¿CÓMO LLEGAN A TI
LAS RIQUEZAS?

Antes de desarrollar este capítulo, necesito hacer una aclaración: cuando digo que no tienes que conducir tratos ventajosos, no quiero expresar que no tengas que hacer ningún tipo de trato en absoluto, o que tú estás más allá de la necesidad de hacer negocios con tu prójimo. Lo que quiero decir es que no necesitarás hacer negocios con ellos de manera desleal, ni tendrás que conseguir algo a cambio de nada; sino que puedes darle a cada hombre más de lo que puedes obtener de ellos.

No puedes darle a cada hombre más dinero a valor de mercado que lo que obtienes a cambio, pero sí puedes darle un valor de uso superior al valor monetario del objeto que obtienes a cambio. Por ejemplo, tu podrías pensar que el papel, la tinta y otros materiales de este libro pueden no valer lo que pagaste por él, pero si las ideas que contiene te permiten conseguir miles de dólares, ¿no crees que no has sido burlado por quien te lo vendió, sino que, al contrario, has conseguido un gran valor de uso a cambio de una pequeña suma de dinero?

Piensa en este otro ejemplo: vamos a suponer que poseo una obra de un gran artista, que en una comunidad civilizada vale miles de dólares. La llevo a una comunidad indígena del Amazonas y por medio de mi «habilidad para los negocios» induzco a un nativo a que me entregue pieles por un valor de 500 dólares por esa obra. En verdad, lo he burlado porque el nativo no puede hacer uso del cuadro; no tiene valor de uso para él y no le aportará nada a su vida. Pero supongamos que le doy un arma por un valor de 50 dólares a cambio de sus pieles; en ese caso sí ha hecho un buen negocio ya que puede utilizar el arma y conseguir muchas más pieles y alimentos con ella, lo que le aportará algo adicional a su vida; lo hará rico.

Cuando te elevas del nivel competitivo al creativo, del nivel de la destrucción al de la producción, puedes explorar las operaciones comerciales de manera muy estricta; y si de esa manera te das cuenta de que, por ejemplo, le vendes a alguien una cosa que no le aporta a su vida un valor mayor que lo que te dio por ella, puedes conseguir dejar de hacerlo. Debes saber que no tienes que ganarle a nadie en los negocios; y si estás en una actividad de esa naturaleza, te recomiendo que salgas de ella de inmediato. De lo contrario nunca serás verdaderamente rico.

Dale a cada hombre más en valor de uso de lo que puedes obtener de este en dinero; de esta manera, con cada operación comercial estarás haciendo un aporte a la vida del mundo. Ten en cuenta que tu evolución hace evolucionar al universo.

Si hay personas que trabajan para ti, debes obtener de ellos un valor monetario superior a lo que les pagas como salario, es cierto; pero también puedes organizar tus negocios de tal manera que se basen en el principio del ascenso, y que cada empleado que desee ascender pueda avanzar un poco cada día. Debes tener en cuenta que tus ganancias deberán sustentarse en valores éticos y que deberás atender las aspiraciones de las personas bajo tu mando. Incluso, puedes hacer que tus negocios hagan por tus empleados lo que este libro está haciendo por ti. Puedes conducir tus negocios de manera que sean una especie de escalera en la que cada empleado que se esfuerce pueda escalar hacia las riquezas por sí mismo y, dada tal oportunidad, si no las consiguiera no sería tu responsabilidad.

Ahora bien, el hecho de que tú provoques la creación de tus riquezas a partir de la sustancia inmaterial que se impregna en todo el entorno no quiere decir que estas riquezas adquirirán forma a partir de la atmósfera y se materializarán frente a tus ojos.

Si deseas una máquina de coser, por ejemplo, no quiero decirte que debes grabar ese pensamiento acerca de una máquina de coser en la sustancia pensante hasta que la máquina sea creada, sin que uses tus manos, en la habitación en donde estás sentado o en algún otro lugar. Pero si quieres una máquina de coser, mantén la idea mental de esa máquina con la más positiva certeza de que está siendo creada, o que está en camino hacia ti. Una vez creado el pensamiento, ten la más absoluta e incuestionable fe en que la máquina de coser está en camino; nunca pienses o hables al respecto de otra forma que con la seguridad de que llegará. Reclámala como si ya fuera propia.

Será atraída hacia ti por el poder de la inteligencia suprema, actuando sobre la mente de los hombres. Si vives en Madrid, puede ser que un hombre llegue de Lisboa o Japón para tomar parte en alguna transacción comercial cuya consecuencia sea que consigas lo que deseas. En ese caso, todo resultará tan ventajoso para los hombres que estén involucrados en esa transacción como lo es para ti. Es una ley universal.

No olvides ni por un momento que la sustancia pensante está presente en todo, a través de todo, comunicada con todo, y todo lo puede influenciar. El deseo de la sustancia pensante de una vida más plena y mejor ha provocado la creación de todas las máquinas de coser que hoy existen, y puede provocar la creación de muchos millones más. Lo hará cada vez que el hombre ponga su fe y su deseo en movimiento, al actuar de una manera determinada.

Ciertamente puedes tener una máquina de coser en tu casa, y ello es tan cierto como que puedes tener otras cosas que desees; las que usarás para prosperar en tu vida y hacer lo propio con la de los demás. La construcción es una fuerza poderosa que se alimenta. Tus deseos materializados gracias a los pensamientos que graban la forma en la sustancia original nutren y son realimentados por los deseos colectivos.

No necesitas dudar sobre si hacer o no grandes pedidos: «es el placer de tu Padre regalarte su reino», dijo Jesús.

La sustancia original quiere vivir todo lo que sea posible en ti y quiere que tengas todo lo que puedas o vayas a usar para vivir una vida más abundante. ¿Qué esperas para desarrollar todo tu potencial? Si fijas en tu conciencia el hecho de que el deseo que sientes por la posesión de riquezas es un deseo de omnipotencia para una expresión más completa, tu fe se vuelve invencible.

Una vez, vi a un niño pequeño, sentado al piano, quien intentaba vanamente sacar alguna melodía con su teclado. Lo vi apenado e irritado por su incapacidad para tocar. Le pregunté el motivo de su enfado y me respondió: «puedo sentir la música en mí, pero no puedo hacer que mis manos lo hagan correctamente». La música en el niño era el impulso de la sustancia original, que contiene todas las posibilidades de la vida; toda la música existente buscaba expresión a través del niño.

Dios, la única sustancia, intenta vivir y hacer y disfrutar las cosas a través de la humanidad. Él dice: «Quiero manos para construir estructuras maravillosas, para tocar armonías divinas, para pintar cuadros magníficos; quiero pies que hagan lo que les pido; ojos para ver mis bellezas, lenguas para decir grandes verdades y cantar canciones maravillosas», entre otras cosas.

Todas las posibilidades que existen buscan expresión a través del hombre, necesitan manifestarse. Dios quiere que aquellos que pueden tocar música tengan pianos y cualquier otro instrumento, como también los medios para cultivar sus talentos al máximo posible; quiere que quienes pueden valorar la belleza sean capaces de rodearse de cosas bellas; que quienes pueden discernir la verdad, tengan muchas oportunidades de viajar y observar; que quienes pueden valorar la vestimenta, estén maravillosamente vestidos; y que aquellos que valoran la buena comida, se alimenten con gusto.

Él quiere todas esas cosas porque es Él quien las disfruta y valora; es Dios quien quiere tocar y cantar, disfrutar la belleza, proclamar la verdad, usar ropa fina y comer buenos alimentos. «Es Dios quien obra en ti para que desees y hagas», dijo Pablo.

El deseo que sientes por las riquezas es lo infinito, es Él que busca expresarse en ti de la misma forma en que buscó encontrar su expresión en un pequeño niño sentado al piano.

Por ello, no necesitas dudar en hacer grandes pedidos. ¡Hazlos con convicción!

A ti te corresponde concentrarte y expresar el deseo de Dios.

Este es un punto difícil para la mayoría de las personas, quienes sostienen una falsa idea de que la pobreza y el sacrificio personal son agradables para Dios. Ven la pobreza como una parte del plan, una necesidad de la naturaleza. Tienen la idea de que Dios ha terminado Su obra y ha hecho todo lo que puede hacer, y que la mayoría de los hombres deben permanecer pobres porque no hay suficiente. Que es voluntad de Dios y que esto es así porque es una prueba, que si es soportada, tendrá sus frutos en el Paraíso. Se ciñen tanto a este pensamiento erróneo que se sienten avergonzados de pedir riqueza; intentan no querer más que una muy modesta aptitud, suficiente para hacerlos sentir medianamente a gusto.

Ahora recuerdo el caso de un estudiante al que le habían dicho que debía tener en mente una clara imagen de las cosas que deseaba, para que el pensamiento creativo de esta se grabase sobre la sustancia inmaterial. Era un hombre muy humilde, que vivía en un apartamento alquilado y tenía tan solo lo que ganaba día a día: no pudo comprender el hecho de que toda la riqueza era suya. Por lo tanto, tras reflexionar sobre el tema, decidió que pediría razonablemente una nueva alfombra para el piso de su mejor habitación, y una estufa de carbón para calentar el apartamento durante la temporada de invierno. Siguiendo las instrucciones de este libro, obtuvo esas cosas en unos pocos meses; y luego cayó en la cuenta de que no había pedido demasiado. Revisó la casa donde vivía y planeó todos los cambios que deseaba hacerle. Mentalmente, agregó una ventana panorámica aquí y otra habitación allá, hasta que estuvo completa en su mente como su casa ideal. Luego, planeó los muebles.

Con la imagen completa en mente, comenzó a vivir de la manera determinada y siguió avanzando hacia lo que quería. Hoy es propietario de una casa y la está reconstruyendo tras haberla formado en su imagen mental. Actualmente, con más fe aún, continúa para conseguir cosas más importantes. Lo ha logrado conforme a su fe; como lo será en ti después de leer este libro.