Mis amigos

 

 

Cuando Elena fue al camping por primera vez el verano pasado no esperaba hacer descubrimientos tan sorprendentes.

Al principio, no ver durante unas semanas a sus amigos de la escuela le hacía sentir un poco triste, pero nada más llegar comenzó la aventura.

 

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¡Para montar una tienda de campaña hay que trabajar en equipo! ¡Manos a la obra! Yo estiraré la tienda sobre el suelo. Necesitaré que sujetes las cuerdas. ¿Me ayudas? le preguntó su mamá.

A Elena le sorprendió que su hogar para los próximos días pudiese caber en aquella mochila. Parecía divertido poder dormir en una pequeña casita de tela. Solo tardaron unos cuantos minutos en tenerla lista.

Un niño se acercó sonriente.

¡Bienvenidos! Soy Milo dijo. Mi hermana Valeria y yo hemos preparado para merendar tostadas con guacamole. ¿Queréis?

¡Oh, qué ricas! Gracias, Milo. ¿Queréis sentaros con nosotras? le preguntó la mamá de Elena. Todos charlaron animadamente.

Durante los siguientes días, Elena, Milo y Valeria se convirtieron en grandes amigos. Cada mañana, antes de desayunar, los tres iban juntos en bicicleta a comprar el pan.

Valeria mostró a Milo y a Elena en qué lugares del camping solía haber caracoles. Ella sabía mucho sobre caracoles y a Elena le fascinaba escucharla.

¿Sabes? En el camping no hay una cocina como la de casa. Se cocina al aire libre. Según el abuelo de Elena, la comida en la naturaleza se saborea aún más, sobre todo cuando la compartes con amigos. Algunos días las dos familias comían juntas. Todos ayudaban preparando platos, poniendo la mesa, partiendo fruta, sirviendo la bebida... La familia de Milo y Valeria era mexicana y cocinaban muchos platos llamativos que Elena nunca había probado: quesadillas, tacos, totopos... ¡Todo estaba delicioso!

Elena cree que los amigos abren tu mente y tu corazón hacia nuevas experiencias, aprendizajes y conocimientos.

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Por las tardes, Elena, Milo y Valeria solían bañarse en un pequeño arroyo que había junto al camping. Se salpicaban, saltaban desde la orilla, buscaban peces, cangrejos... Elena le mostró a Milo cómo había aprendido ella a nadar. Al principio Milo sentía un poco de miedo, sin embargo, Elena le acompañó todos los días: le ofrecía su mano, le animaba y le daba algunos consejos sobre cómo mover su cuerpo. Una de aquellas tardes, mientras jugaban juntos en el agua, Milo comenzó a nadar.

¡Lo estás haciendo solo, Milo! ¡Estás nadando! ¡Lo has conseguido! exclamaba Elena, que se sentía tan contenta que daba saltos de alegría.

Elena está convencida de que sus amigos la llenan y la hacen sentir más alegre aún.

 

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Al caer la noche, llegaba el momento que más le gustaba a Elena. Los tres niños iban con sus linternas y sus neceseres a los lavabos del camping y se cepillaban los dientes. A Elena le parecía toda una aventura. Después, un rato antes de irse a dormir, contaban historias tumbados sobre una esterilla mientras miraban las estrellas. Una noche, incluso vieron una estrella fugaz.

Los días y las noches de aquel verano fueron pasando. Las vacaciones en el camping llegaban a su fin. Era el momento de regresar a casa. ¡Cuántas aventuras habían vivido Elena, Milo y Valeria! El verano se acababa, pero la amistad no: los verdaderos amigos lo serán siempre; para animarse, para apoyarse y compartir.

¡Nos veremos de nuevo el próximo verano! ¡Aquí estaremos!

En cualquier momento y en cualquier lugar tú también puedes hacer nuevos amigos, como Elena. Aunque a veces tengas que separarte de ellos, siempre los llevarás en tu corazón. Los amigos, como el verano, siempre vuelven a tu lado.

Mi deseo para ti en este día que también termina es que disfrutes de ese regalo tan bonito que es la amistad. ¡Te quiero!