Introducción

Uno siempre recuerda esos momentos especiales en la vida. Durante siete años había estado trabajando en hogares para ancianos y era responsable de hacerles seguimiento a los medicamentos que debían tomar cerca de mil pacientes. Este trabajo me hacía sentir muy frustrada porque si bien les era útil a estas personas de la tercera edad, deseaba haberlas podido ayudar a evitar sumirse en ese estado en el que se encontraban, haberlas ayudado a estar más saludables en general, para que no hubieran terminado necesitando tantas medicinas.

Una noche, mi marido entró en la casa como una tromba y en lugar de saludarme como lo hacía habitualmente, me dijo: “¡Suzy, estaba atascado en un embotellamiento cuando de pronto se me ocurrió una idea maravillosa!”. Me imaginé dos boletos con destino a Vail, Colorado, para una escapada romántica, pero, en cambio, continuó: “¡Lo vi! Tuve una revelación y vi tu foto en el periódico... ¡Vas a escribir artículos sobre salud para ayudar a montones de personas!”. Y prosiguió durante algunos minutos más, hablando de televisión, radio y conferencias.

Muy bien. “¿Quieres salsa con el puré de papa?” Estaba segura de que para el postre ya se le habría olvidado el tema. Después de todo, yo a duras penas sabía cómo manejar el computador y nunca había escrito nada diferente a mis tarjetas de Navidad y la lista de cosas por hacer. ¿Escribir para un periódico? Mi marido debía de haber tomado demasiado café. Aparte de todo esto, la mera idea de hablar en público me hacía estremecer y, de pronto, pude imaginarme cómo sería: algo parecido a tener que tomar Valium y usar sales aromáticas para tranquilizarme. Pero después, lo pensé detenidamente.

Puesto que soy de mente abierta y mis amorosos padres me enseñaron que si me dedicaba con ahínco a algo podría alcanzar cualquier meta que me propusiera, decidí tratar. En ese punto ya estaba profundamente inmersa en la profesión médica, debido a mi entrenamiento clínico como farmacéutica, y conocía bien el poder de los medicamentos, sus virtudes y sus peligros, y quería compartir esa información, al igual que las noticias más recientes sobre las curas naturales. Me tomó dos años y muchos “no, gracias,” pero eventualmente un editor me dio mi primera gran oportunidad. Comencé a escribir una columna semanal para su periódico, The Lake City Reporter, que leían alrededor de diez mil personas. Hoy día, mi columna les llega a más de veinticuatro millones de lectores todas las semanas, dentro y fuera del país. Con frecuencia aparezco en la televisión, hago programas de radio y doy conferencias, ¡y es tan divertido! Me apasiona el cuidado de la salud y mi misión es que usted se sienta tan saludable como sea posible. No importa qué pase o qué tan mal se sienta hoy, siempre hay esperanza. Si tiene este libro entre las manos, es por una razón. Las medicinas pueden ser de gran ayuda para su salud, pero siempre debe tener la mente abierta a todas las alternativas. Escuche la vocecilla interna que lo puede guiar, y gracias por permitirme ser su farmacéutica de guardia permanente.