñador de moda femenina; abrió su firma a los 23 años y presentó su primera colección el mismo año. Su estilo vanguardista representó en los ochenta cierta tendencia juvenil de moda atrevida y punky, buscando las tendencias rupturistas.

 

Delgado, Francisco (Santander, 1943) Diseñador de alta costura y prêt-à-porter afincado en Madrid; su estilo se inserta en la calidad de la alta costura. Ha vestido a gente del espectáculo y de la aristocracia.

 

Delgado, Lydia Diseñadora barcelonesa de prêt-à-porter; se introdujo en el mundo de la moda a través de la danza. En 1983 presentó una original colección de camisetas de algodón, en 1985 exhibió su primera colección completa y en 1990 abrió su primera tienda. Pertenece a la novísima generación de diseñadores españoles.

 

Devota y Lomba (Luis Devota, Palo Santo, 1962, y Modesto Lomba, Vitoria, 1962) Diseñadores de prêt-à-porter vascos; presentaron su primera colección en 1986 y llamaron la atención por su estilo audaz y experimental. Sus creaciones posteriores se han extendido a los accesorios y a las joyas. En 1993 muere Luis Devota, pero Lomba continúa la trayectoria iniciada.

 

Fernández, Manuel (Barcelona, 1962) Diseñador de prêt-à-porter femenino y masculino que presenta con la marca Trazo’s desde 1985. De estilo innovador, pertenece a la novísima generación de diseñadores españoles.

 

Font, Josep y Díaz, Luz (Santa Perpetua de la Moguda, Barcelona, 1963 y Alconchel, Badajoz, 1964). Diseñadores de prêt-à-porter afincados en Barcelona, donde comenzaron a principios de los años ochenta con una línea de camisería. Ganadores de diversos premios internacionales y españoles, en 1988 lanzaron una línea en género de punto de estilo renovador e intemporal. Buena parte de su producción y de sus diversas marcas se venden en Europa y Estados Unidos.

 

Fortes, Luis Diseñador catalán. Especializado en los años ochenta en moda rockera y extravagante para minorías muy reducidas e influenciadas por las vanguardias urbanas estadounidenses.

 

García, Purificación (Castrelo del Valle, 1952) Diseñadora de prêt-à-porter femenino afincada en Barcelona, presentó su primera colección en 1981. Continúa con la tradición de las antiguas casas de alta costura barcelonesas y la mezcla con la funcionalidad y el confort de la moda sport. A finales de los ochenta se asoció a una firma japonesa.

 

Gonsálvez, Jorge (Orense, 1947-Madrid, 1993) Diseñador gallego de alta costura y prêt-à-porter afincado en Madrid, donde ha vestido a la reina Sofía o a Carmen Romero, esposa de Felipe González. Abrió su casa a principios de los ochenta y se especializó en atuendos de vestir, siguiendo la tradición de la alta costura y los productos de élite.

 

Guitart, Kima (Esparraguera, Barcelona, 1947) Diseñadora sumamente original, puede encuadrarse dentro de la tendencia art wear, a partir de sus diseños exclusivos de tejidos, generalmente de seda. Ya conocida en el mundo de la pintura, comienza a trabajar en el textil en 1973, especializándose en pintura sobre seda, a la que incorpora técnicas japonesas y africanas. Comienza pintando pañuelos y otros elementos de decoración; a partir de los ochenta realiza diseños completos de prendas intemporales en series muy cortas, que alcanzan notable éxito en la exportación.

 

Gutiérrez, Fernando (Madrid, 1954) Diseñador de prêt-à-porter, especializado en punto para mujer y diseño deportivo para hombre, con un estilo que combina lo clásico y lo vanguardista. Presentó su primera colección en 1978 y en 1986 comenzó la exportación de sus productos tanto para hombre como para mujer.

 

Hierro, Pedro del (Madrid, 1948) Diseñador de alta costura y prêt-à-porter, continuador del barroquismo de las antiguas casas de alta costura de Madrid. Abrió su firma de costura en 1974 y diseñó prêt-à-porter para su marca Hábito desde 1987. De espíritu independiente y sobrio, su estilo se caracteriza por las líneas asimétricas.

 

 

Loewe, Enrique Madrileño, empresario y diseñador. Fue el alma de la firma Loewe hasta que ésta se incorporó a una multinacional a finales de los años ochenta. A partir de entonces dirige su propia firma de moda y complementos.

 

Marcé, Roser (Barcelona, 1947) Diseñadora de ropa femenina y masculina que fabrica en pequeñas series en su propio taller, de acuerdo con un estilo funcional y clásico muy personal. Presentó su primera colección en 1970 y desde 1975 inició su línea de hombre, vanguardista y sobria. También diseña accesorios y ropa interior.

 

Monge, Sol Diseñador de prêt-à-porter afincado en Barcelona, conocido por sus marcas Trip y 4 ever, dedicadas a prendas prácticas e intemporales para un público joven, vanguardista y amplio. Sus colecciones nunca se ven en pasarela, y ha vestido a diversos personajes de la música rock y el espectáculo.

 

Montesinos, Francis (Valencia, 1950) El más barroco, vanguardista y fantasioso de los grandes nombres del diseño español de finales de los setenta y ochenta. Diseña para marcas industriales, además de para su propia firma, que hizo espectaculares presentaciones de una moda nacionalista y neofolclórica, inspirada en las raíces mediterráneas y levantinas. Precursor de una moda colorista y libre, su innegable talento quedó atrapado en las dificultades de la estructura industrial española a finales de los años ochenta. En 1994 vuelve a abrir casa en Valencia y reemprende su trayectoria, caracterizada por una estética muy personal.

 

Morago, Pedro (Valladolid, 1943) Diseñador de prêt-à-porter afincado en Madrid que combina la experimentación en la moda femenina y masculina con las grandes series que produce también para el exterior, especialmente para Italia. En 1977 crea una sociedad para la fabricación de ropa informal y en 1982 abre su propia firma. Su estilo desenvuelto, juvenil y alegre enlaza bien con los gustos del momento.

 

Nuez, Margarita (Foz de Calanda, Teruel, 1940) Diseñadora de prêt-à-porter de calidad afincada en Barcelona, donde en 1974 instaló su propio taller. De estilo refinado y simple, su ropa continúa la tradición de la alta costura traspasada a pequeñas y sofisticadas series, presentando colecciones regulares en Barcelona y Madrid. Es también proveedora de la reina de España.

 

Pernas, Antonio (La Coruña, 1944) Junto con su mujer, María Freire, ambos afincados en Madrid, representa una vuelta a lo clásico y a las formas puras desde su presentación pública en el salón Cibeles de Madrid en 1991.

 

Piña, Manuel (Manzanares de la Mancha, 1944-Madrid, 1994) Afincado en Madrid, fue uno de los primeros nombres del diseño español con imagen afianzada. Hace moda con su propio nombre desde 1974, y en 1979 presentó su primera colección de prêt-à-porter. Seguidor del estilo Balenciaga, se especializó en punto, seda y tejidos naturales. Diseñó y colaboró con diversas firmas comerciales. Se retiró en 1990, pero volvió a presentar diseños dos años después. Murió de sida a los 50 años.

 

Pozo, Jesús del (Madrid, 1936-Madrid, 2011) Diseñador de alta costura y prêt-à-porter afincado en Madrid. Abrió su primera tienda de hombre en 1974 y en 1980 presentó su primera colección de prêt-à-porter mujer. Su estilo desestructurado y libre propone una mujer estilizada y espiritual, que contrasta con el estilo barroco de los años ochenta.

 

Ramallal, Teresa (Orense, 1953) Diseñadora afincada en Barcelona, abrió su primera tienda en 1978 y se empeñó, durante los años ochenta, en una renovación radical y estilizada del género de punto y los complementos.

 

Reblet, Pepe (Zaragoza) Diseñador de moda masculina de estilo innovador que consigue su consagración en la década de los setenta con el reconocimiento internacional de su marca. Ajeno al mundo de la promoción, su firma se ha afianzado como una de las más sólidas de la moda masculina española durante los años ochenta.

 

 

Rocafort, Juanjo (Madrid, 1943). Diseñador de prêt-à-porter español; abrió una pequeña tienda en 1963 y en 1969 comenzó a fabricar su propia línea de prêt-à-porter. En 1979 trabajó en Estados Unidos, donde logró un gran éxito con unas camisetas luminosas, hasta 1985, en que volvió a España y presentó una colección con su propio nombre. La fantasía y el gusto vanguardista definen gran parte de su trabajo.

 

Ruiz de la Prada, Agatha (Madrid, 1960) Diseñadora de prêt-à-porter de fuerte personalidad y criterio independiente, fue musa de la famosa Movida madrileña de mediados de los años ochenta y diseñó desde 1981 excéntricas y espectaculares colecciones de difícil reproducción seriada; también tiene desde 1984 una línea de confección juvenil y de complementos. Es de las pocas diseñadoras españolas que ha lanzado su propio perfume.

 

Ruiz, Nacho (Madrid, 1949) Influenciado en sus inicios por la moda ibicenca Adlib presentó sus propios diseños futuristas en 1977. Investigador de nuevos tejidos y tendencias, en los años ochenta colaboró con diversas firmas de Barcelona, desde donde lanza en 1982 su línea de mujer y en 1986 la de hombre, en una evolución que prima el clasicismo.

 

 

Schlesser, Ángel (Madrid, 1957) Diseñador de prêt-à-porter masculino y femenino de fuerte personalidad, pertenece a la novísima generación de moda española. En 1984 presentó su primera colección de hombre y en 1986 inauguró su línea para mujer. Un estilo sobrio, sofisticado, simple y personal caracteriza su aportación al diseño de moda español.

 

Tomás, José (Barcelona, 1954) Diseñador de moda masculina afincado en Barcelona, donde comenzó a diseñar en 1974 y en 1977 creó su propia empresa y sus dos marcas, Haigh y Passport. Su estilo es innovador, deportivo y funcional, dentro de las tendencias vanguardistas internacionales.

 

Tráfico de Modas Bajo este nombre se agrupa, desde 1982, un equipo que dirige Pedrín Errando y que trabaja desde Valencia con un estilo libre, joven e iconoclasta, pleno de humor, en prendas femeninas, masculinas e infantiles.

 

Uroz, Chu Diseñador barcelonés; su estilo refleja las tendencias más vanguardistas a la vez que funcionales en sus diseños para diversas firmas españolas.

 

Valls, David (Barcelona, 1959) Diseñador de prêt-à-porter especializado en género de punto, del que es un investigador y renovador, presentó su primera colección en 1986. Apasionadamente mediterráneo, es también un impulsor de las nuevas tecnologías aplicadas a una moda cuyo estilo resulte intemporal.

 

Verdú, Joaquim (Barcelona, 1948). Diseñador de prêt-à-porter masculino y femenino de estilo joven, vanguardista y dinámico, que comercializa su propia línea desde 1984. Gran parte de su producción va destinada a la exportación a Europa y a países árabes como Kuwait y Arabia Saudí.

 

Verino, Roberto (Verín, 1945). Diseñador de prêt-à-porter, cuyo verdadero nombre es Manuel Roberto Mariño; de estilo funcional y desenvuelto para una mujer universal que elige comodidad y modernidad, se incorporó al mundo de la moda en 1967, al tomar las riendas de un negocio familiar de confección. En 1982 presentó su primera colección y un año después abrió una primera tienda en París. Productor de su propia moda, construye una industria sólida y prestigiada internacionalmente.

 

Victorio y Lucchino (José Víctor Rodríguez Caro y José Luis Medina del Corral) Diseñadores de alta costura y prêt-à-porter afincados en Sevilla, pertenecen a la novísima generación de diseñadores españoles. Presentaron su primera colección en 1985 en Nueva York. Su estilo es desenvuelto, excéntrico y vanguardista, centrando su interés en resaltar el cuerpo femenino. En 1995 lanzaron su primer perfume.

 

 

Los grandes negocios

La España del siglo XX tiene en la industria textil tradicional (lana y algodón), especialmente importante y de gran calidad en las ciudades catalanas de Sabadell y Terrassa, un pilar básico de la moda hasta la mitad del siglo. El aislamiento español hasta 1975 configura un panorama especial, tanto para el textil como para cualquier negocio relacionado con el mundo de la moda. Hay que tener también en cuenta que la entrada de España en la Comunidad Europea en 1986 abre el mercado español a las industrias de moda europeas (básicamente italianas, francesas y portuguesas), lo que significa un importantísimo cambio en la estructura económica de la moda española. La capacidad de competir en un mercado abierto determina, en los años ochenta, que sólo las empresas muy fuertes por su potencia, su creatividad o imaginación y flexibilidad comercial, tanto textiles como confeccionistas, consigan un lugar en el cada vez más complejo e internacionalizado mundo de la moda.

Por razones diversas, en esta última etapa hay que considerar una serie de nombres del mundo de la moda en España como emblemáticos de esta transformación y de mención obligada.

Los grandes negocios de la confección tienen básicamente tres nombres ligados tanto a la producción como a la comercialización de la moda: El Corte Inglés (Induyco), Cortefiel y Zara (Inditex). Estos tres nombres se repartían en 1991, según cálculos no oficiales, entre un 40 y un 50 por ciento del mercado español de prendas de vestir, calculado en esa época por un estudio del Banco de Inglaterra en 1,7 billones de pesetas. La consolidación de la cadena de tiendas Zara durante los años ochenta y su salto a la exportación es el ejemplo más claro de los nuevos sistemas de la moda española.

De características y orígenes muy diferentes, estas tres cadenas comerciales españolas tienen en común su contacto directo con el mercado masculino y femenino y su control directo sobre los productos de moda que ponen a la venta.

Junto a estos grandes nombres, aparecen a finales de los años setenta y principios de los ochenta fenómenos muy interesantes como la firma Don Algodón creada por el empresario Pepe Barroso, dedicada a moda juvenil femenina de calidad y sostenida por una cadena de tiendas propia, o la marca Massimo Dutti (fundada por Armando Lasauca e integrada posteriormente en el holding Inditex) para indumentaria masculina a buen precio, que crea también su propia red comercial en toda España. El mismo Lasauca lanzaba en 1991 un nuevo proyecto de cadena comercial y productora de moda masculina a precios asequibles bajo el nombre de Polo Sur, que cerró en 1994. El modelo creado por cadenas americanas como Gap y por empresas como las italianas Fiorucci y Benetton tiene, en todos estos nombres instalados en toda España y con importantes volúmenes de facturación, su réplica española. Otros nombres como las cadenas Mango o Globe constatan la vigencia del nuevo sistema.

 

 

Textiles, complementos y otras líneas

La tradición textil española tiene importantes nombres en la fabricación de lanas y algodones, en especial catalanes, a lo largo de todo el siglo; sin embargo, y por las especiales características españolas, queda prácticamente al margen de las innovaciones introducidas en la era de las fibras artificiales y sintéticas. Algunos intentos de romper este aislamiento tecnológico se llevan a cabo por jóvenes técnicos textiles en la década de los setenta y los ochenta y se ven recompensados con el éxito en la exportación y por la incorporación de los nuevos tejidos españoles a firmas tan prestigiosas en la moda de los años ochenta y noventa como las de Giorgio Armani, Ralph Lauren, Donna Karan, Issey Miyake o Calvin Klein, entre otras.

El nombre de Nicolás Bosch (Barcelona, 1943) resume la trayectoria de estas generaciones. Ligado al grupo de jóvenes diseñadores afincados en el París de los sesenta y los setenta como Issey Miyake, Rei Kawakybo, Claude Montana, Chantal Thomas o François Girbaud, Bosch, que proviene de una familia catalana relacionada con el textil, comparte la nueva filosofía de estos diseñadores. Se trata de entender la moda como algo relajado, próximo y vital, capaz de aunar en un trozo de tela las tecnologías más innovadoras con la experiencia de siglos de civilización. En la década de los setenta, a su vuelta a Barcelona tras su estancia en París, comenzó a experimentar en nuevos tejidos y acabados. Entre 1977 y 1988 lanzó cuatro tipos de tejidos que revolucionaron la percepción de lo que deben llegar a ser los «tejidos con experiencia» de finales del siglo: el primero es un tweed suave como un tejido ligero, que se utiliza para hacer camisas; el segundo es el túbico o tejido doble; el tercero es una mezcla de lino con cupro, y el cuarto, lanzado en 1988, es el llamado tecnosilk, un tejido con aspecto de gabardina suave e impermeable. En 1987 Bosch recibió el Premio Nacional de Diseño Textil en reconocimiento a esta labor, que se plasma en el mundo como un renacimiento de los gustos por los materiales naturales, que tienen las ventajas que proporcionan las nuevas técnicas de fabricación. En 1994, tras un descalabro económico, la firma desapareció.

El heterogéneo mundo de los complementos ofrece en España durante este siglo algunos puntos relevantes que, por su originalidad o sistema de trabajo, han tenido reconocimiento internacional. Entre ellos destaca la producción de zapatos y complementos de piel, en los que la firma Loewe encarna la excelencia de la tradición combinada con la calidad y el diseño de moda a lo largo de todo el siglo, y en especial a partir de los años setenta. Fundada en Madrid en 1846 por Heinrich Loewe como un taller de complementos de piel, en 1890 se abrió la primera tienda Loewe y en 1939 uno de los descendientes la amplió a prendas de vestir; en 1943 inauguró la sucursal de Barcelona y comenzó a presentar colecciones estables; posterior fue la expansión de la red de tiendas en España y en el mundo. La firma pertenece a una multinacional francesa desde finales de los años ochenta y ha creado toda una escuela en la calidad de los accesorios. En el terreno de la adaptación a la moda internacional de elementos populares hay que mencionar al fabricante de alpargatas Castañer lanzado en los años setenta por Saint-Laurent. En un estilo juvenil innovador y de calidad, el mundo del calzado tiene en la diseñadora Sara Navarro y en la firma Camper dos estrellas ascendentes desde finales de los años ochenta.

En el sector de la moda infantil y de la indumentaria para novias, la moda española tiene también representantes en el mercado internacional. Cabe subrayar a este respecto las importantes ferias que se celebran en Valencia (FIMI) para indumentaria infantil y en Barcelona para indumentarias de ceremonia desde los años ochenta. En el mundo de la artesanía cabe señalar la calidad de los diseñadores de joyería, una tradición mantenida desde la época modernista y encarnada desde los años setenta en individualidades originales internacionalmente reconocidas como Montserrat Guardiola o Chelo Sastre.

También la peluquería española ha tenido, desde los años sesenta y a la par que evolucionaban los sistemas de peinado femenino tras la desaparición del sombrero, nombres de relevancia internacional como el de Luis Llongueras (Esparraguera, 1936), que a principios de la década de los noventa tenía 47 salones con su nombre abiertos en España y en París, Lisboa, Ginebra, Tokio y Buenos Aires, que atienden a unas 650.000 personas anualmente, y tres institutos-escuela en Barcelona, París y Milán, que cada año imparten clases a cerca de 5.000 peluqueros, además de una línea propia de cosmética.

 

 

Promoción, escuelas y revistas

Los cambios estructurales introducidos por la industria de la confección ponen en marcha una nueva dinámica organizativa que llega también, aunque con cierto retraso, a la moda española a partir de los años sesenta y setenta. A partir de esta época comienzan a organizarse grupos empresariales autóctonos (desde Moda del Sol hasta Ad Lib, pasando por el Instituto Español de la Moda de Barcelona creado en 1964) a imagen y semejanza de organizaciones exteriores, y también comienzan a manifestarse embriones de lo que serán luego grandes ferias de textiles, de confección (Gaudí en Barcelona, Cibeles en Madrid), de complementos y otras líneas de moda. En este último caso hay que subrayar el precedente organizativo en el meritorio trabajo durante los años cincuenta y sesenta de lo que fue la Cooperativa de Alta Costura, con sede en Barcelona.

Paralelamente comienzan a aparecer revistas femeninas como Dunia y Telva dirigidas al gran público y basadas en el modelo de la gran prensa francesa que intentan servir de plataforma a la expansión de la industria confeccionista y la moda popular española con mayor o menor fortuna. Otras revistas más especializadas reflejan las inquietudes del mundo de la industria y la creación de moda que, a la par con la evolución de la sociedad española, está comenzando a despertar en el país. Muy importante, en este terreno de la difusión y de la promoción de moda, es el papel de una importante generación de fotógrafos (desde Gianni Ruggiero hasta Leopoldo Pomés pasando por Oriol Maspons, Toni Bernad, Toni Riera, Egiguren, Ferrater, Esclusa o Vallhonrat, entre otros) y de una no menos importante generación de maniquíes (desde Teresa Gimpera hasta Montse Riba, pasando por Alicia Borrás, Montse Bulnes, Romy, Carmina Hernando, Nico o Carmen Abreu, entre otras) que, como casi todas estas manifestaciones, tienen en la ciudad de Barcelona durante la década de los setenta su plataforma básica.

Es destacable, asimismo, que estas circunstancias empiezan a generar necesidades educativas que, en los años setenta, recogen básicamente dos escuelas especializadas radicadas en Barcelona: la Escuela de Diseño Textil, dirigida por Ramon Folch, y la Escuela de Artes y Técnicas de la Moda, dirigida por Roser Melendres. Hasta ese momento, la tarea educativa en materia de moda se había ceñido en España a las carreras técnicas de ingeniería textil y diversas escuelas privadas de patronaje, basadas en la experiencia de la alta costura.

A partir de estas bases, la década de los ochenta conoce una verdadera revolución. Nuevas revistas, casi todas filiales de revistas francesas o estadounidenses, nuevas generaciones de fotógrafos, de maniquíes, de promotores y de periodistas, así como nuevas escuelas, ponen la máquina de la moda a todo tren y configuran la parte menos visible del gran iceberg de la moda española, que hace notar su existencia en el mundo a través de un aluvión de diseñadores y creadores que dan al hecho el carácter de un boom. Un boom que se esparce por toda España y que se consolida industrialmente en nuevos escenarios como Galicia, Valencia y Madrid, además del tradicional punto de referencia de Cataluña.

 

 

ESTADOS UNIDOS

La influencia del estilo y de las formas de trabajo y de vida estadounidense en la moda del siglo XX fue decisiva en la progresiva funcionalidad de la indumentaria de hombres y mujeres, a través de los nuevos tejidos hechos con fibras químicas, en la organización de la moda masiva y en la propuesta de estilos de vida que sintetiza el vestido.

El cine, creador de modas La moda mundial conoce con fuerza progresiva desde los años veinte la gran influencia del cine estadounidense. Actrices, actores y diseñadores hacen del cine estadounidense un instrumento de difusión de modas que pronto alteró el equilibrio que se basaba en la influencia inglesa para la indumentaria masculina y la alta costura francesa para la moda femenina. Londres y París ven en Hollywood un claro rival en la creación del gusto que determina la indumentaria. Los hechos confirman que la historia del traje en el siglo XX pasa necesariamente por Hollywood, cuya ambición es la de lograr una influencia planetaria. A lo largo del siglo XX esa homogeneización del gusto hegemónico y la internacionalización de las modas es incuestionable, ya que apenas existen diferencias entre los estilos en las indumentarias de los diversos países.

La búsqueda de un público universal La industria de la confección conoce en Estados Unidos un impresionante desarrollo desde finales del siglo XIX. El eslogan ready to wear entiende la moda como producto comercial y habla mucho del espíritu que mueve a esa industria, que comienza elaborando trajes de trabajo y prendas relativamente simples como camisas masculinas. Sin el complemento de un desarrollo moderno de las redes comerciales, la industria de la confección estadounidense no habría estado, desde finales de los años treinta, en disposición de marcar la evolución de la industria de la moda. El circuito comercial incluyó unos potentes sistemas de difusión del producto y la moda, entre los que están las revistas femeninas; los estadounidenses reconvirtieron esta prensa en un verdadero catálogo de la producción de moda y de cosméticos y le dieron un carácter práctico que sintonizó con un público masivo. La fórmula estadounidense se implantó finalmente en todo el mundo.

Sobre estos dos pilares, el estilo norteamericano determina, en general, la indumentaria informal del siglo XX, aligerando las propuestas inglesas para la moda masculina, como en el caso de la americana, las prendas de abrigo y el calzado. El éxito mundial del pantalón vaquero o de las zapatillas de deporte (o sneakers) son tan sólo dos ejemplos del alcance de esta influencia. El mismo proceso, basado en la informalidad y la funcionalidad, puede aplicarse a la moda femenina. Los dos polos de influencia en la moda son Los Ángeles-Hollywood y Nueva York, donde se concentra, en su famosa Séptima Avenida, gran parte de la estrategia de la industria de la confección mundial. La ciudad de Nueva York fue también durante la Segunda Guerra Mundial la capital internacional de la moda femenina, y probablemente habría conservado este título sin la reacción de la moda francesa de la posguerra, que encontró su banderín de enganche en el new look de Dior.

Los avances textiles en fibras químicas encontraron en las grandes empresas estadounidenses una de las claves para modificar las sucesivas modas, tal como ocurrió con la aparición del nailon y de otras fibras. Todos estos factores han incidido en una progresiva americanización del estilo indumentario del siglo XX.

 

ESTAMPADO

Proceso técnico que produce dibujos y colores en ciertas telas y que durante el siglo XX ha conocido especial desarrollo para el vestuario femenino e infantil y, a partir de los años cincuenta, también para ciertas prendas del vestuario masculino como camisas y ropa interior. La moda ha marcado claramente el estilo y el dibujo de las telas estampadas, que han recogido toda clase de motivos.

 

ESTEREL, JACQUES

(Bourg-Argetal, 1917-París, 1974). Modisto francés de alta costura y prêt-à-porter que se hizo famoso por crear en 1958 para Brigitte Bardot su vestido de boda en tela de cuadritos Vichy blanca y rosa, rematada en el escote con bordado inglés. Abrió su casa de costura ese mismo año. En 1970 fue uno de los que apoyó el movimiento image unisex y presentó una colección en la que los hombres llevaban faldas; la colección causó cierta conmoción, pero no sintonizó con el unisex que la juventud entronizó durante esos años.

 

ESTILISTA

En su acepción francesa (styliste) designa al diseñador de moda especializado en prêt-à-porter. La evolución progresiva de la industria ha creado una nueva acepción de la expresión que se refiere a aquel profesional que elige y combina las prendas y los complementos que llevará la modelo para una sesión fotográfica o un desfile. Esta especialidad se va perfilando en Estados Unidos y Francia en el momento en que las revistas de modas sustituyen a los dibujantes por fotógrafos a finales de los años veinte. Las principales revistas norteamericanas y francesas eligen los vestidos y complementos que deben ser fotografiados y encargan a un «profesional del estilo», que eso es el estilista, la asistencia al fotógrafo para la correcta presentación de las prendas. La progresiva sofisticación del engranaje de la moda iba a convertir al estilista en pieza básica para la presentación atractiva de los prototipos. En la actualidad los estilistas trabajan en todos aquellos campos de la moda en la que ésta tiene contacto directo con el público: fotografías, desfiles, publicidad, escaparatismo, etc.

 

ESTILO

Término que se ha transformado en su relación con la moda del vestir desde los profundos cambios que el gusto joven y la expansión de la industria de la confección introdujeron en el sistema de la moda durante los años sesenta. Hasta ese momento el estilo designaba períodos de tiempo más o menos largos en los que imperaba una determinada línea de gusto. Fueron, por ejemplo, «estilos» la moda femenina de los años veinte o el new look. Individualmente era en esos momentos más valorado «ser elegante» que «tener estilo», expresión esta que se ligaba a rasgos específicos de la personalidad de cada creador o de los propios individuos.

A partir de los cambios de los años sesenta, la diversificación y la producción masiva, así como la coexistencia de modas y tendencias múltiples, propicia la utilización del término «estilo» más como cualidad individual, en sustitución de la elegancia, que como descripción de las características de una moda que define un tiempo concreto. Pero el tener estilo ya no se refiere, específicamente, a los rasgos originales de una personalidad individual, sino a la capacidad de vestirse de acuerdo con esta o aquella propuesta de la moda, con este o aquel estilo. Esta progresiva complicación da lugar a la profesión de image estilista. Desde los años ochenta, los estilos son claramente propuestas de moda, simultáneas en el tiempo, a las que pueden acceder los consumidores. Los creadores de moda, por ejemplo, pueden tener un estilo propio muy definido (firmas como image Hermès) o bien pueden trabajar diversos estilos simultáneamente (image look).

 

ESTOLA

Prenda hecha de piel o de otro material de abrigo que cubre los hombros y los brazos. Estuvo muy de moda en los años cincuenta en los que fue un complemento imprescindible del new look.

 

ETIQUETA

1. Marca o señal de identificación de una firma que se añade a las prendas de vestir. A principios de siglo, sólo los trajes y los abrigos masculinos llevaban esta señal, por lo general dentro de un bolsillo, y en ella se podía hacer constar la fecha de terminación de la prenda así como el nombre del sastre y del cliente. La costumbre de etiquetar las prendas proviene de los camiseros estadounidenses y, en general, de la industria de prendas de confección más antiguas. Este hábito se generalizaría a partir de los años treinta y cuarenta, cuando se cosían las etiquetas a toda clase de prendas masculinas y femeninas en lugares discretos del interior de la misma. Algunos peleteros de prendas femeninas idearon un sistema de bordar el nombre del creador de la prenda junto al de la cliente en el forro de abrigos y chaquetas como señal identificatoria. A partir de los años sesenta se generalizan en Estados Unidos y poco después en Europa las etiquetas en las que se da cuenta de la talla de la prenda, se describe la composición del tejido y se incluyen ciertas instrucciones para el cuidado y el lavado. A mediados de la década de los setenta y coincidiendo con la manía de exhibir la marca en el exterior de la indumentaria, ciertos fabricantes colocan, a modo de adorno, la etiqueta de su firma en un lugar visible. Los pantalones vaqueros habían exhibido su etiqueta de cuero como garantía de origen y de calidad desde que comenzaron a ponerse masivamente de moda en los años cincuenta y sesenta. || 2. La expresión «etiqueta» se utiliza también para definir ciertos tipos de indumentarias, masculinas y femeninas, propias para acontecimientos sociales como bodas, fiestas y otros tipos de celebraciones. Esta costumbre de las convenciones vestimentarias proviene de las rígidas y exhaustivas normas de etiqueta decimonónicas que se mantuvieron en vigor, con ciertas modificaciones que las simplificaban, hasta la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente las costumbres sociales aligeraron estas convenciones hasta el punto de que la expresión «etiqueta» sólo se refiere, en cuanto a indumentaria masculina, a lo que se conoce como traje de image esmoquin. Para el vestuario masculino, las normas de etiqueta señalan también, para ocasiones específicas, indumentarias como el image frac (con o sin condecoraciones) para ceremonias de gala o gran gala, el image chaqué para bodas y recepciones de día y el simple traje oscuro. En la indumentaria femenina, la expresión «etiqueta» ha dejado de utilizarse y ya no se liga, como ocurrió hasta los años cincuenta, al traje de cóctel o al traje de noche, según la hora, aunque se llaman así ciertos trajes inspirados en los masculinos para tales momentos (image gala).

 

ETON

Tipo de cuello alto, vuelto y duro, utilizado en prendas de vestir masculinas de acuerdo con el estilo del famoso colegio inglés de enseñanza primaria y secundaria. También, chaqueta abierta más bien corta utilizada en el uniforme de dicho colegio.