Cierto día, la cantidad de afecto que siento por mi esposo puede variar tanto como mi nivel de azúcar en la sangre. Un recuerdo cariñoso puede hacer que mi estómago salte como el de una colegiala, pero eso se puede desvanecer rápidamente y convertirse en molestia al recoger otra vez sus calcetines sucios. A veces esos cambios me preocupan ¿Es eso normal?
Joanna, 32 años, Utah