Liam

 

—Buenos días mamá —Saludo entrando al comedor.

—Hola Liam —Me responde mi padre sin levantar la mirada de su teléfono móvil—-. Hijo, esta noche tenemos una cena. Así que quiero que estés impecable y seas un auténtico caballero ¿Me oyes? —dice mirándome muy serio.

—¿Tanta cosa para un señor? —respondo frunciendo el ceño,

—Ya te darás cuenta de por qué cariño. —Esta vez es mi madre la que responde.

—Está bien —digo sin darle mucha importancia a esta conversación.

Me limité a coger solo una manzana e irme al instituto. Entré en mi Ferrari, y fui directo hasta el instituto. Una vez aparqué, me acerqué donde estaban mis tres mejores amigos.

—Hola hermano —me saluda Dylan.

—Hola ¿Qué hay? —contesto.

—Por el momento, la linda Oana está para comérsela, pero es inaccesible —contesta Rick Robinson, uno de mis mejores amigos.

Es verdad, Oana es una de las chicas más hermosas y populares del instituto; lo malo es que nos llevamos fatal porque siempre se metía conmigo cuando estábamos en prescolar, porque llevaba gafas.

—Ya, todos lo sabemos, brother —digo aparentando que no me interesa lo más mínimo, cosa que, en parte, es cierto.

—Y las gemelas están hoy muy muy buenas —dice Shane, el mayor de nosotros—. Es cierto, esa faldita rosa les queda… —recalca haciendo gestos de curvas con sus manos—. Ufff ni te lo imaginas.

—A veces sacas tu lado más gay —Asevera Rick—. ¿Qué tal si entramos a clase y nos dejamos de bobadas perversas?

—Es la mejor idea que has tenido en tu vida. —Le contesto caminando.

Cuando entramos por los pasillos del instituto, pasa lo de siempre; todas las miradas se posan sobre nosotros. Después de tantos años pasando lo mismo, ya estamos acostumbrados.

Rick, Shane y yo, nos despedimos de Rick y de Jay, ya que ellos tenían literatura inglesa y nosotros matemáticas. Cuando al final del día, tocó el timbre que anunciaba la salida, por fin pude ver a mi novia Danielle.

—Hola amor. —Me saludó dándome un beso.

—Hola preciosa —le contesto aprisionándola entre su taquilla y mis brazos.

—¿Qué haces esta noche? —pregunta coqueta mordiéndose el labio inferior.

—Tengo que ir a una de esas cenas con mis padres —contesto—. ¿Por qué lo preguntas?

—Porque me hubiera gustado pasarla juntos —dice haciendo un pequeño puchero.

—Lo siento, a la próxima será cielo. Me tengo que ir, adiós. —Le doy un beso de despedida de esos largos que te dejan con muchas ganas de más.