Capítulo Siete

 

Entonces la besó.

Mientras el agua se deslizaba por sus cuerpos entrelazados, la besó larga y apasionadamente, perdiéndose en su sabor. Cuando Penny abrió los labios bajo los suyos, la besó con más fiereza todavía, frotando su lengua con la suya en una danza enloquecida de deseo. «Aquí está», pensó acelerado. Aquella increíble chispa de pasión que no había sentido nunca con nadie más. Aquel deseo primitivo de tocar y poseer.

Solo con ella. Solo con Penny.

Ella le rodeó el cuello con los brazos y se inclinó sobre él, deslizándole los pechos contra el torso. Colt le acarició el cuerpo de arriba abajo, la sensación de su piel húmeda fue como una cerilla para la dinamita que tenía dentro.

–Diablos, eres deliciosa.

–Tú también –susurró Penny–. Maldición, tú también.

Colt sonrió contra su boca. Pensó que Penny no quería desearle, pero no podía evitarlo y eso le gustaba. Colt le dio la vuelta de modo que el agua de la alcachofa de la ducha le caía por la espalda. Ella alzó la vista para mirarle cuando el agua calienta aterrizó sobre sus hombros y cayó por su cuerpo como un riachuelo.

–Colt…

–Déjame tocarte –susurró él deslizándole una mano seno abajo. Le acarició con las yemas de los dedos las costillas y siguió por el abdomen.

Penny se estremeció, cerró los ojos y contuvo un gemido.

–No sé…

–Yo sí –afirmó él besándola otra vez mientras deslizaba primero un dedo y luego otro en su calor húmedo acogedor.

Ella gimió y se agarró a él de los hombros. Su respiración se volvió más agitada, y Colt la acarició todavía más íntimamente, hasta que Penny se retorció contra su mano en busca del clímax hacia el que la estaba llevando. Movió el pulgar hacia su centro y aquella sensación avivó su fuego interior hasta convertirlo en un incendio.

Abrió las piernas para él, para recibir su contacto, sus caricias. Luego bajó una mano de los hombros por su cuerpo hasta cerrar los largos y delicados dedos alrededor de su dura virilidad. Entonces le tocó a Colt el turno de gemir y temblar bajo el influjo de aquel montón de sensaciones.

–Eso es trampa –susurró.

–Es lo justo –gimió Penny mientras él volvía a acariciarla, frotándole el centro con más fuerza mientras le hundía los dedos más profundamente dentro del cuerpo.

La tomó… y Penny le tomó a él. Sus dedos se movieron en él hasta que Colt no pudo seguir manteniéndose en pie. Se le nubló la visión al sentir cómo se acercaba al orgasmo. Pero no podía hacerlo. No quería rendirse a lo que Penny le hacía sentir. No hasta que la viera a ella estremecerse entre sus brazos.

No tardó mucho.

La besó con ansia, permitiendo que sintiera todo lo que él sentía. Quería que supiera lo que estaba haciendo con él. A Penny se le aceleró la respiración. Apartó la boca de la suya. Abrió los ojos de par en par y gritó su nombre con voz ronca mientras el clímax la arrollaba.

Colt la sostuvo entre sus brazos hasta que pasó el último temblor. Solo entonces pensó en sí mismo y en el hecho de que su cuerpo anhelaba el mismo alivio que ella acababa de experimentar. Entonces Penny le miró a los ojos y sonrió. Le agarró con más fuerza y deslizó el pulgar por la punta de su virilidad. La sensación estuvo a punto de hacerle perder la cabeza. Estaba perdiendo el control a pasos agigantados.

Ninguna otra mujer le había afectado como Penny. Desde el momento en que la conoció hubo electricidad entre ellos. Un solo roce era lo único que hacía falta para que sobre ellos cayeran unas chispas que no podían encontrar en ningún otro lado. Todo en ella era… algo más. Le excitaba y le enfurecía de un modo que nunca creyó posible.

Pero cuando alcanzara el orgasmo tenía que ser dentro de ella. Se apartó lo suficiente para obligarla a dejar de acariciarle, aunque le costó trabajo. Estaba atrapado por el deseo y también vio un ansia renovada en los ojos de Penny. Siempre habían sido algo explosivo cuando estaban juntos, y parecía que nada había cambiado desde la última vez que la vio.

–Una cama –murmuró Colt–. Necesitamos una cama.

–Pero no deberíamos… –tal vez la boca de Penny dijera que no, pero sus ojos gritaban todo lo contrario.

–¿Puedes tener relaciones sexuales? –murmuró Colt rezando en silencio para que le dijera que sí.

–Dijeron que podía en cuanto me sintiera preparada.

–Por favor, dime que estás preparada.

–No te imaginas cuánto.

Colt sonrió ante su rápida respuesta. Apoyó la frente en la suya y murmuró:

–Tendremos cuidado. Puedes ponerte encima. Tú marcarás el ritmo. Eso es lo más que puedo ofrecerte.

–Lo acepto –Penny tragó saliva, estiró la mano detrás para cerrar la ducha y luego dejó que Colt la llevara en brazos al dormitorio.

La cama era estrecha, pero a Colt no le importó. Lo único que quería era una superficie lisa. Se dejó caer sobre el colchón y observó cómo Penny se subía encima de él y cubría su cuerpo con el suyo.

Tenía los huesos ligeros. Era muy delicada. Y tremendamente sexy.

–Espera –gruñó Colt–. Preservativo.

–La otra vez no nos sirvió de nada –ironizó ella.

Colt aspiró el aire por la nariz.

–Tienes razón.

–No importa –le dijo Penny–. Estoy protegida.

–Esa es la mejor noticia que he oído en toda la noche –Colt volvió a tumbarse y le puso las manos en las caderas.

Cuando ella se colocó de rodillas, Colt contuvo el aliento. Parecía una princesa guerrera salida de un cuento irlandés. El cabello rojo le caía húmedo por los hombros y le cubría la parte superior de los senos. Sus ojos verdes brillaban y la pálida piel le relucía como la más fina de las porcelanas. Resultaba magnífica y la necesitaba más que a su próxima respiración.

 

 

Penny temblaba de la cabeza a los pies. Aquello era una mala idea y ella lo sabía. Pero no había forma de pararlo ahora. Tenía que sentir a Colton King dentro de ella de nuevo. Necesitaba sentir su dura virilidad llenando por completo su cuerpo. Ya se preocuparía al día siguiente cuando la realidad asomara su fea cabeza. Por ahora solo quería vivir el momento. Aprovecharlo al máximo.

–¿Vas a estar torturándonos toda la noche? –preguntó Colt con voz ronca cargada de pasión contenida.

–Ese es el plan –murmuró ella con la mirada clavada en la suya mientras descendía despacio sobre él, tomándolo con su cuerpo centímetro a centímetro.

Penny vio cómo sus ojos azules como el hielo desprendían un destello de calor y el último jirón de lógica se le borró de la mente.

Sabía que esto era una estupidez. Sabía que nada había cambiado. Colt seguiría sin quedarse. No tenían futuro. Pero en aquel momento perfecto iba a olvidarse de todo.

Le había deseado, le había necesitado, le había echado de menos y ahora estaba allí. En su cama, mirándola como si fuera la única mujer del mundo. El deseo se aceleró, la respiración se le hizo más agitada y unas burbujas de expectación enfebrecida crecieron en su interior. Se movió encima de él, sintió cómo Colt le seguía el ritmo y entonces se rindió a lo inevitable.

Colt King era el único hombre al que desearía jamás y puede que esto fuera lo único que tendría de él. ¿Cómo iba a negarse a sí misma lo que solo encontraba a su lado?

Lo tomó profundamente y cuando estuvo completamente dentro de ella suspiró al sentir cómo su cuerpo se estiraba para acomodarse al suyo. La excitación le recorrió el sistema nervioso, encendiendo fuegos que llevaban en ascuas casi dos años. Lo que tuvo con Colt nunca se había extinguido del todo. Un roce suyo y las llamas volvían a alzarse, consumiéndola en un infierno de sensaciones. Así había sido entre ellos desde el principio.

Encajaban tan bien juntos que era como si estuvieran hechos el uno para el otro.

Penny movió el cuerpo en el suyo y escuchó cómo Colt aspiraba con fuerza el aire. Ella le deslizó los dedos por el pecho y disfrutó de la sensación de su cuerpo musculoso y duro bajo las manos. Un bello oscuro le cubría el pecho. Flexionó los músculos de los brazos cuando extendió el brazo para cubrirle los senos. Penny suspiró ante la intensidad del placer que la quemaba por dentro. Echó la cabeza hacia atrás y gimió mientras los pulgares de Colt le acariciaban los duros pezones.

Al echar la cabeza hacia atrás sintió el fresco latigazo de su pelo todavía mojado sobre la piel. Colt la tocó y perdió completamente el control. Se movía dentro de ella y Penny solo quería más y más.

El cuerpo le dolió un poco al moverse dentro de él, pero aquella leve molestia se perdió en el desfile de sensaciones que nada tenían que ver con la incomodidad.

La oscuridad acechaba al otro lado de la ventana y un viento suave agitaba las ramas de los árboles contra el lateral de la cabaña. Pero dentro todo era calor, magia, respiraciones agitadas y corazones acelerados.

Penny sintió que el tiempo perdido sin él en su vida se deshacía hasta que solo quedó aquel momento. La pasión que recordaba aullaba más fuerte, más afilada, más abrumadora que antes, y se entregó a ella. Mirándole a los ojos, se movió en él, disfrutando de sentir cómo entraba y salía de su cuerpo. La llenaba completamente, el menor movimiento creaba una fricción que la dejaba sin aliento. Se movió una y otra vez en él creando un ritmo, mirando cómo los ojos de Colt despedían fuego y deseo. La sangre le bombeaba de un modo furioso hasta que se convirtió en un bramido en los oídos, dejando fuera cualquier otro sonido. Una exquisita y familiar sensación comenzó a abrirse paso dentro de ella.

Las manos de Colt se movían por todo su cuerpo tocándola, explorándola, seduciéndola con más y más sensaciones. Se movía debajo de ella con el ritmo que Penny había marcado, llevándolos a los dos cada vez más lejos y más alto.

Penny gimió, le puso las manos en el ancho y musculoso pecho y aceleró para alcanzar el clímax que estaba ya al alcance de su mano. Subió a la cima que tenía delante a toda velocidad, desesperada por alcanzar la cumbre y luego dejarse caer al otro lado.

–Llega para mí, Penny –le susurró Colt. Su voz era como una caricia para todas sus terminaciones nerviosas–. Llega para mí. Déjame ver cómo vuelas.

Ya estaba casi allí. Sentía un nudo en la garganta y le faltaba el aire en los pulmones, su cuerpo estaba vivo por el deseo. Abrió los ojos de golpe, los clavó en los suyos y cuando surgió el primer temblor en su interior, corrió a encontrarse con él.

Colt deslizó la mano hacia donde sus cuerpos estaban unidos. Acarició con el pulgar aquel increíble punto y se quedó mirando cómo Penny se deshacía en un millón de piezas.

La cabeza de Penny seguía dando vueltas, su cuerpo todavía vibraba cuando sintió el cuerpo de Colt haciendo explosión en el suyo. Escuchó su grito gutural, sintió su tensión antes de que se estrellaran entrelazados contra la nada.

 

 

Poco tiempo después, Colt se levantó de la cama revuelta, se puso los vaqueros y la dejó durmiendo acurrucada a un lado. Se quedó mirándola y deslizó la mirada por las curvas de su cuerpo desnudo. El deseo volvió a apoderarse de él. Era preciosa. Increíble. Y peligrosa.

La tapó con la colcha de flores y salió del dormitorio. La casa estaba en silencio. Demasiado en silencio, la verdad. No estaba acostumbrado a aquello. El mundo en el que él vivía era ruidoso y acelerado.

Así era como le gustaba, se dijo cuando entró en silencio a ver cómo estaban los gemelos. Luego se movió a través de la casa en penumbra como un tigre enjaulado en busca del escape más fácil. Lo encontró cuando entró en la cocina, abrió la puerta de atrás y salió al minijardín de atrás.

Aspiró con fuerza el frío aire de la noche y lo retuvo dentro con la esperanza de que apagara los fuegos que ardían en su interior. Por supuesto no fue así, y se quedó ardiendo mientras tomaba asiento en los escalones y miró hacia el cielo.

Todavía estaba intentando entender lo que había pasado. Estar con Penny le había impactado hasta la médula. Estaba acostumbrado al deseo. A satisfacer ese deseo cuando tenía una mujer a mano. A lo que no estaba acostumbrado era a lo que le pasaba con Penny.

Durante los dos últimos años se había convencido a sí mismo de que los recuerdos que tenía sobre su semana con Penny eran exagerados. Nadie podía ser tan increíble. La conexión que había sentido con ella no existía realmente. Bien, pues aquellas mentiras acababan de quedar pulverizadas.

Sentía el corazón como una taladradora en el pecho y tenía la cabeza llena de pensamientos que no lograba ordenar.

El sexo con Penny era asombroso. No había otra forma de definirlo.

Las estrellas se desperdigaban por la oscuridad de la noche y había una luna en cuarto creciente en forma de cuna. Las facciones de los gemelos surgieron en su mente y Colt sintió cómo se ponía tenso. Los pensamientos sobre el sexo se disolvieron cuando consideró la razón por la que estaba allí. Aquellos dos niños se merecían algo mejor que aquella casa tan minúscula. Pertenecían a la familia King. Podía admirar a Penny por todo lo que había conseguido por sí misma, pero ahora que él estaba en la foto las cosas iban a cambiar.

Colt había dejado su propia vida y su trabajo en suspenso para estar allí con Penny y los gemelos, pero eso no podía durar. Tenía sitios a los que ir. Al monte Etna, en concreto.

Aquel pensamiento se transformó rápidamente en otro, y a partir de ahí el cerebro se le llenó de ideas. Una lenta sonrisa apareció en su rostro cuando pensó en algo en particular. Diablos, podía ir a Etna aquella semana. Y Penny y los niños podían ir a Sicilia con él. Los gemelos verían algo de mundo, nunca se era demasiado pequeño para experimentar cosas distintas. Penny podría además tomar fotos de los lugares de saltos que luego se usarían como publicidad y eso ayudaría a su negocio.

Sonriendo para sus adentros, Colt asintió pensativo mientras iba formando el plan.

 

 

–Estás completamente loco –Penny se lo quedó mirando a la mañana siguiente, asombrada por lo que acababa de decirle.

Colt dio dos cucharadas de yogur a las dos bocas que le esperaban y la miró.

–En absoluto. Es perfecto. Yo hago mi trabajo, tú consigues publicidad para tu negocio y los niños volarán en un jet privado. Todos salimos ganando.

Penny sacudió la cabeza, agarró una taza de café y le dio un largo sorbo con la esperanza de que la cafeína le diera la fuerza para lidiar con Colt. Se había despertado sola aquella mañana en la cama y, aunque se llevó una decepción, no le sorprendió. Colt no era de los que se quedaban acurrucados y ella lo sabía. Y sin embargo, sintió una punzada de dolor cuando se vio obligada a reconocer que estaba guardando las distancias entre ellos incluso después de lo que habían compartido.

Pero esto era una locura.

–No puedes esperar de verdad que vayamos a Sicilia contigo.

–¿Por qué no? –Colt se encogió de hombros, le limpió la boca a Riley con un pañuelo de papel y luego le dio otra cucharada de yogur–. Dejaremos pasar otra semana. Para entonces, ya deberías estar bien.

¿De verdad era tan fácil para él? Ella tenía responsabilidades. Los gemelos. Un negocio. Una casa de la que ocuparse. Y así se lo dijo.

–A la casa no le va a pasar nada. Los gemelos estarán con nosotros –Colt volvió a mirarla–. Y en cuanto al negocio, está en un punto muerto y lo sabes. He mirado tus archivos esta mañana mientras dormías y apenas cubres gastos.

La rabia y la vergüenza se apoderaron de ella y se le formó un nudo en la boca del estómago. Colt no solo se había metido en su cuenta bancaria y en sus facturas, también había husmeado en su trabajo. Había vistos sus archivos y se había quedado con el resumen. No se había fijado en el trabajo duro, en sus sueños y esperanzas.

–No puedo creer que hayas hecho eso –murmuró–. Mi trabajo no es asunto tuyo.

–Te equivocas –afirmó él–. No quiero discutir, Penny –se apresuró a decir antes de que ella pudiera intervenir–. Solo digo que a tu negocio le vendría bien un impulso. Y eso te lo daría hacer fotos para Aventuras Extremas King.

Penny se dejó caer en la silla de la cocina. La luz del sol se filtraba por la ventana e iluminaba la mesa y el viejo suelo de madera de roble.

–Colt, no te he pedido ayuda y no la necesito.

Él puso unos cuantos cereales en las mesitas de los niños y se giró para mirarla de frente.

–Te estoy ofreciendo un trabajo. Está bien pagado. Y tiene otras ventajas –añadió con una sonrisa lenta.

Una sensación cálida se mezcló con la furia que sentía. Pero todavía le quedaba suficiente como para mantenerse en su sitio.

–No vamos a llevar a los bebés a una excursión a un volcán. Y no, no quiero tomarte fotos mientras arriesgas tu vida –añadió.

Colt aspiró el aire por la nariz.

–No te recordaba tan remilgada. Cuando nos conocimos estabas metida en la fotografía deportiva, querías viajar por el mundo y captar el peligro y la emoción con tu cámara –sacudió la cabeza y la miró con curiosidad–. ¿Y ahora te conformas con sacar fotos de los barrios periféricos? ¿Qué fue de tus grandes sueños?

–Me convertí en madre –dijo tratando de hacerle entender–. Los planes cambian. Los sueños cambian.

Colt miró a los gemelos y sus facciones se suavizaron. Penny sabía que sus hijos llegaban a él de un modo que ella nunca conseguiría. Pero también sabía que aquel tiempo en la cabaña era un receso en su vida. Por mucho que quisiera a los gemelos, Colton King no era de los que se quedaban.

 

 

El viernes por la mañana, Rafe King, de Construcciones King, estaba en casa de Penny a primera hora. Colt agradeció la distracción. Desde que ella tirara por tierra su plan genial el día anterior, los dos habían estado evitándose. Lo que no resultaba fácil en una casa tan pequeña como un cobertizo.

Colt salió de la casa con dos tazas de café en la mano y fue al encuentro de su primo, que estaba bajando de la furgoneta.

–Café –Rafe sonrió al agarrar la taza–. Siempre has sido mi primo favorito.

Aquello le hizo pensar a Colt en que debería hablar con Penny sobre presentar a los gemelos al resto de la familia. No podían celebrar una fiesta para todos los King en la cabaña, no cabrían. Pero podrían hacerla en su casa. Había sitio de sobra.

Curioso, nunca pensó que la casa que había comprado tres años atrás estaba hecha para una familia grande. En aquel momento le pareció una buena inversión. Y seguía siéndolo, por supuesto, pero ahora debía preguntarse si a Penny y a los gemelos les iba a gustar. Se dijo que sería mejor para ellos. Más espacio. Un jardín grande. Cerca de la playa.

Sacudió la cabeza con fuerza. Estaba empezando a preocuparse seriamente por él mismo.

Rafe le preguntó entonces:

–¿Y qué tal están tus nuevos bebés?

–No son exactamente nuevos –contestó Colt–. Tienen ocho meses.

–Ya –Rafe se apoyó en la furgoneta–. Colt me lo contó. No ha debido ser fácil.

–No –y la situación no iba a mejor.

Se sentía en conflicto con la situación. Quería que aquellos niños fueran felices y estuvieran a salvo. Pero sabía que para que fuera así no podía quedarse. No podía hacerles creer que podían contar con él y arriesgarse a dejarles tirados cuando más le necesitaran. La idea de no estar allí para escuchar sus primeras palabras o ver sus primeros pasos le rompía el corazón. La idea de no volver a ver a Penny le hacía mucho más daño del que quería admitir.

–¿Qué tal estás llevando todo?

–Estoy bien –y no tenía ganas de hablar del tema. Ni siquiera con su primo–. Te agradezco que hayas venido tan rápido a arreglar el tejado.

–Ningún problema. Los King estamos para ayudarnos –Rafe echó un vistazo al tejado de la cabaña de Penny y frunció el ceño–. Está en mal estado.

Qué demonios, la mayor parte de la casa estaba en mal estado. Colt sabía que a Penny le encantaba, pero se preguntó si la verdadera razón para que viviera allí no sería que era porque no podía costearse otra cosa. Las habitaciones eran demasiado pequeñas y los gemelos crecerían pronto. No tenían sitio para jugar y con un solo cuarto de baño, las cosas se pondrían feas en cualquier momento.

¿Y por qué se ponía a pensar de pronto aquellas cosas? ¿Desde cuándo hacía planes de futuro o se preocupaba del tamaño del jardín o de si el tejado aguantaría otro invierno? ¿Qué diablos le estaba pasando?

Torció el gesto y murmuró:

–Comprueba si hay termitas también, por favor. Tengo la sensación de que este lugar es un bufé libre para esos bichos.

–De acuerdo. Bajaré la escalera de la furgoneta para hacer una inspección y luego iré a buscarte.

–Como te he dicho, te lo agradezco –Colt le dio otro sorbo a su café–. ¿Cuándo crees que podrás empezar el trabajo?

–Podría tener aquí una cuadrilla el lunes.

–Cuanto antes mejor –no podía marcharse hasta saber que Penny y los niños iban a estar bien. Y sabía que con la empresa de Rafe y sus hermanos el trabajo no sería rápido pero se haría bien. Los King siempre estaban ahí para la familia, así que a Colt no le había sorprendido que fuera el propio Rafe quien se hubiera presentado allí personalmente.

Entonces, si los King siempre estaban ahí para la familia y él estaba pensando salir de la vida de sus hijos lo antes posible, ¿qué clase de King era?