EL PRIMER PRINCIPIO

El pensamiento tiene un poder prodigioso: es el único poder capaz de producir riquezas tangibles con la materia-sinforma o sustancia original. El material con el cual están hechas todas las cosas es una sustancia que piensa, y el pensamiento de forma en esta sustancia crea la forma. Es decir, con solo pensarla es creada la forma.

La sustancia original se transforma según sus pensamientos. Toda forma y proceso que ves plasmado en la naturaleza es la expresión visible de un pensamiento de la sustancia original. Cuando la materia-sinforma piensa en una forma, la adopta. Cuando piensa en un movimiento, realiza ese movimiento. Esta es la manera en que fueron creadas todas las cosas. Vivimos en un mundo de pensamientos que integra parte del universo de pensamientos.

El pensamiento de un mundo en movimiento extendido a través de la materia-sinforma, junto con el material pensante moviéndose conforme a ese pensamiento, tomó la forma de los sistemas planetarios y así se mantiene. La sustancia pensante toma la forma de su pensamiento y se transforma conforme a ese pensamiento. Sobre la idea de un sistema circular de soles y mundos, toma la forma de esos cuerpos y los plasma como los piensa. Al pensar en la forma de un roble de crecimiento lento, lo moldea de esa forma y produce el árbol, aunque le puede llevar siglos lograrlo. Al crear, la materia-sinforma parece moverse conforme a las líneas de transformación que ha establecido; el pensamiento de un roble no produce la formación instantánea de un árbol completamente desarrollado, sino que comienza poniendo en movimiento las fuerzas que producirán el árbol, a lo largo de líneas de crecimiento establecidas.

Cuando la sustancia pensante piensa en una forma y sostiene ese pensamiento, produce la creación de la forma; pero siempre —o al menos por lo general— lo hace a lo largo de líneas de crecimiento y acción previa-mente establecidas.

El pensamiento de una casa de una determinada construcción, si fuera grabado sobre la materia-sinforma, no puede producir su formación instantánea, pero sí activará las energías creativas que ya están trabajando en las transacciones y en el comercio, conduciéndolas por canales que acelerarán la construcción de la casa. Y si no existieran canales a través de los cuales pudiera trabajar la energía creativa, entonces la casa se formaría directamente a partir de la sustancia fundamental, sorteando la espera de los lentos procesos de los mundos orgánico e inorgánico.

De lo dicho hasta aquí, puede sintetizarse una idea: no puede grabarse ningún pensamiento en una forma determinada sobre la sustancia original sin provocar la creación de esa forma. Lo que un pensamiento graba en la materia-sinforma se convierte en una forma.

El hombre es un centro pensante, por lo tanto, puede originar pensamientos, tiene el poder de pensar y grabar esos pensamientos en la sustancia original para obtener la forma. Todas las formas que el hombre crea con sus manos deben existir primero en su pensamiento; no puede darle forma a algo, sino después de haberlo pensado.

Sin embargo, y a pesar del enorme potencial de este hecho, hasta ahora, el hombre ha delimitado por completo sus esfuerzos a trabajar con sus manos; ha aplicado trabajo manual al mundo de las formas, con el fin de cambiar o modificar las que ya existían. No ha intentado jamás provocar la creación de nuevas formas por medio de grabar sus pensamientos sobre la sustancia sin forma. ¿Por qué se ha negado esta capacidad?

Cuando el hombre tiene un pensamiento-forma, toma material de las formas de la naturaleza y crea una imagen de la forma que está en su mente. Hasta ahora, ha hecho poco o ningún esfuerzo para cooperar con la inteligencia sin forma, para trabajar con el Padre. No ha soñado que puede hacer lo que ha visto hacer al Padre. El hombre rediseña y modifica las formas existentes por medio del trabajo manual pero nunca prestó atención a la pregunta acerca de si puede producir cosas a partir de la sustancia sin forma al comunicarle sus pensamientos. Propongo probar que puede hacerlo, probar que cualquier hombre o mujer es capaz de hacerlo, y demostrar cómo.

El primer paso es establecer tres proposiciones fundamentales:

Primero, he afirmado que existe una sustancia o material original sin forma, con la que están hechas todas las cosas. Todos los demás elementos relacionados no son sino diferentes manifestaciones de un solo elemento; las muchas formas halladas en la naturaleza orgánica e inorgánica no son sino formas diferentes, creadas con el mismo material. Y este material es pensante. Un pensamiento proyectado sobre el material pensante produce la forma del pensamiento. En la sustancia pensante, el pensamiento produce formas. El hombre es un centro pensante, capaz de pensamientos originales, y si puede transmitir su pensamiento a la sustancia pensante original puede lograr la creación o la formación de aquello en lo que piensa.

En síntesis: existe un material pensante con el que están hechas todas las cosas y que, en su estado original, se extiende, penetra y ocupa los intersticios del universo. Un pensamiento sobre esta sustancia produce la cosa cuyo diseño proviene del pensamiento.

El hombre puede formar cosas en su pensamiento y grabar ese pensamiento sobre la sustancia inmaterial, creando así todo aquello en lo que piensa.

¿Puedes darte cuenta de la potencialidad de esta proposición?

Antes de responder, quizá te preguntes si puedo probar estas afirmaciones. Sin entrar en más detalles, respondo que sí puedo hacerlo, tanto por medio de la lógica, como de la experiencia.

Por medio de la reflexión, a partir de los fenómenos de la forma y el pensamiento llego a la única sustancia pensante original; por medio del razonamiento, a partir de esta sustancia pensante llego al poder del hombre de provocar la formación de las cosas en las que piensa. Y a través de la experiencia, compruebo que el razonamiento es verdadero, y constituye mi prueba más convincente.

Si un hombre que lee este libro se hace rico haciendo lo que se le indica que haga, ello es una prueba a favor de lo que alego. Pero, si todo hombre que hace lo que se le indica se hace rico, ello es prueba concluyente hasta tanto alguna persona implemente este proceso y no lo logre.

Es decir, por muchas observaciones que existan para apoyar una teoría, no es posible asegurarse de que la siguiente observación no será inconsistente o contradictoria con aquéllas. Millones de observaciones particulares no demuestran una teoría.

Si yo sostengo la proposición: «todos los cisnes son blancos», sería una afirmación verdadera hasta tanto observe un caso concreto que no se ajuste a dicha afirmación, es decir, cuando vea un cisne de otro color. Este método implica que si bien las teorías no pueden ser verificadas (consideradas verdades absolutas), sin embargo, pueden ser consideradas como válidas si no han podido ser refutadas o falsadas.

Es decir, si una gran cantidad de observaciones favorables no puede demostrar la veracidad de una teoría, un solo hecho contrario, puede demostrar que dicha teoría es falsa. Este es el criterio a partir del cual puede distinguirse entre ciencia y no-ciencia: una teoría es científica si es susceptible de ser falsada, en caso contrario, no es científica.

La teoría es verdadera hasta tanto fracase; pero puedo asegurarte que este proceso no fallará, porque cada hombre que haga exactamente lo que se le indica en este libro se hará rico.

He dicho que los hombres se hacen ricos si hacen las cosas de una manera determinada y, para lograrlo, deben ser capaces de pensar de una manera determinada.

La manera en que el hombre hace las cosas es el resultado directo de la manera en que las piensa.

Para hacer las cosas de la manera que deseas hacerlas, deberás adquirir la habilidad de pensar de la manera en que quieres pensar; este es el primer paso para hacerse rico.

Pensar en lo que tú quieras pensar, sin dar importancia a las apariencias, es un pensamiento verdadero.

Todo hombre tiene la facultad inherente y natural de pensar aquello en lo que quiere pensar; pero ello requiere de mucho más esfuerzo que pensar en las ideas que nos son sugeridas, de acuerdo a las apariencias. Es fácil pensar según las apariencias; en cambio, pensar la verdad más allá de las apariencias es trabajoso y requiere un mayor desgaste de energía que cualquier otra actividad.

No existe trabajo ante el cual las personas vacilen tanto como el pensamiento consecuente y sostenido. Es, indudablemente, el trabajo más difícil del mundo. Esto es especialmente cierto cuando la verdad contra-dice a las apariencias. Toda apariencia en el mundo visible tiende a producir la forma correspondiente en la mente que la observa; y ello solo puede evitarse si se mantiene el pensamiento de la verdad.

Considerar la apariencia de una enfermedad creará la forma de la enfermedad en tu propia mente y, en última instancia, en tu cuerpo; salvo que mantengas tu pensamiento de verdad, que es que no existe enfermedad alguna, sino que solo lo es en apariencia y la realidad es la salud.

Considerar la apariencia de la pobreza producirá las formas coincidentes en tu propia mente, a menos que te ciñas a la verdad de que no existe la pobreza; solo existe la abundancia.

Pensar en la salud cuando estás rodeado de apariencias de enfermedades, o pensar en las riquezas cuando estás en medio de apariencias de miseria, demanda energía; pero quien adquiere esta facultad se vuelve una mente maestra, experta, que puede crear su destino y conseguir lo que desea.

Este poder solamente puede desarrollarse si te ciñes al hecho básico que está detrás de todas las apariencias, y al hecho de que existe una sola sustancia pensante, de la cual y por la cual todas las cosas son creadas.

Luego, debemos aferrarnos a la verdad de que cada pensamiento que se sostiene sobre esta sustancia se plasma, y que el hombre puede grabar sus pensamientos sobre ella para darles forma y convertirlos en cosas visibles.

Cuando somos conscientes de ello, nos liberamos de toda duda o temor dado que sabemos que podemos crear lo que queremos; podemos conseguir todo lo que queremos tener, y podemos llegar a ser lo que queremos ser.

Como primer paso para hacerte rico, debes creer en las tres afirmaciones mencionadas anteriormente en este capítulo, con el fin de enfatizarlas. Las reproduzco a continuación:

Existe un material pensante con el que están hechas todas las cosas y que, en su estado original, se extiende, penetra y ocupa los intersticios del universo.

Un pensamiento, sobre esta sustancia, produce la cosa cuyo diseño proviene del pensamiento.

El hombre puede formar cosas en su pensamiento y grabar ese pensamiento sobre la sustancia inmaterial, creando así todo aquello en lo que piensa.

Debes hacer a un lado todos los demás conceptos del universo distintos de este concepto de la teoría de la uniformidad de la creación del universo; y debes pensar continuamente en ello hasta que se fije en tu mente y se convierta en tu pensamiento habitual. Lee estas afirmaciones de fe una y otra vez; fija cada palabra en tu memoria, medita sobre ello hasta que firmemente creas en lo que dicen. Si te surge alguna duda, apártala como si fuera un pecado. No escuches argumentos contrarios a esta idea, no vayas a iglesias o conferencias donde se enseñe o predique un concepto contrario sobre las cosas. Tampoco leas revistas o libros que enseñen una idea distinta, pues si confundes tu fe, todos tus esfuerzos serán en vano.

No preguntes por qué son ciertas estas cosas, ni especules acerca de cómo pueden hacerse realidad; sencillamente acéptalas con confianza.

La ciencia para hacerse rico comienza con la aceptación absoluta de esta fe.