ENTRAR EN EL
NEGOCIO CORRECTO

El éxito, en cualquier negocio concreto, depende de que tengas bien desarrolladas las competencias necesarias para ese negocio. Sin una buena habilidad para la música nadie puede triunfar como profesor de música; sin habilidades bien desarrolladas para la ingeniería, nadie puede lograr un gran éxito, por ejemplo, en alguna de las ramas de la industria mecánica; sin tacto y sin las facilidades para el comercio nadie puede ser exitoso en la arena comercial. Pero el hecho de tener bien desarrolladas las capacidades necesarias para tu vocación particular no te asegura que te harás rico. Hay músicos que tienen un talento notable y que no logran salir de la pobreza; hay herreros y carpinteros que tienen excelentes habilidades técnicas, pero que no se hacen ricos; y hay comerciantes con facilidad para hacer negocios quienes, sin embargo, fracasan.

Las distintas habilidades son herramientas, y es esencial contar con buenas herramientas, pero también es esencial que estas herramientas sean utilizadas de la manera correcta. Un hombre puede tomar una sierra afilada, una escuadra, un buen plano y demás, y construir un lindo mueble; otro hombre puede tomar las mismas herramientas y ponerse a trabajar para copiar ese mueble, pero aquello que fabrique resultará un mamarracho, pues no sabe cómo emplear las buenas herramientas de manera exitosa.

Las diversas capacidades de tu mente son las herramientas con las que debes hacer el trabajo del que nos estamos ocupando en este libro: hacerte rico. Será más fácil que triunfes si te dedicas a una actividad para la cual estás bien equipado con herramientas mentales.

Por lo general, te irá mejor en el negocio en el que puedas utilizar tus mejores habilidades; aquel para el cual estás naturalmente «mejor capacitado». Pero también hay limitaciones a esta afirmación. Ningún hombre debería considerar su vocación como algo determinado en forma irrevocable por las tendencias que trae desde la cuna y los condicionamientos que carga desde el momento en que nació. Sabes que muchas personas son carpinteros simplemente porque provienen de una familia de carpinteros, o se convierten en médicos o abogados debido a que sus padres insistieron en que estudiaran esas carreras, pero que siempre sintieron en el fondo de su corazón que su deseo era ser cocineros, o músicos, o acróbatas de circo, o lo que fuera. Pero nunca es tarde para cambiar de rumbo. Tal vez conozcas a músicos que, a los cincuenta años, fueron pianistas consagrados y brindaron conciertos de música clásica para el gran público en los más variados escenarios. Lo que tal vez no sepas es que muchos de ellos empezaron a estudiar música pasados los cuarenta, cuando se dieron cuenta de que no seguían la corriente de su vocación y empezaron a hacer las cosas de la manera determinada. Esto mismo puede sucederte a ti con solo proponértelo.

Tal vez no sea un cambio radical, de un momento para otro, pero puedes estar seguro de que ese cambio puede comenzar ahora.

La realidad es que puedes hacerte rico en cualquier negocio, pues, si no tienes el talento apropiado, puedes desarrollarlo; esto simplemente significa que vas a tener que crear tus herramientas a medida que avanzas, en vez de limitarte al uso de aquellas que traes desde tu nacimiento. Será más fácil para ti triunfar en una vocación para la cual ya tienes los talentos en condiciones bien desarrolladas; pero puedes triunfar en cualquier vocación, pues es posible desarrollar cualquier talento rudimentario, y no hay talento del que no tengas por lo menos lo rudimentario.

Te harás rico más fácilmente, en cuanto a esfuerzos, si haces aquello para lo que estás mejor capacitado; pero te harás rico con mayor satisfacción si haces lo que quieres hacer.

Hacer lo que quieres hacer es vida; y no hay una satisfacción verdadera en vivir si estás obligado para siempre a hacer algo que no te gusta hacer, sin poder hacer jamás lo que quieres. Y es cierto que puedes hacer lo que quieres: el deseo de hacerlo es la prueba de que tienes en tu interior el poder que puede lograrlo.

El deseo es la manifestación del poder.

El deseo de tocar música es el poder que puede tocar música buscando expresión y desarrollo; el deseo de inventar artefactos mecánicos es el talento mecánico que busca expresión y desarrollo.

Donde no hay poder, ya sea desarrollado o sin desarrollar, para hacer una cosa, jamás existe deseo alguno de hacer esa cosa; y donde hay un fuerte deseo de hacer una cosa, está comprobado que el poder de hacerla es fuerte, solo necesitas desarrollarlo y aplicarlo en la manera correcta.

Si todas las demás variables son similares, es mejor seleccionar el negocio para el cual tienes el talento más desarrollado; pero si tienes un fuerte deseo de dedicarte a algún rubro comercial en especial, deberías seleccionar ese trabajo como el objetivo final al que aspiras.

Puedes hacer lo que quieres hacer, y es tu derecho y privilegio seguir la vocación o el negocio que te resulte más agradable y afín.

No estás obligado a hacer lo que no te gusta hacer, y no deberías hacerlo salvo como medio para llegar a hacer lo que deseas.

Si has cometido errores en el pasado cuyas consecuencias te han llevado a un negocio o entorno indeseables, puede que estés obligado por un tiempo a hacer lo que no quieres; pero puedes hacerlo placentero si sabes que ello está haciendo posible que llegues a hacer lo que realmente deseas.

Si sientes que no estás en la vocación correcta, no actúes con demasiada prisa intentando encontrar otra. La mejor manera de cambiar de negocio o de entorno, por lo general, es por medio del crecimiento.

No temas hacer un cambio radical o repentino si se te presenta la oportunidad y sientes, tras analizarlo cuidadosamente, que es la oportunidad correcta; pero jamás tomes una decisión radical o repentina cuando tengas dudas respecto de si es o no prudente hacerlo.

Jamás hay prisa alguna en el plano creativo; y no hay escasez de oportunidades.

Cuando salgas de la mente competitiva vas a entender que jamás necesitarás actuar con prisa. Nadie más va a quedarse con lo que deseas hacer; hay suficiente para todos. Si un espacio es ocupado, otro espacio mejor se abrirá para ti un poco más adelante: hay tiempo de sobra. Cuando tengas dudas, espera. Retrocede y vuelve a contemplar tu visión, aumenta tu fe y tu intención; y por todos los medios, en tiempos de duda e indecisión, cultiva la gratitud.

Con que pases uno o dos días contemplando la visión de lo que quieres, con un sincero agradecimiento de que lo estás consiguiendo, tu mente se mantendrá en tan cercana relación con lo Supremo que no cometerás errores cuando actúes.

Hay una mente que sabe todo lo que hay que saber. Si tienes una profunda gratitud, puedes entrar en una relación de mayor unidad con esa mente a través de la fe y de la intención de progresar en la vida.

Los errores provienen de actuar con prisa, o de actuar con miedos o dudas, u olvidando el motivo correcto. El motivo correcto significa más vida para todos y menos para ninguno.

Mientras avanzas de la manera determinada, te lloverán cada vez más oportunidades; vas a necesitar estar muy firme en tu fe y en tu intención, y mantenerte en contacto cercano con la Mente Total por medio de la gratitud reverente.

Haz todo lo que puedas hacer de manera perfecta cada día, pero hazlo sin prisa, angustia o temor. Ve tan rápido como puedas, pero jamás te apresures.

Recuerda que en el momento en que comienzas a apresurarte dejas de ser un creador para convertirte en un competidor; caes en el viejo plano nuevamente.

Siempre que te encuentres en apuros, detente; centra tu atención sobre la imagen mental de la cosa que quieres y comienza a dar las gracias porque lo estás logrando. El ejercicio de la gratitud jamás fallará en fortalecer tu fe y renovar tu intención.