La otra estrada

Le decimos perderse

y es hallarnos

el rumor olvidado de la sangre.


Cuánto de amar es esta carretera

sin rayas, sin avisos,

donde son uno mismo el corazón y el canto

redondo de motor, aquí donde transita

la última misericordia que aún se aparta

por la brizna de vida de un reptil,

la bocina llama en las peñas solas,

inocente

baja la flor del monte hasta la orilla

dudosa del asfalto…

¡Qué fresca la memoria

descansa de saber por dónde viaja!

Si hay una fuente, mana para todos.

Si un animal se cruza, viene amigo.

Si un peón caminero, se descubre.

Si una vez hizo un duelo la revuelta,

alzaron una cruz con sus señales.


… Pero marchamos. Pájaros se quedan.

Decimos encontrarse

y es perderse

cuando vamos a entrar en la riada.

de los muertos anónimos. Stop.