EL DERECHO A
SER RICO
Más allá de todas las cosas que puedan decirte en alabanza de la pobreza, el hecho categórico es que no es posible que vivas una vida verdaderamente plena o exitosa, a menos que seas rico. ¿Sabes por qué? Es muy sencillo: ningún hombre puede desarrollar su alma o su talento al límite máximo de sus posibilidades, salvo que tenga mucho dinero; pues para desarrollar el alma y el talento es necesario tener acceso a muchos recursos, y no puedes tenerlo si careces de dinero para comprarlos. Es simple, el hombre desarrolla su mente, su cuerpo y su alma en contacto directo y cotidiano con los objetos del mundo, hace uso de las cosas, y la sociedad está tan organizada que el hombre debe tener dinero para hacerse poseedor de esas cosas. Por ello, la base del progreso del hombre debe ser necesariamente la ciencia para hacerse rico.
Si te detienes a pensarlo, verás que el objeto de toda vida es el progreso, la evolución, la transformación creciente de lo simple a lo complejo, tal como lo demuestra la naturaleza y la teoría evolucionista; todo lo que tiene vida tiene un derecho inalienable a progresar tanto como sea capaz de hacerlo y todo lo que atente contra ese derecho atenta contra la vida. He escuchado argumentos de infinidad de personas que buscan en las condiciones externas las causas de todos sus males, de su fracaso, de su estancamiento. Lamento decirte que las causas no residen allí afuera, sino en tu interior. Quien atenta contra tu derecho a ser rico eres tú mismo.
El derecho a la vida que tiene el hombre es el derecho a tener acceso libre y sin restricciones a todas las cosas que pueden ser necesarias para su completo desenvolvimiento mental, espiritual y físico o, en otras palabras, su derecho a ser rico.
En este libro no hablaré de las riquezas en sentido figurado. Ser verdaderamente rico no significa estar satisfecho o contentarse con poco. Ningún hombre debería satisfacerse con poco si es capaz de usar y disfrutar de más. El objeto de la naturaleza es el progreso y el desarrollo de la vida, y todo hombre debería tener todo aquello que pueda contribuir al poder, a la elegancia, a la belleza y a la riqueza de la vida. Y la riqueza de la vida es infinita. ¿Por qué deberíamos entonces limitarnos? Contentarse con menos es pecaminoso.
La ciencia para hacerse rico parte de las siguientes premisas:
* Naturalmente, toda persona desea desenvolverse al máximo de sus posibilidades.
* El deseo de realizar las posibilidades innatas es inherente a la naturaleza humana.
* No podemos evitar el deseo de ser todo aquello que podemos ser.
* Un hombre que posee todo lo que desea para vivir la vida que es capaz de vivir es rico.
* Ningún hombre que carezca de dinero suficiente puede tener todo lo que desea.
La vida ha evolucionado tanto y se ha tornado tan compleja que aun el hombre o la mujer más comunes requieren de una gran cantidad de riqueza para vivir de manera medianamente aproximada a la plenitud.
Recuerda: el éxito de la vida reside en ser lo que deseas ser, y esto solo puedes lograrlo si haces uso de las cosas. ¿Y cómo es posible que dispongas libremente de las cosas si no es por medio del dinero? Solo tendrás acceso a los recursos necesarios en la medida en que te hagas lo suficientemente rico como para adquirirlos. Por ello, comprender la ciencia para hacerse rico es el más esencial de los conocimientos.
Muchas personas piensan que querer hacerse rico es pecaminoso, sin embargo, puedo demostrarles que ese pensamiento parte de una posición radicalmente contraria a lo que sucede. El deseo de riquezas es, en verdad, el deseo de una vida más rica, plena y abundante y, como tal, es un deseo loable. El hombre que no desea vivir una vida con mayor abundancia no es normal, al igual que quien no desea tener dinero suficiente como para comprar todo lo que anhela.
Existen tres motivos por los cuales vivimos: el cuerpo, la mente y el alma. Ninguno de ellos es mejor o más puro que los demás, a pesar de que el mundo occidental, erróneamente, privilegie unos sobre otros; son todos igualmente deseables y ninguno de los tres —cuerpo, mente o alma— puede vivir plenamente si alguno de los otros es apartado de la vida y de la expresión plenas. No es correcto ni es noble vivir solamente por el alma y negar la mente o el cuerpo; y es erróneo vivir para el intelecto y negar el cuerpo o el alma. Cuando esto sucede, los resultados son perturbadores.
El hombre no puede vivir plenamente en el cuerpo sin una buena alimentación, vestimenta confortable, un refugio cálido y sin estar libre de trabajos excesivamente duros. El descanso y la recreación también son necesarios para su vida física.
El hombre no puede vivir plenamente en la mente sin libros ni tiempo para estudiarlos, sin oportunidad de viajar y observar, o sin compañerismo intelectual. Para vivir plenamente en la mente, debe tener recreaciones intelectuales y rodearse de todos los objetos de arte y belleza que es capaz de usar y valorar.
Para vivir plenamente en el alma, el hombre debe tener amor; y el amor es una expresión negada por la pobreza.
La mayor felicidad del hombre consiste en otorgarle beneficios a quienes ama. El amor encuentra su expresión más natural y espontánea en el dar. El hombre que no tiene nada para dar no puede desempeñar su rol de esposo o padre, ciudadano u hombre. Dar para recibir es uno de los preceptos. Si nada das, nada recibirás. Si das todo lo que puedes, no dudes que recibirás lo mismo multiplicado.
Es en el uso de las cosas materiales que el hombre encuentra plenitud para su cuerpo, desarrolla su mente y desenvuelve su alma. Por lo tanto, ser rico es de suprema importancia para el hombre.
Todos estamos familiarizados con las odiosas consecuencias de vivir por el cuerpo y negar tanto la mente como el alma; y vemos que la verdadera vida es la completa expresión de todo lo que el hombre puede expresar por medio de su cuerpo, de su mente y de su alma. Independientemente de lo que el hombre pueda decir, nadie puede estar verdaderamente feliz y satisfecho salvo que su cuerpo viva plenamente en cada función y que ello sea verdad en su mente y en su alma. Dondequiera que exista una posibilidad inexpresada o una función sin realizar, existe un deseo insatisfecho. El deseo es la posibilidad que busca su expresión, o la función que busca realizarse.
Por ello, es perfectamente correcto y honesto que desees ser rico; si eres un hombre o una mujer normal no puedes evitar hacerlo y no debes sentirte mal: quienes no desean hacerse ricos en realidad niegan sus deseos, niegan su derecho natural. Es perfectamente acertado que pongas tu mayor atención en La ciencia de hacerse rico, porque es el más noble y necesario de todos los estudios. Si no te ocupas de este conocimiento, abandonas tu deber hacia ti mismo, hacia Dios y hacia la humanidad, porque no puedes prestar mayor servicio a Dios y a la humanidad que sacar el mayor provecho de ti mismo.