ACTUAR DE LA
MANERA DETERMINADA

El pensamiento es el poder creativo o fuerza propulsora que pone en acción el poder creativo. Pensar de la manera determinada traerá riquezas a tu vida, pero no debes confiar solo en el pensamiento, sin prestar atención a la acción personal. Esa es la roca que conduce al naufragio a muchos pensadores científicos metafísicos al no poder conectar el pensamiento con la acción personal.

El hombre no solo debe pensar, sino que su acción debe complementar a su pensamiento. Aún no hemos alcanzado la etapa de desarrollo evolutivo, aún suponiendo que tal etapa sea posible, en la que el hombre pueda crear directamente desde la sustancia inmaterial sin procesos de la naturaleza, sin su trabajo o sus manos.

Existe un dicho popular que expresa que para obtener lo que desea el hombre debe tener «un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración». Eso quiere decir que, en el estado actual del espíritu, el hombre no puede conseguir lo que desea solamente con desearlo.

Mediante el pensamiento puedes hacer que el oro del interior de las montañas sea impulsado hacia ti; pero no se extraerá a sí mismo, no se refinará o convertirá en monedas y llegará rodando por las calles para buscar su camino hasta tu bolsillo.

Bajo el poder propulsor del Espíritu Supremo, los asuntos de los hombres se ordenarán de forma tal que algunos serán conducidos a la mina de oro por ti; las transacciones comerciales de otros hombres estarán dirigidas de manera tal que el oro llegará a ti, y tú debes organizar tus propios asuntos comerciales con el fin de que seas capaz de recibirlo cuando lo haga. Tu pensamiento crea todas las cosas, animadas e inanimadas; trabaja para atraer a ti las cosas que quieres; pero tu actividad personal debe ser tal que puedas justamente recibir lo que quieres cuando ello llegue a ti. No debes tomarlo como caridad ni robarlo; debes darle a cada hombre más en valor de uso de lo que él te da en valor monetario.

El uso científico del pensamiento consiste en formar una clara y distinguida imagen mental de lo que quieres, en sostener fuertemente la intención de conseguir lo que quieres y en darte cuenta con una fe agradecida de que consigues lo que quieres.

No intentes «proyectar» tu pensamiento de alguna forma oculta o misteriosa, con la idea de liberarlo para que haga las cosas por ti: ese es un esfuerzo perdido y debilitará tu poder de pensar con sensatez.

La acción de tu pensamiento para hacerte rico se halla totalmente explicada en los capítulos que anteceden: tu fe y tu intención impresionan positivamente tu visión sobre la sustancia inmaterial, que tiene el mismo deseo que tú por conseguir una mejor vida; y esta visión que recibe de tu parte pone a trabajar todas las fuerzas creativas en y a través de sus canales usuales de acción, pero dirigidas hacia ti.

No es tu tarea guiar o supervisar el proceso creativo; todo lo que tienes que hacer con ello es retener tu visión, ceñirte a tu intención y mantener tu fe y tu gratitud.

Pero debes actuar de una manera determinada para que puedas apropiarte de lo que es tuyo cuando llegue a ti, de modo que puedas encontrar las cosas que tienes en tu imagen y ponerlas en su lugar correcto a medida que lleguen.

Si puedes visualizar realmente la verdad de esto, conseguirás aquello que deseas fervientemente. Cuando las cosas te lleguen, estarán en las manos de otros hombres que te pedirán algo equivalente a cambio de ellas.

Y tan solo puedes conseguir lo que es tuyo si les entregas a esos hombres lo que les pertenece.

Recuerda que debes dar para recibir, mas no en el sentido de dádiva, sino como motor de creación de más riqueza. Quien no tiene nada para dar o no quiere dar, se transforma en la más infeliz de las personas.

Existe un relato que ilustra metafóricamente este principio:

Hay en Tierra Santa dos lagos alimentados por el mismo río, el Jordán, situados a unos kilómetros de distancia el uno del otro, pero con características asombrosamente distintas. Uno es el «Lago de Genesaret» y el otro el llamado «Mar Muerto». El primero es azul, lleno de vida y de contrastes, de calma y de borrasca. En sus orillas se reflejan delicadamente las flores sencillas amarillas, rosas, de sus bellísimas praderas. El Mar Muerto es una laguna salitrosa y densa, donde no hay vida y queda estancada el agua que viene del río Jordán.

¿Qué es lo que hace tan diferentes a los dos lagos alimentados por el mismo río? Es sencillamente esto: el Lago de Genesaret trasmite generosamente lo que recibe. Su agua, una vez llegada allí, parte inmediatamente para remediar la sequía de los campos, a saciar la sed de los hombres y de los animales; es un agua altruista. El agua del Mar Muerto se estanca, se adormece, se salitra, mata. Es agua egoísta, estancada, inútil. Pasa lo mismo con las personas. Las que viven dando y dándose generosamente a los demás, viven y hacen vivir. Las personas que egoístamente reciben, guardan y no dan, son como agua estancada, que muere y causa la muerte a su alrededor. Pensamos que cuando repartimos nuestro dinero, tiempo, honor, nos empobrecemos, que los demás se van quedando con lo nuestro y nosotros nos vamos vaciando y empobreciendo cada vez más. Eso nos parece, estamos seguros de que así es, pero ocurre exactamente lo contrario. Cuánto más damos más recibimos. Cuanto menos repartimos de lo nuestro, más pobres nos volvemos. Es una ley espiritual que se cumple puntualmente, es una ley difícil de aceptar, por eso pocos se arriesgan a ponerle en práctica, pero hay un reto muy interesante para el que lo quiere aceptar. El que quiere vivir de acuerdo a esa ley de dar y darse a los demás, se llevará sorpresas muy agradables. Es mejor dar que recibir.

Muchas gentes se parecen al Mar Muerto: solo reciben, acumulan, no se dan y así se fabrican una vida amarga, desdichada e infeliz. Hay otros que dan y se dan a sí mismos con generosidad y sin esperar recompensa. Esta gente es la más feliz de nuestro mundo. El que acumula para sí solo, llama a gritos a la infelicidad, y esta llega. El que reparte, abre la puerta a la felicidad. Acaparar y ser egoísta cierran la puerta.

(De Blas, Mariano, extraído del libro De paso por
la vida
, México: El Arca)

Debes repartir con el objetivo de dinamizar la afluencia de riqueza. Recuerda: tu cartera no se va a transformar en el cuerno de la fortuna, siempre llena de dinero sin ningún esfuerzo de tu parte.

Este es un punto crucial en la ciencia para hacerte rico: es justamente aquí donde el pensamiento y la acción personal deben estar combinados. Hay muchas personas que, consciente o inconscientemente, ponen en acción las fuerzas creativas por la fuerza y la persistencia de sus deseos, pero continúan siendo pobres porque no se preparan para recibir las cosas que quieren cuando estas llegan.

Por medio del pensamiento, aquello que quieres es atraído hacia ti; y por la acción la recibes.

Cualquiera sea tu acción, es evidente que debes actuar ahora mismo, en el instante presente. No puedes actuar sobre el pasado, y es esencial para la claridad de tu visión mental que deseches el pasado de tu mente. No puedes actuar en el futuro, porque el futuro no está aquí todavía. Y no puedes decir cómo querrás actuar en cualquier contingencia futura hasta que esta se haya producido.

Si actualmente no crees estar en el negocio o entorno adecuados, no pienses que debes posponer la acción hasta que estés en el lugar correcto. Y no pierdas tiempo en el presente pensando en cuál sería el mejor curso de acción en caso de que te enfrentes con alguna emergencia en el futuro. Ten fe en tu habilidad para enfrentarte con cualquier contingencia cuando esta se produzca.

Si actúas en el presente con tu mente en el futuro, tu acción presente será realizada con la mente dividida, y no será efectiva.

Pon tu mente entera en la acción presente.

De nada sirve que le des tu impulso creativo a la sustancia original y luego te sientes y esperes los resultados; si lo haces, jamás los conseguirás. Actúa ahora. No existe otro momento que el ahora, ni habrá jamás otro momento que el ahora. Cada instante es irrepetible, como lo eres tú mientras lo transitas. Detener la mente en el pasado es desperdiciar la vida del aquí y ahora, al igual que paralizarla por temer el futuro. Si piensas alguna vez en comenzar a prepararte para recibir lo que quieres, ese momento es ahora.

Y tu acción, cualquiera que esta sea, debe ser preferentemente en tu negocio o empleo actual, y sobre las personas y las cosas en tu presente entorno.

No puedes actuar donde no estás, ni puedes actuar donde has estado; tampoco puedes actuar donde vas a estar, sino que solamente puedes actuar donde estás.

No te preocupes en ver si el trabajo de ayer estuvo bien o mal hecho; haz bien el trabajo de hoy.

No intentes hacer ahora el trabajo de mañana; habrá tiempo de sobra para hacerlo cuando llegue ese día.

No intentes, por medios místicos u ocultos, actuar sobre las personas o las cosas que están fuera de tu alcance.

No esperes a que se produzca un cambio en el entorno antes de actuar; consigue el cambio de entorno mediante la acción.

Puedes actuar sobre el entorno en el que estás ahora, de modo que logres ser trasladado a un entorno mejor.

Mantén con fe e intención la visión de ti mismo en un ambiente mejor, pero actúa sobre tu entorno presente con todo tu corazón, con toda tu fuerza, y toda tu mente.

No pierdas tiempo en soñar despierto o construir castillos en el aire; sostén solo la visión de lo que quieres, y actúa ahora.

No trates de buscar algo nuevo que hacer, algo extraño, inusual, o una acción notable que realizar como el primer paso para hacerte rico. Es probable que tus acciones, al menos durante un tiempo, sean las que realizaste durante algún tiempo en el pasado; pero ahora estás por comenzar a realizar las acciones de una manera determinada que, con seguridad, te hará rico.

Si estás involucrado en algún negocio y sientes que no es el negocio correcto para ti, no esperes a ingresar en el negocio correcto antes de comenzar a actuar.

No te desalientes ni te sientes a lamentarte porque estás en el lugar equivocado. Ningún hombre estuvo jamás en un lugar tan equivocado que no pudo encontrar el lugar correcto, y ningún hombre jamás se involucró tanto en el negocio equivocado que no pudo entrar en el negocio correcto.

Sostén la visión de tú mismo en el negocio correcto con la intención de entrar en él y la fe de que lo lograrás, de que estás ingresando en él; pero actúa ahora en tu negocio actual. Usa tu negocio presente como el medio para ingresar a uno mejor, y usa tu entorno actual como medio para ingresar a otro mejor. Si mantienes tu visión del negocio correcto con fe e intención, harás que lo Supremo mueva el negocio correcto hacia ti; y si realizas tu acción de una manera determinada, hará que tú te muevas hacia este.

Si eres un empleado o un asalariado y sientes que debes cambiar de lugar con el fin de conseguir lo que quieres, no proyectes tu pensamiento al espacio y confíes en que esto hará que consigas otro trabajo. Probablemente fracasarás en lograrlo.

Mantén la visión de ti mismo en el trabajo que quieres, mientras actúas con fe e intención en el trabajo que tienes, y ciertamente conseguirás el trabajo que quieres.

Tu visión y tu fe pondrán en movimiento las fuerzas creativas para atraerlo hacia ti, y tu acción hará que las fuerzas en tu propio entorno te conduzcan al lugar que quieres.

En el cierre de este capítulo, y con el fin de facilitarte el seguimiento y memorización de los conceptos que he desarrollado hasta aquí, incluiré otra afirmación a nuestro programa de estudios:

Existe un material pensante con el que están hechas toda las cosas y que, en su estado original, se extiende, penetra y ocupa los intersticios del universo.

Un pensamiento sobre esta sustancia produce la cosa cuyo diseño proviene del pensamiento.

El hombre puede formar cosas en su pensamiento y grabar ese pensamiento sobre la sustancia inmaterial, creando así todo aquello que piensa que está a punto de ser creado.

Para hacerlo, el hombre debe pasar de la mente competitiva a la creativa; debe formar una clara imagen mental de las cosas que quiere y sostenerla en sus pensamientos con la intención fija de conseguir lo que quiere y una fe inquebrantable de que efectivamente consigue lo que quiere, cerrando su mente a todo aquello que tienda a debilitar su intención, nublar su visión, o apagar su fe.

El hombre puede recibir lo que quiera cuando llegue a él; debe actuar ahora sobre las personas y las cosas de su entorno actual.