El desdichado
de Gérard de Nerval
Yo soy el tenebroso — el viudo —, el desolado
Príncipe de Aquitania del castillo abolido;
mi única estrella ha muerto, — mi laúd constelado
ostenta, melancólico, un sol oscurecido.
En noches de la tumba, tú que me has consolado,
devuélveme el Pausílipo, y el itálico mar,
la flor que mi doliente corazón supo amar,
y el pámpano, en las viñas que a la rosa ha enlazado.
¿Soy Lusiñán, Birón, soy Amor o soy Febo...?
De la Reina, en mi frente, un beso rojo llevo;
en grutas donde nada la sirena he soñado...
El Aqueronte, intrépido, dos veces he cruzado:
en la lira de Orfeo modulando infinitos
suspiros de la santa, y del hada los gritos.