La abandonada

segunda versión

¡No se le ocurre al tiempo repetir

sus caras en las nubes del poniente!

Y se mueren impenitentemente

tiempos entristecidos al huir.

Por eso estoy acá como en un sueño,

como en un sueño largo que no es mío,

costeando márgenes de un vago río

donde el destino forma su diseño.

Y Dios que me contempla en su impotente

indiferencia, siente su destreza

crecer para otorgar sólo tristeza

o una terrible dicha negligente.

Mas si quisieras ser como te amé

volvería la luz a ser como antes,

no habría primaveras repugnantes

ni fragmentos heridos en mi fe.

Ah, si pudiera ser como me amabas,

sin la inquietud que vuelve tan cobarde,

volverían los cielos de otra tarde

a penetrar mi anhelo que buscabas.