1. Ensancha tu definición de intimidad. Tener intimidad con alguien es mucho más que sólo la relación física. Guarda tu cuerpo (y tu corazón) para aquel a quien le pertenecen. Al igual que los cuerpos se entrelazan, trabaja para que sus corazones y sus vidas reflejen esa misma cercanía.
2. Habla sobre ello. El tema del sexo puede ser algo delicado para muchas parejas. Busca la manera de hablar sobre ello aunque al principio sea difícil. Define expectativas, explica intereses y comparte tus frustraciones. Si eres demasiado vergonzoso como para hablar de ello, no resolverás los problemas que tienes que discutir.
3. Lucha por la pureza. A menudo, el pecado es agradable en el momento, y la lujuria no es ninguna excepción. Sin embargo, ceder a sus encantos lleva a la culpa, a una intimidad tirante y al resentimiento cuando tu cónyuge no alcanza las irracionales fantasías de las que has disfrutado. Evita lugares, libros, páginas de la internet o gente que te atraiga hacia esta tentación.