Para pobres era mejor ir a las Indias, donde se cogía el oro, que no a Italia, que solo llevaba puñadas y guerra sangrienta.
FRAY PRUDENCIO DE SANDOVAL
El hombre por cuya voluntad se transformó en una nueva nación el México antiguo, Hernán1 Cortés, nació en la villa de Medellín en la región de Extremadura, España, en 1485, acaso a fines del mes de julio.2 Sus padres fueron hidalgos pobres.3 Él, Martín Cortés de Monroy, originario de Salamanca, había hecho la guerra cuando joven y era hijo de Hernán Rodríguez de Monroy, de donde le venía el nombre al nieto. Ella, Catalina Pizarro Altamirano, era “muy honesta, religiosa, recia y escasa” según Francisco López de Gómara.4 El mismo historiador refiere que Hernán, hijo único de Martín y Catalina, criose tan enfermo que estuvo a punto de morir y que lo salvó su ama de leche, María de Esteban, vecina de Oliva, y una devoción al apóstol san Pedro.
Algunos de los biógrafos antiguos de Cortés, aficionados a las genealogías, afirman que su linaje era de origen italiano y aun noble. El primero que lo señaló, en 1530, fue también su primer biógrafo, el siciliano Lucio Marineo Sículo, quien escribió acerca de los antepasados de Cortés: “creo yo que fueron naturales de Italia porque en Roma yo conocí un varón grande letrado y de noble linaje que se llamaba Paulo Cortés”. Sículo, quien conoció al conquistador, le dedicó elogios desproporcionados, como decir que mereció no sólo ser marqués sino recibir “título y corona de rey”, compararlo con Hércules, Alejandro Magno, Jasón y Julio César, y afirmar que trajo más ovejas a la fe de Cristo que los apóstoles, todo lo cual motivó que su libro fuera prohibido.5 Algo más añadiría a esta prosapia Francisco Cervantes de Salazar, quien también conoció a Cortés en la corte de Carlos V y le oyó referir algún episodio de la conquista. Antes de que el humanista viniera a México, en 1546 le dedicó, en una elogiosa epístola, su continuación del Diálogo de la dignidad del hombre, del maestro Fernán Pérez de Oliva. En esta dedicatoria dice que entre los antepasados de Cortés se contaron dos reyes lombardos, Cortesio Gilgo y Cortesio Narnes, pero que él ha aumentado su esclarecida virtud.6 Bartolomé Leonardo de Argensola repite estas noticias y cita a varios historiadores que afirman que los Corteses lombardos se establecieron luego en el reino de Aragón.7
Portada de la edición española de la obra de Lucio Marineo Sículo.
Otra ascendencia ilustre, más cercana, es la de don Alonso de Monroy, maestre de Alcántara, quizás primo de Cortés. Don Martín, padre del futuro conquistador, peleó junto a él en las guerras civiles. Como lo ha señalado J. H. Elliott, la figura de don Alonso, según lo relatan sus biógrafos, es una especie de anticipación de algunos de los rasgos militares de Cortés. Vivió en el exilio hasta 1511 y ambos tuvieron el mismo estilo de mando, similares arengas y aun agüeros semejantes. Cuando fue muerto su caballo, sus seguidores aconsejaron a Monroy que dejara el combate. No atendió sus recomendaciones porque “la hora de su infortunio estaba cercana”. De manera parecida, cuando en una de las batallas contra los tlaxcaltecas a Cortés se le inutilizaron cinco caballos y yeguas, y los suyos le pidieron volver porque aquella era mala señal, no aceptó y siguió adelante “considerando que Dios es sobre natura”. “En tanto que Monroy se encaminaba al desastre —comenta Elliott—, Cortés avanzó sin daño. Su hora de infortunio estaba aún lejos”.8
Principio del elogio de Cortés por Lucio Marineo Sículo.
Portada de las Obras que Francisco Cervantes de Salazar ha hecho, glosado y traducido, Alcalá de Henares, 1546.
Medellín, en los años de las mocedades de Cortés, era un pueblo de pocos miles de habitantes. Está situado en el centro de Extremadura, en las márgenes del río Guadiana. La región es fértil en mieses, vides y frutales, pero se encuentra alejada de las rutas comerciales. Las ciudades y pueblos mayores de la región, Mérida, Badajoz, Cáceres y Trujillo, y el famoso monasterio de Guadalupe, distan de Medellín varias jornadas. En la época romana, el pueblo se llamó Metelium Caecilia y en el siglo XIV se construyó un castillo-fortaleza en lo alto de la colina cercana, abandonado y ruinoso desde los años de Cortés. Ésta es la única construcción señorial del pueblo. A principios del siglo XIX los franceses invasores aumentaron las ruinas y Medellín quedó miserable. La modesta casa de la familia Cortés quedó arrasada entonces, como tantas otras. En el centro del poblado se construyó un paseo, y al centro de él, en 1919 se erigió el feo monumento existente a Hernán Cortés, obra de E. Barrón, con tres faltas de ortografía en las cuatro inscripciones que lleva de batallas famosas en la conquista de México. La iglesia de San Martín conserva una supuesta pila bautismal del conquistador.
A los catorce años sus padres enviaron a Hernán a la Universidad de Salamanca, y en esta ciudad vivió en casa de Francisco Núñez de Valera, que enseñaba latín en la Universidad y estaba casado con Inés de Paz, media hermana de su padre. Durante dos años9 aprendió latín y rudimentos legales. Fray Bartolomé de las Casas, que lo juzgó siempre con rudeza, dice que “era latino porque había estudiado leyes en Salamanca y era en ellas bachiller”;10 Bernal Díaz confirma que “era latino, y oí decir que era bachiller en leyes, y cuando hablaba con letrados y hombres latinos, respondía a lo que le decían en latín”;11 y Cervantes de Salazar refiere que en breve tiempo estudió gramática —o sea latín— y que no siguió el estudio de las leyes, que sus padres deseaban que hiciera, a causa de unas cuartanas de las que sanó ya de vuelta en su tierra.12
En los archivos de la Universidad de Salamanca no quedan rastros del paso de Cortés por ella. Sin embargo, la universidad moderna ha puesto una placa con inscripción alusiva y un busto que lo reconocen como hijo de la ilustre casa.
Por enfermedad o poca voluntad para los estudios y escasez de recursos, volviose a su pueblo con disgusto de sus padres, que lo querían licenciado. “Bullicioso, altivo, travieso, amigo de armas”, dice López de Gómara, y enamorado, traía perturbada la casa paterna y el pueblo, y era preciso encontrarle un destino. Como hidalgo pobre, escogió el mar y las armas. Entre la posibilidad de ir a Nápoles con Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, o a las Indias, con Nicolás de Ovando, designado gobernador de la isla Española y que era su pariente, eligió esta última, por el mucho oro que de allá se traía.
Estaba por partir cuando una noche por encontrar una mujer cayó de una barda, lo atacó un recién casado y tuvo que guardar cama a consecuencias de la caída y de las antiguas cuartanas recrudecidas.13 Ya sano vagabundeó por algún tiempo, “a la flor del berro” y anduvo por Valencia. Juan Suárez de Peralta cuenta que el mozo Cortés determinó irse a Italia y paró en Valladolid, donde estaba la corte, y durante más de un año se asentó con un escribano y aprendió bien este oficio.14
Aquellos latines salmantinos le servirían para dar empaque a su trato con abogados y hombres cultos, y las formas y usos curiales que aprendió con el escribano le serían de enorme utilidad a quien debería pasar gran parte de años futuros dictando cartas, relaciones, memoriales, alegatos, ordenanzas, provisiones e instrucciones.
Al fin, a los diecinueve años, en 1504, con la bendición y auxilio de sus padres, viajó a las Indias en una flota de mercaderías de Alonso Quintero que, tras una travesía llena de incidentes y peligros, lo llevó a Santo Domingo, en la isla Española. Creyendo las leyendas que corrían, quería desde el principio empezar a coger oro. Pronto tuvo que aceptar que el camino para conseguirlo era largo y azaroso, y empezó a trabajar y hacer méritos. Como recompensa a la ayuda que prestó como soldado en la pacificación de algunas regiones de la isla, sus primeros hechos de armas, el gobernador Ovando le dio algunos indios en encomienda y la escribanía del ayuntamiento de la villa de Azua, donde se estableció como colono.
Durante los quince años inmediatos al descubrimiento, es decir hasta 1507, la isla Española o Santo Domingo fue el único país del Nuevo Mundo habitado por españoles. Allí existían ya gobierno, conventos, escuelas y sede episcopal, y de allí salían expediciones para explorar y conquistar, para poblar y evangelizar.15 El establecimiento de una nueva sociedad se realizaba a costa de la frágil población indígena, exterminada por la crueldad y voracidad de la explotación, y pronto se ideó el recurso de traer de África, como esclavos, hombres más fuertes capaces de realizar trabajos como los de las minas y los ingenios de caña de azúcar.
En aquel mundo naciente, donde casi todo parecía permitido o posible, pero que era demasiado pequeño, pasaría Cortés cerca de siete años, los de su primera juventud. Refiere Cervantes de Salazar, como contado por Cortés, que contrastando con las estrecheces en que vivía como escribano en Azua, el villorrio dominicano, una tarde soñó “que súbitamente, desnudo de la antigua pobreza, se vio cubrir de ricos paños y servir de muchas gentes extrañas, llamándole con títulos de grande honra y alabanza”. Comenta el cronista que así ocurriría, pues sería llamado teutl, “que quiere decir dios”, por los señores indios de la Nueva España. Y añade que Cortés, después de su sueño:
dibujó una rueda de arcaduces: a los llenos puso una letra, y a los que se vaciaban otra, y a los vacíos otra, y a los que subían otra, fijando un clavo en los altos. Afirman los que vieron el dibujo, por lo que después le acaeció, que con maravilloso aviso y sutil ingenio pintó toda su fortuna y suceso de vida. Hecho esto, dijo a ciertos amigos suyos, con un contento nuevo y no visto, que había de comer con trompetas o morir ahorcado, e que ya iba conociendo su ventura y lo que las estrellas le prometían.16
Pocos años después de este sueño, Nicolás Maquiavelo anotó que “si de la fortuna depende la mitad de nuestros actos, los hombres dirigimos cuando menos la otra mitad”.17 Creo que Cortés compartía la misma idea. Pero si tenía tan clara la prefiguración de su fortuna, sorprende la paciencia con que esperó, alrededor de diez años, la primera coyuntura favorable. Acaso comprendía que, en aquellos años oscuros de La Española y de Cuba, los únicos cangilones de la noria que podía llenar eran los de ganarse el favor de los poderosos y hacerse de bienes que lo apoyaran; y estar al acecho de su oportunidad.
Cortés y doña Marina pintados en la iglesia de San Andrés Ahuahuaztepec, Tlaxcala.
En la expedición que organizaron Diego de Nicuesa y Alonso de Hojeda, en noviembre de 1509, para conquistar y colonizar las regiones de Tierra Firme y el Darién, en que Francisco Pizarro fue como soldado, iba a participar también Cortés. Impidióselo un tumor que sufría en el muslo derecho y se extendía hasta la pantorrilla. Según el autor del De rebus gestis, los expedicionarios lo aguardaron tres meses y al fin partieron sin él.18
El mismo año de 1509, Diego Colón, hijo del descubridor, fue nombrado para sustituir a Ovando en el gobierno de La Española, y recibió el título de virrey almirante, heredado por mayorazgo de su ilustre padre. Y en 1511 don Diego decidió encargar la conquista de la vecina isla de Cuba, que sólo había sido reconocida por Sebastián de Ocampo en 1508, al capitán Diego Velázquez, soldado veterano con larga residencia en La Española. Velázquez era amigo de Cortés y lo persuadió para que lo acompañase en esta empresa. La conquista de Cuba no requirió grandes hazañas; y al vencer las escasas resistencias de los indígenas, Cortés comenzó a distinguirse como el soldado más eficaz y prudente para arreglar cuantos negocios se ofrecían. El obeso capitán Diego Velázquez todo lo ejecutaba por medio de Hernán Cortés, que se había vuelto su más cercano amigo, a quien confiaba los asuntos difíciles.
El alcázar de don Diego Colón en Santo Domingo.
Al principio de su estancia en Cuba, Cortés fue uno de los secretarios de Velázquez; el otro, refiere Las Casas, era Andrés de Duero, “tamaño como un codo, pero cuerdo y muy callado y escribía bien”.19 Más tarde, ya pacificada la isla, Cortés se avecindó en Santiago de Baracoa, primera población y capital, de la que fue nombrado alcalde y donde crió vacas, ovejas y yeguas, y organizó la extracción de oro, con lo que obtuvo alguna fortuna.
Sobrevino luego, hacia 1514, el primer altercado con Velázquez. Según Las Casas, Cortés se asoció con un grupo de descontentos contra el adelantado, que querían hacer llegar sus quejas a jueces de apelación recién llegados, y escogieron a Cortés como más osado para llevar sus papeles. Súpolo Velázquez, quien hizo prender a Cortés y quería ahorcarlo. Del navío en que lo tenía preso para enviarlo a La Española, se escapó en el batel y fue a refugiarse a la iglesia; pero cuando paseaba fuera del templo, volvieron a apresarlo hasta que Velázquez —tras un gesto de audacia de Cortés, que lo sorprendió en su habitación para sincerarse— lo perdonó, aunque ya no lo tomó por el momento a su servicio.20 Luis de Cárdenas relató a Carlos V que, por estos días, Cortés fue condenado a recibir cien azotes, lo que no parece haberse efectuado.21 López de Gómara cuenta otra versión poco verosímil del apresamiento de Cortés. Juan Xuárez, granadino, había llevado a Santo Domingo tres o cuatro hermanas suyas, que eran “bonicas”, y a su madre para que casaran con hombres ricos. Debieron pasar a Cuba. “Por haber allí pocas españolas, las festejaban muchos”. Cortés cortejaba a Catalina y Velázquez a otra Xuárez “que tenía ruin fama” y con la que no se casaría; Cortés no quería cumplir la supuesta promesa de boda con Catalina y Velázquez, empujado además por los malquerientes de Cortés, lo puso preso y lo metió en el cepo del que escapó.22
Luego, las versiones vuelven a acordarse. Cortés sí casó con Catalina Xuárez, Juárez o Suárez Marcaida, y Velázquez fue su padrino; el adelantado lo nombró alcalde de Santiago de Baracoa y, cuando Cortés tuvo su primera hija,23 Velázquez fue de nuevo su padrino y ahora compadre.
Acerca del matrimonio de Hernán Cortés y Catalina Xuárez, realizado en Cuba hacia 1514 o 1515, poco se sabe. Catalina había pasado de la Española a Cuba como “moza” de María de Cuéllar, mujer con quien casó Diego Velázquez; era pobre, apenas tenía qué vestirse y no aportó ninguna dote ni llegó a tener hijos. Además, como lo dirá el propio Cortés, “no era mujer industriosa ni diligente para entender en su hacienda ni granjearla ni multiplicarla en casa ni fuera de ella, antes era mujer muy delicada y enferma y que no se levantaba de un estrado a la continua”.24
Con todo, en sus primeros años de casado, Cortés parece haber sido feliz con ella. Las Casas refiere que Cortés le dijo “que estaba tan contento con ella como si fuera una duquesa”;25 traicionero elogio. Luego, en el torbellino de los acontecimientos que se sucedieron a partir de 1518, el conquistador parece haber olvidado que estaba casado y había dejado mujer en Cuba. Cuando ya se había conquistado la ciudad de México y Cortés era poderoso, en 1522 ella vino a recordárselo, con la mala fortuna que se conoce.
El autor del De rebus gestis, que se supone ser López de Gómara, cuenta una anécdota de Cortés que muestra sobre todo su intrepidez personal y su condición de buen nadador, algo rara en esta época. Durante estos años de Cuba, Cortés solía ir de las bocas de Bani a Santiago de Baracoa, para ver a sus indios que trabajaban en la extracción del oro y a los que labraban sus campos y cuidaban sus ganados. En uno de estos viajes, que al parecer hacía solo y en una pequeña barca, lo sorprendió un temporal que estaba arreciando. La fuerza de los vientos lo alejaba de Puerto Escondido, a donde intentaba llegar, y no se atrevía a mudar de rumbo porque la canoa se volcaría. La noche cerraba y vino una marejada cuya fuerza hacía inútiles los remos. Quitose la ropa y aún intentó remar con toda su fuerza para contrarrestar el empuje de las olas. Volcose al fin la canoa y Cortés logró asirse de ella, como una alternativa para salvarse si no pudiera llegar a tierra nadando. El único lugar en que las ásperas rocas de la costa se interrumpían era Macaguanigua, aún distante. Cortés seguía luchando contra las olas, asido a la canoa, y comenzó a dar voces pidiendo auxilio. Oyéronlo unos indios y avivaron el fuego que habían encedido para que, en la oscuridad nocturna, orientara al náufrago. Al fin logró acercarse a un lugar accesible y los indios le ayudaron a salir “cuando estaba ya rendido y casi ahogado, después de haber resistido tres horas el embate de las aguas”.26
En 1517 y 1518 partieron de Cuba dos expediciones que confirmaron la existencia de un país extenso y rico al oeste de la isla. La primera, capitaneada por Francisco Hernández de Córdoba y guiada por el piloto Antón de Alaminos, que había sido grumete de Colón, y entre cuyos soldados venía Bernal Díaz del Castillo, descubrió en la península de Yucatán —ya registrada por exploradores previos—27 una ciudad maya, de civilización más avanzada que las encontradas hasta entonces en las Indias. Allí capturaron a dos indios, llamados Julianillo y Melchorejo, que servirían luego como intérpretes del maya. Costeando la península, desembarcaron en busca de agua en Campeche, y en Potonchán o Champotón, que llamarían Costa de la Mala Pelea, los rechazó el cacique Moxcoboc, acaso adiestrado por Gonzalo Guerrero, uno de los españoles que quedaron cautivos en aquellas tierras en una exploración de 1511, quien les infligió una sangrienta derrota. Perecieron unos cincuenta españoles y quedaron heridos todos los demás, incluso Hernández de Córdoba y Bernal Díaz.28
Al año siguiente de esta expedición, el adelantado Velázquez organizó otra, que puso al mando de su pariente Juan de Grijalva con el propósito de proseguir la exploración de Yucatán. Con él iba el piloto Alaminos y varios futuros conquistadores, Alvarado, Montejo, de nuevo Bernal Díaz, el clérigo Juan Díaz, que escribiría el Itinerario del viaje, y Julianillo, el indio intérprete. Descubrieron la isla de Cozumel, recorrieron la costa este de Yucatán, y volviendo por el litoral norte, tuvieron otro encuentro con los bravos indios de Campeche; llegaron a la Boca de Términos, que el piloto Alaminos consideró que era un estrecho que hacía de Yucatán una isla, y prosiguieron costeando por tierras desconocidas; encontraron las desembocaduras de los ríos Usumacinta y del Tabasco, que llamarían Grijalva, el puerto de Coatzacoalcos y Papaloapan. En el río de Banderas, cerca de San Juan de Ulúa, Grijalva recibió mensajeros de Motecuhzoma con el más valioso regalo hasta entonces visto,29 y otra vez, como en Tabasco, oyeron los nombres de Colúa o Culúa y México, la tierra poderosa y rica que se encontraba más allá, y de Motecuhzoma, su señor, que enviaba aquellos dones.
Llegada de Juan de Grijalva a Chalchicuecan. Códice Durán.
Grijalva decidió enviar a Alvarado para que llevase a Cuba los presentes de Motecuhzoma y los soldados heridos. Mientras tanto, el impaciente Velázquez ya había despachado en otra nave a Cristóbal de Olid en busca de aquella expedición tanto tiempo ausente. Los de Grijalva aún siguieron reconociendo hacia el norte la costa del Golfo hasta la región del Pánuco, y luego volvieron a Cuba por la misma ruta.30 Grijalva fue mal recibido y aun afrentado por Velázquez “porque no había quebrantado su instrucción y mandamiento en poblar la tierra”, comenta Las Casas, quien agrega que habiendo quedado muy pobre, Grijalva se fue a Tierra Firme, donde desgobernaba Pedrarias de Ávila, y éste lo envió a Nicaragua, donde, en el Valle de Ulanché, lo mataron los indios.31
Mapa de las exploraciones de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva. En Jesús Amaya Topete Atlas mexicano de la conquista, Fondo de Cultura Económica, México, 1958.
En el párrafo final de su relato de esta expedición de Grijalva, en la que participó, cuenta Bernal Díaz un hecho muy interesante para la historia de la agricultura mexicana, ya que él, hacia 1518, parece haber sido el introductor del cultivo de las naranjas en México. Se refiere a tierras entre Tonalá y Coatzacoalcos, y dice lo siguiente:
Cómo yo sembré unas pepitas de naranja junto a otra casa de ídolos, y fue de esta manera: que como había muchos mosquitos en aquel río, fuímonos diez soldados a dormir en una casa alta de ídolos, y junto a aquella casa los sembré, que había traído de Cuba, porque era fama que veníamos a poblar, y nacieron muy bien, porque los papas de aquellos ídolos los beneficiaban y regaban y limpiaban desque vieron que eran plantas diferentes de las suyas; de allí se hicieron de naranjos toda aquella provincia. Bien sé que dirán que no hacen al propósito de mi relación estos cuentos viejos, y dejarlos he.32
Este párrafo fue tachado por Bernal Díaz al hacer la revisión de su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. ¿Lo hizo sólo para mantener la congruencia de la exposición o tenía otras razones?
1485 |
Nace Hernán Cortés en Medellín, Extremadura. ¿Fin del mes de julio? |
1499 |
Va a Salamanca a estudiar en la Universidad. Aprende algo de latín y rudimentos legales. |
1500/1501 |
Abandona los estudios y vuelve a Medellín. |
Ca.1502/1503 |
Va a Valladolid y aprende el oficio de escribano. |
1504 |
Viaja a Santo Domingo en la flota de Alonso Quintero. Soldado en la pacificación de alguna región de la isla. |
|
Escribano en la villa de Azua. |
1509 |
Sufre un tumor en el muslo derecho que le impide ir a la expedición a Tierra Firme y el Darién de Diego de Nicuesa y Alonso de Hojeda. |
1511 |
Va con Diego Velázquez a la conquista de Cuba. Secretario de Velázquez. Alcalde de Santiago de Baracoa. Tiene crías de vacas, ovejas y yeguas, y organiza la extracción de oro. |
1514 |
Altercado con Velázquez. Cortés es apresado y escapa. |
1514/1515 |
Casa con Catalina Xuárez Marcaida. Cumple treinta años. |
1517 |
|
8 de febrero |
Sale de Santiago de Cuba la expedición de Francisco Hernández de Córdoba que descubre Yucatán, Campeche y Champotón. Después va a la Florida. |
1518 |
|
18 de abril |
Sale de Santiago de Cuba la expedición de Juan de Grijalva. Toca Cozumel, Champotón, Boca de Términos (Puerto Deseado); los ríos Grijalva (Tabasco), Tonalá, Coatzacoalcos, Papaloapan y Banderas; San Juan de Ulúa, la sierra de Tuxpan y Cabo Rojo. Vuelve a Santiago de Cuba hacia el 15 de noviembre. |
23 de octubre |
Instrucciones de Velázquez a Cortés, a quien nombra capitán de una nueva expedición para reconocer tierras mexicanas. |
1 Hernán, Hernando, Fernando son el mismo nombre en español. Fernando se firmaba él mismo y lo prefería Francisco López de Gómara; Hernando le llamaba Bernal Díaz; Fernando o Hernando los documentos oficiales; y Hernán, con apócope familiar, lo llama la posteridad.
2 Los biógrafos antiguos de Cortés se limitan a consignar el año de 1485. El único documento que agrega “en fin del mes de julio” es la Relación de la salida que don Hernando Cortés hizo de España para las Indias la primera vez, atribuible a López de Gómara, de c. 1552 (veáse en Apéndice a los Documentos).— Julio le Riverend, sin indicar fuente y acaso por lo de Lutero que se menciona en seguida, dice “quizás el 10 de noviembre”: “Estudio final”, Cartas de relación de la conquista de América, Colección Atenea, Editorial Nueva España, México, t. II, p. 611.— Otra fecha posible es el 30 de mayo, día de San Fernando.
Gabriel Lobo Lasso de la Vega, en su poema épico Primera parte del Cortés valeroso y Mexicana (Madrid, 1588), cuya segunda versión se llama Mexicana (Luis Sánchez, Madrid, 1594), fue el iniciador de una falsedad muy repetida, la de afirmar que, para salvar a la Iglesia, Cortés nació:
… en el año mismo que Lutero,
monstruo contra la Iglesia, horrible y fiero
(XIII, 5)
Lo cual repetirán, pocos años más tarde, Antonio de Saavedra Guzmán, en El peregrino indiano, añadiendo lo del día:
Cuando nació Lutero en Alemania
nació Cortés el mismo día en España
(III)
y en el siglo XVIII Nicolás Fernández Moratín en “ Las naves de Cortés [destruidas]”, poema en el cual dice el príncipe infernal:
Mas ¡ay! que ese adalid, el mismo día
que nacer vimos al sajón Lutero,
nació también, para la afrenta mía.
Todo lo cual es falso porque, mientras que Cortés nació en 1485, sin que se conozca el día, Lutero, según los recuerdos de su madre, nació el 10 de noviembre de 1483, víspera de San Martín.
La especie pasó a los historiadores y la repitió fray Gerónimo de Mendieta en su Historia eclesiástica indiana (lib. Ill, cap. I), de donde la copió fray Juan de Torquemada en su Monarquía indiana (prólogo al lib. IV).
He aquí algunos hechos ocurridos en 1485: Bartolomé Díaz dobla el cabo de Buena Esperanza. Cristóbal Colón en España. Florecen los poelas de la época de los Reyes Católicos: Íñigo de Mendoza, Pero Mexía y Ambrosio Montesino. Inocencio VIII (1484-1492), 212° papa. Carlos VIII (1483-1498), rey de Francia; Ricardo III y luego Enrique VII reyes de Inglaterra. Termina la Guerra de las Rosas. Juan II rey de Portugal.— En el México antiguo: año VI, calli: Tízoc, señor de México-Tenochtitlán. Nezahualpilli, señor de Tezcoco y Chimalpopoca, señor de Tacuba. Muere Cuauhpopoca, señor de Coatlinchan, y le sucede Xoquitzin. Nezahualpilli casa con Xoxocotzin y luego con su hermana Xocotzincatzin, sobrinas de Tízoc.— En el Perú antiguo: Tupac Inca Yupanqui, 11° inca (1471-1493).
Y algunos contemporáneos: Fernando de Rojas. Garcilaso de la Vega (1503-1536). Antonio de Guevara (1480-1545). Nicolás Maquiavelo (1469-1527). Francesco Guicciardini (1483-1540). Leonardo da Vinci (1452-1519). Michelangelo Buonarotti (1475-1564). Tiziano Vecellio (1477-1576). Giorgione da Castelfranco (1477-1511). Rafael de Urbino (1483-1520). Hieronymus Bosch (?-1516).
3 Fray Bartolomé de las Casas precisó: “hijo de un escudero que yo conocía, harto pobre y humilde, aunque cristiano viejo y dicen que hidalgo”: Historia de las Indias, lib. III, cap. XXVII.— La magra hacienda de los Cortés en Medellín ha sido calculada: un molino a orillas del río Ortigas, un colmenar al sur de Medellín y una viña en el pago de la Vega, entre el Guadiana y el camino de Don Benito. Esto le produciría al año a don Martín y a doña Catalina sesenta fanegas de trigo el molino, nueve fanegas de trigo de renta, veinte arrobas de miel, ciento cincuenta arrobas de trigo y cerca de veinte arrobas de uva, lo cual significaría unos cinco mil maravedís anuales: Celestino Vega, “La hacienda de Hernán Cortés en Medellin”, Revista de Estudios Extremeños, Badajoz, 1948.— Como término de comparación, puede recordarse que el salario anual más bajo de la marinería, el de paje, ascendía por esos años a 9 000 o 10 000 maravedís, que sólo equivalen a 36 pesos.
4 López de Gómara, Conquista de México, cap. I.
5 Lucio Marineo Sículo, De rebus Hispaniae memorabilibus libri XXV, Alcalá de Henares, 1530.— Versión española: De las cosas memorables de España, Alcalá de Henares, 1530, ff. CCVIII-CCXI, V.— Reproducción facsimilar de esta vida de Cortés en: Carlos Sanz, Bibliotheca Americana Vetustissima, últimas adiciones, vol. II, Librería General de Victoriano Suárez, Madrid, 1960, pp. 1340-1347.— Miguel León-Portilla ha hecho una nueva edición de esta biografía, con estudio preliminar, en Historia 16, Madrid, abril de 1985, pp. 95-104, reproducida en Mar Abierto. Revista de ambos mundos, México, primavera 1985, con sobretiro.
6 Francisco Cervantes de Salazar, “Al muy ilustre señor don Hernando Cortés… ”, Obras que… ha hecho, glosado y traducido... Alcalá de Henares, en casa de Juan de Brocar, 1546, sin folio.— Véase en Documentos, apéndice, sección VIII.
7 Bartolomé Leonardo de Argensola, Conquista de México, introducción y notas de Joaquín Ramírez Cabañas, Editorial Pedro Robredo, México, 1940, cap. v, pp. 79-80.
8 Alonso Maldonado, Hechos del maestre de Alcántara don Alonso de Monroy, ed. A. Rodríguez Moñino, Madrid, 1935, p. 106.— J. H. Elliott, “The mental world of Hernán Cortés”, Transactions of the Royal Historical Society, Londres 1967, quinta serie, vol. 17, p. 47-48.— La frase de Cortés en segunda Relación, ed. Biblioteca Porrúa, p. 43.
9 De rebus gestis Ferdinandi Cortesii (Vida de Hernán Cortés), atribuida a López de Gómara, c. 1552: Véase en Apéndice a los Documentos.
10 Las Casas, ibidem.
11 Bernal Díaz, cap. CCIV.
12 Francisco Cervantes de Salazar, Crónica de Nueva España, lib. II, cap. XV.
13 López de Gómara, Conquista de México, ibid.
14 Juan Suárez de Peralta, Tratado de las Indias (1589), cap. VII.
15 Pedro Henríquez Ureña, La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Instituto de Filología, Buenos Aires, 1936, cap. I, pp. 10-11.— Véase, además, Carl Ortwin Sauer, Descubrimiento y dominación española del Caribe, trad. de Stella Mastrangelo, FCE, México, 1984.
16 Cervantes de Salazar, op. cit., lib II, cap. XVI.
17 Nicolás Maquiavelo, El príncipe, cap. XXV, trad. de José Sánchez Rojas.
18 De rebus gestis: Véase en apéndice a los Documentos. — Cervantes de Salazar, en su Crónica de Nueva España (lib. II, cap. XV), escribe al respecto: “decían sus amigos que eran las bubas, porque siempre fue amigo de mujeres, y las indias, mucho más que las españolas, inficcionan a los que las tratan”.— Eulalia Guzmán cree también que el padecimiento de Cortés eran bubas sifilíticas que le afectaron los huesos de la pierna: “Prólogo” a Relaciones de Hernán Cortés a Carlos V sobre la invasión de Anáhuac, México, 1958, t. 1, p. XCIV.— En una pintura al óleo del siglo XVIII que se encuentra en la sacristía de la iglesia de San Andrés Ahuahuaztepec, Tlaxcala, hay retratos de Cortés y la Malinche, muy hermosa, en que aparece el conquistador con la pierna y el pie izquierdos deformados. Esta imagen, si no es falla del pintor, puede documentar la interpretación grotesca de Cortés hecha por Diego Rivera en los murales del Palacio Nacional. La pintura ha sido reproducida por Jorge Gurría Lacroix en “Itinerario de Hernán Cortés”, Artes de México, núm. 111, México, 1968, y Ediciones Euroamericanas, México, 1973.— Véase resultado del examen anatómico de los huesos, en cap. XXIII, n. 22.
19 Las Casas, ibid.
20 Ibid.— En De rebus gestis (en Documentos, sección VIII, apéndice) se refiere minuciosamente la historia de este supuesto complot en que se involucró a Cortés.
21 “Carta de Luis de Cárdenas al emperador”, ca. 1528, CDIAO, t. XL, pp. 273 y ss.— Véase noticia sobre Cárdenas en su Memorial contra Cortés, del 15 de julio de 1528, nota 5: en Documentos, sección V.
22 López de Gómara, Conquista de México, cap. IV.
23 La noticia de que Velázquez apadrinó la boda de Cortés con Catalina, y de la alcaldía, en Bernal Díaz, caps. XIX y XX.— Respecto a la primera hija o hijo de Cortés, Las Casas (ibid) ignora si lo tuvo con Catalina o con otra mujer, aunque dice que Velázquez fue también el padrino. Cervantes de Salazar afirma que Cortés “no tuvo [de Catalina]) hijo alguno” (Crónica, lib. II, cap. XVIII). Como lo supone Henry R. Wagner (The Rise of Fernando Cortés, The Cortés Society, Los Ángeles, 1944, cap. II, pp. 25 y n.1), creo que la madre de esta primera hija de Cortés fue la “señora cubana” Leonor Pizarro, acaso pariente suya, quien luego pasó a México y casó con Juan de Salcedo o Saucedo. La hija se llamó Catalina Pizarro, como la madre del conquistador, y debió de ser la primogénita. Si fue la que Velázquez apadrinó, nacería en Cuba hacia 1514 o 1515. Pero esta Catalina, en una probanza de 1550 contra su madrastra doña Juana de Zúñiga (Publicaciones del Archivo General de la Nación, VII, La vida colonial, México, 1923, p. 20), dice que nació en Nueva España. Su condición de primogénita explica que fuese la hija preferida y que su padre la hiciese legitimar en 1529, junto con sus medios hermanos Martín y Luis. Véanse las cláusulas XXV a XXXII del Testamento, en Documentos, sección VII.
24 Interrogatorio presentado por Cortés en el juicio por gananciales: “Probanza en la causa seguida por doña María de Marcayda en contra de Cortés y sus descendientes”: Archivo General de la Nación, Documentos inéditos relativos a Hernán Cortés y su familia, México, 1935, p. 46, y en Documentos, sección IV.
25 Las Casas, ibid.
26 De rebus gestis, op. cit.
27 Los primeros contactos con tierras mexicanas se deben a Juan Díaz de Solís y Vicente Yáñez Pinzón en 1506; y a un grupo de navegantes enviados por Vasco Núñez de Balboa en 1511 que llegó a Yucatán, y del cual los indios apresaron, entre otros que murieron, a Gonzalo Guerrero, padre de los primeros mestizos mexicanos, y a Gerónimo de Aguilar, luego rescatado e intérprete de Cortés.
28 Bernal Díaz, cap. IV.
29 López de Gómara, cap. VI, consigna una lista del “rescate que hubo Juan de Grijalva”, con muchas piezas de oro de las que dice que “valía más la obra de muchas de ellas que no el material”.
30 Bernal Díaz, caps. VIII-XVI.— De rebus gestis.— Juan Díaz, “Itinerario de Juan de Grijalva”, texto italiano y traducción por Joaquín García lcazbalceta, Colección de documentos para la historia de México, México, Librería de J. M. Andrade, 1858, t. I, pp. 281-308.
31 Las Casas, op. cit., lib. III, cap. CXIV.
32 Bernal Díaz, cap. XVI.— Argensola, Conquista de México, ed. citada, cap. IV, p. 65, repite esta historia sobre los naranjos de Bernal Díaz, la cual pudo tomar del manuscrito de la Historia verdadera que consultó.— (El presente autor tenía la impresión de que entre el múltiple y muy curioso inventario de iniciadores —del trigo, de las vides, de la caña de azúcar, del cáñamo, de las verduras y aun de la cerveza, entre otros— que hay en el Diccionario autobiográfico de conquistadores, de Icaza, tenía señalado a otro introductor de los naranjos en México. No lo encontró. Quede el título a Bernal Díaz del Castillo.)