Un placebo es una pastilla que no contiene medicamento (por lo general es de azúcar) que les dan a tomar a las personas que participan en algunos estudios clínicos para que los investigadores puedan comparar los efectos benéficos del medicamento real que están estudiando con los del “impostor”. Por lo general, ni las personas que participan en el estudio ni los investigadores saben quién recibe el medicamento real y quién el placebo. Cuando se tabulan los resultados, el medicamento tiene que demostrar mejores resultados que el placebo para obtener la aprobación de la FDA.
Sin embargo, después de años de usar placebos en estudios clínicos, los científicos descubrieron algo sorprendente: ¡con mucha frecuencia los placebos funcionan! Según algunas investigaciones, la vieja pastilla de azúcar, sin ningún contenido medicinal, mejora a las personas un tercio de las veces, sencillamente porque éstas creen que así será. Piénselo por un momento: un tercio de las veces, tomar una pastilla de azúcar que uno piensa que es un nuevo medicamento maravilloso tiene tanto efecto como el mismo medicamento. ¡Nunca subestime el poder del placebo!
Entre usted y yo: esto es algo que sabemos todos los farmacéuticos, aunque no nos guste admitirlo. Por ejemplo, muchos medicamentos que se venden hoy día funcionan sólo ligeramente mejor que los placebos (claro, no es como para alardear), a pesar de que la publicidad los hace parecer como si fueran lo último en milagros. Y algunos medicamentos que se venden por receta llegan a las farmacias sin estar respaldados por ningún estudio clínico que confirme su eficacia. Es decir, se siguen vendiendo en la actualidad sólo porque se han venido usando durante décadas, no porque se haya comprobado que surten efecto. Yo personalmente respeto profundamente todos los métodos de sanación y estoy plenamente consciente de que somos más que un cuerpo físico, especialmente a nivel molecular, en donde estamos compuestos por energía. De hecho, es muy factible que nuestra confianza en los placebos funcione en ese nivel molecular, y ésta es la razón por la cual creo que éstos desempeñan un papel fundamental en el cuidado de la salud. Entender cómo y por qué los placebos surten efecto puede ayudar a los científicos a descubrir todo tipo de tratamientos que algún día podrían desembocar en la sanación de todo nuestro campo energético a nivel molecular, en lugar de sólo un órgano o una parte del cuerpo. Como farmacéutica que soy, sé que muchos medicamentos tienen efectos secundarios desagradables y que algunos, incluso, pueden ser letales. Por ende, me he vuelto muy flexible en la práctica profesional y siempre tengo el cuidado de considerar muchos métodos de sanación diferentes, incluso aquéllos que han sido menos estudiados.
En última instancia, creo que las personas se curan más rápidamente si tienen fe en lo que están tomando. Y es exactamente por esta razón que los placebos funcionan: porque le dan reposo a la mente si uno está convencido de que se va a mejorar. Y ésta no es sólo mi opinión, es un fenómeno aceptado científicamente: las personas que participan en un estudio y tienen la suerte de tomar placebos creen que están tomándose el medicamento real, entonces su cuerpo manifiesta una respuesta clínica.
Muchas personas coinciden en que existen varios factores que influyen en la respuesta que tengamos a un medicamento: el mismo medicamento, por supuesto, pero también la sensación táctil, las palabras, los gestos y las buenas intenciones del médico. Por ejemplo, todos sabemos que los pacientes a quienes tratan con mayor empatía y les brindan atención y consejos durante la recuperación de una operación se mejoran más fácilmente que quienes reciben menos atención.
¿Y qué hay con la medicina? ¿Cuántos medicamentos son realmente placebos? Sabemos que el cerebro es capaz de liberar sustancias opiáceas muy fuertes: una endorfina es más poderosa que un analgésico recetado. Algunos estudios sugieren que tan pronto como el cerebro anticipa el alivio, libera endorfinas que nos hacen sentir mejor, incluso si lo que nos han dado es un placebo en lugar de un analgésico real.
En repetidas ocasiones he sido testigo de este fenómeno en mi farmacia. A veces una persona viene a mi mostrador y me dice que se está muriendo del dolor. Por lo general, le doy por anticipado un analgésico del que le han recetado mientras le preparo su dosis, que si la farmacia está muy llena, bien puede tardar cuarenta y cinco minutos. Y entonces, se da el efecto placebo: repentinamente, en cuestión de cinco minutos, la persona está conversando con el personal de la farmacia, bromeando y con las mejillas sonrosadas de nuevo, a pesar de que farmacéuticamente el analgésico no empieza a obrar efecto sino una hora después. He visto este efecto una y otra vez, y recientemente me sentí fascinada al descubrir que varios estudios que cita el Dr. Jerome Groopman, MD, en su famoso libro The Anatomy of Hope, respaldan mis observaciones.
Considere los millones de dólares que han gastado los consumidores en antidepresivos como Prozac, Paxil y Zoloft. Después recuerde que un estudio que publicó The Journal of the American Medical Association, demostró que la pastilla de azúcar aliviaba más los síntomas de la depresión. Otros estudios han mostrado efectos similares. Por ejemplo, un equipo de investigadores comparó a un grupo de personas que tomaba antidepresivos como Prozac y Effexor con un grupo que tomaba placebos. Los estudios cerebrales de ambos grupos revelaron mejorías definitivas en la corteza prefrontal, la parte del cerebro que controla el estado de ánimo, pero mientras el 52 por ciento de quienes tomaban el medicamento mostró mejoría, un impresionante 38 por ciento de quienes tomaban placebos también mostró mejoría.
Otro estudio comparó a personas que sufrían de depresión y tomaban hierba de San Juan con otras que también estaban deprimidas pero tomaban Zoloft, y con otras que tomaban un placebo. La hierba y el medicamento fueron igualmente eficaces y le aliviaron los síntomas a un 25 por ciento de las personas de estos dos grupos, pero ¡el placebo lo hizo con el 32 por ciento de su grupo! Esto no significa que puede dejar de tomar su antidepresivo. Como he reiterado en varias oportunidades a lo largo del libro, recuerde que no debe dejar de tomar el medicamento antidepresivo abruptamente y menos sin el consentimiento de su médico porque puede sufrir síndrome de abstinencia y ponerse muy enferma. Algunos psicólogos también han notado efectos similares a los que mencioné antes con pacientes que toman antidepresivos: los pacientes empiezan a sentirse mejor en cuanto empiezan a tomarse la medicina, a pesar de que farmacéuticamente se supone que no empieza a surtir efecto sino pasadas unas cuantas semanas. Varios estudios han demostrado que la cirugía puede tener también un efecto placebo. En 1950, un estudio pequeño con pacientes que fueron sometidos a un ligamiento arterial para tratar el dolor del pecho (angina de pecho) reveló que el 76 por ciento de los pacientes se mejoró, mientras que el 100 por ciento de quienes creyeron que los habían operado se mejoró, aunque en realidad sólo les hicieron una incisión en el pecho. En otro estudio llevado a cabo en Inglaterra, a cien hombres les dijeron que les estaban haciendo quimioterapia, pero en realidad sólo les estaban aplicando solución salina. Casi el 20 por ciento creyó de tal manera que estaban recibiendo quimioterapia que ¡hasta se les cayó el pelo! El Dr. Groopman cita también otros placebos quirúrgicos en su libro.
Quiero que recuerde que el poder de la mente es espectacular. Tenemos la capacidad de convencernos de casi cualquier cosa. Entonces, por favor, esté abierta a la posibilidad de recibir ayuda pero sin ingredientes activos. ¿Por qué no? Puesto que mi marido y yo nos hemos interesado en el trabajo con energía y en la sanación con las manos, no me cuesta trabajo creer que es posible sanar el cuerpo si se desbloquea la energía que está atascada en los puntos energéticos del cuerpo físico. A mí me ha funcionado la sanación con las manos y la he usado para ayudar a otras personas. Sea creativa e imagínese hermosas visiones de sanación. Por ejemplo, si tiene cáncer, imagínese que la quimioterapia en como un Pac Man que se come todas las células malas. Si tiene problemas del corazón, imagínese que un ser querido la abraza y le llena el corazón de energía cálida. Véalo latir con un ritmo perfecto. Si usted tiene tendencia a formar coágulos de sangre, cierre los ojos y véalos disolverse e imagine que una luz violeta la envuelve. ¿Suena loco? No, si funciona, y es así para algunas personas. Uno de los sanadores más famosos es Adam, autor de libros como The Path of the Dreamhealer. En el mercado se consigue un DVD suyo que ayuda a las personas con menos imaginación a hacer visualizaciones sanadoras sobre su propio cuerpo. Adam tiene veintitantos años y cree que la gente puede aprovechar su propio poder sanador y curarse de enfermedades por medio de visualizaciones. Puede visitar su página web en www.dreamhealer.com. Coincido con él en esto. Ya aceptamos que el estrés puede causar enfermedades físicas, entonces, lo contrario debe de ser cierto también. La relajación, la alegría y el pensamiento positivo deben inducir bienestar y sanación, y con las visualizaciones, no se presentan efectos secundarios. Además, es gratis. La risa es otra manera comprobada de aplacar el dolor y mejorar los resultados de la sanación. Alquile películas graciosas, rodéese de gente divertida, vea caricaturas ingeniosas y lea libros de humor.
Esto no significa que deba abandonar el tratamiento médico que esté siguiendo ni dejar de tomar los medicamentos que le hayan recetado, pero empiece a pensar de manera positiva. Así podrá romper el ciclo de negatividad e irse sacudiendo la sensación de ser una víctima y de sentirse atrapada en su enfermedad. Pensar positivo y “como si” usted estuviera saludable empezará a atraer el bienestar a sus células y tejidos. Tengo que decirle que todas sus preocupaciones le pasan la cuenta de cobro a su cuerpo. Creo que cada vez que piensa algo negativo de usted misma, como “no valgo nada, soy tan estúpida, odio mi cuerpo, esto me enferma,” su cuerpo libera químicos que refuerzan su enfermedad y aumentan el dolor que siente.
Dese cuenta de que incluso en los momentos en que debería estar alegre, es posible que siga hablando del dolor que la aquejaba ese día en la mañana o cuánto sufrimiento le toca lidiar en la vida. Si se imagina que sus palabras y pensamientos se convierten de inmediato en sustancias nocivas dentro de sus células, entonces puede que empiece a escoger mejor lo que dice y lo que piensa. Su meta debería ser pensar y decir cosas que se conviertan en endorfinas que la hagan sentir bien, no en químicos dañinos. Encontrar algo, cualquier cosa, por nimia que parezca, por lo cual sentirse agradecida es también parte de la ecuación.
La actitud es otro factor clave. Un estudio muy famoso demostró que las mujeres que tomaban el control de su vida después de que las hubieran diagnosticado con cáncer de seno respondían mejor inmunológicamente hablando que las que se resignaban ante el diagnóstico. El poder de la mente sobre la materia... ¡No es sólo un eslogan!
Así que hágase un favor y sea más flexible. Escuche esa queda voz interior que es su intuición, pues ella es capaz de ayudarla a descifrar qué está mal en su cuerpo cuando los exámenes de sangre no pueden. Tome conciencia de que su cuerpo les cree a sus palabras y a sus pensamientos, lo que es una razón más para pensar y hablar positivamente.
Para finalizar, esté abierta a la posibilidad de que la sanación puede darse en varias formas. Como sugiere el efecto placebo, podemos alterar la respuesta de nuestro cuerpo a la sanación si cambiamos nuestras percepciones, rezamos o confiamos en distintos métodos alternativos de sanación. Incluso si usted está tomando medicamentos recetados, puede usar su mente para aprovechar el poder de su espíritu para sanarla.
contiene magnesio, que es bueno para la circulación y el estado de ánimo
ayuda a relajar los vasos sanguíneos
adelgaza ligeramente la sangre (no tiene nada de qué preocuparse si toma adelgazantes para la sangre)
mejora el equilibrio de los compuestos llamados eicosanoides, que son buenos para el corazón
contiene antioxidantes, que eliminan a los malvados radicales libres que le pueden hacer daño
activa los mismos receptores de su cerebro que la marihuana, ¡pero el chocolate es legal!
Y a continuación, más buenas noticias: ¡el chocolate no engorda tanto como la gente cree!
Sé que probablemente le están dando vueltas en la cabeza imágenes de empalagosas barras de chocolate con caramelo, pero la combinación de un saludable grano de cacao con aditivos, grasa adicional, azúcar y aceites no es exactamente lo que tengo en mente. No, estoy pensando en el chocolate puro de verdad, que no ha sido adulterado y contiene al menos un 70 por ciento de cacao. El chocolate de leche es básicamente grasa y no alimenta nada. El chocolate puro es el que ha sido estudiado clínicamente. Es más natural y tiene muchísimos nutrientes, y es el que es bueno para el espíritu. Ayuda al cerebro y calma la mente y, lo mejor de todo, ¡no engorda!
Busque entonces una de las muchas marcas deliciosas de chocolate orgánico que se consiguen en las tiendas naturistas. No le estoy dando permiso para comerse una barra todos los días, pero puede darse el gusto de comerse unos cuadritos sin sentirse culpable una que otra vez. Siempre he pensado que detrás de cada mujer exitosa se esconde una caja de chocolates en su escritorio, por si se presenta algún caso de emergencia. De hecho, ¡me estoy comiendo uno en este momento!
aumenta la energía temporalmente
mejora la concentración y la agudeza mental
crea una sensación temporal de bienestar
puede disminuir el riesgo de sufrir enfermedades hepáticas
puede proteger contra el cáncer de colon
al parecer mejora trastornos de la memoria (como demencia y Alzheimer)
puede ayudarla a perder peso
según algunos estudios, ayuda en los casos de diabetes
a la mayoría de las personas “les pone a funcionar” el estómago, por tanto, es bueno para quienes sufren de estreñimiento
puede aliviar dolores como el de cabeza (por esta razón varios analgésicos contienen cafeína)
¡Pero sea moderada! Después de todo, el café es una droga: contiene sustancias poderosas que alteran tanto el humor como el cuerpo. Así que trátelo con respeto. La próxima vez que esté haciendo fila en Starbuck’s (que es como una gasolinera humana), recuerde que la cafeína tiene también varios efectos no tan agradables como nerviosismo, diarrea, ansiedad, náuseas, taquicardia y puede causarles depresión a algunas personas. Si está acostumbrada a tomar café, bajar la cantidad puede hacer que le duela la cabeza. Y si el café es su principal fuente de energía, probablemente usted está sufriendo de agotamiento adrenal y de cansancio a largo plazo (vea el capítulo 1).
Así que disfrute de vez en cuando de ese hazelnut soy latte, incluso dos o tres veces a la semana. Pero asegúrese de tomar suficientes bebidas saludables como agua y té verde, el resto del tiempo. Y no, ¡las bebidas gaseosas no son saludables! No crea que soy una ogra, ¡hasta le permití tomar café y comer chocolate! ¡Retírese mientras esté ganando!