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Gastos basados en la realidad
El otro día Ana y Tadeo fueron a cambiar una ropa de niño. Al procesar la transacción, debían abonar una pequeña diferencia en dólares y Ana con naturalidad dijo: «Cárguela a mi tarjeta». Tadeo no lo podía creer y su rostro lo reflejaba. Su cerebro estaba funcionando a una velocidad tan elevada que le costó decir: «¿Por qué?» Ella le dijo que prefería usar el «plástico» en vez del efectivo porque le gustaba tener los billetes en la billetera.
Esta pequeña anéctoda refleja la razón por la que tantos americanos se quedan paralizados por una tarjetita de plástico. Es indolora. Es la mediadora del peso emocional de la transacción. Pero el problema es que lo único que uno hace es aplazar el momento del pago y a veces el dolor termina siendo mayor que pagar con efectivo en el momento de la compra. Los matrimonios deben enfrentarse con el resultado de las decisiones que tomen, que a menudo conducen a disputas y al desánimo.
Compre sólo con efectivo o con cheques Una de las formas más rápidas de dejar de acumular deudas y de ponerlas bajo control, es pagar con efectivo o con cheques. Yo lo denomino compras basadas en la realidad. El lema: «No gaste lo que no tiene». Es vivir en base a la realidad en vez de vivir una fantasía.
Ahorros efectivos Cuando compre con plástico, se llevará las cosas más caras. Hay una razón simple: cuando la gente usa las tarjetas de crédito en forma excesiva no sienten la realidad de la transacción, pues son la anestesia para la deuda. Ésta taladra un agujero en la economía de la persona sin que se sienta nada.
Salir de compras con efectivo o con cheques le permite percibir lo que cuesta desprenderse de los billetes que tanto costó ganar. Le obliga a bajar al plano de la realidad y, en consecuencia, a buscar los mejores precios.