Oración
Si algún día advirtieras que he perdido
la anafórica voz que da el amor
promete que tu pánico furor
me ultimará a la entrada de ese olvido;
que me dará tu mano el prometido
veneno con su gusto amargo a flor,
que hundirás en mi pecho desertor
la bala o el cuchillo requerido.
No quiero, no, no quiero que el espanto
o el delictuoso horror de verme muerta
te detenga en el marco de la puerta:
dejaré de morir, serás un santo.
Herida puedo ser tu redentora:
yo sé que hay crímenes que Dios adora.