Gozos para llegar a Lisboa

Como inclinarse a un libro que conserva

una flor apresada entre las hojas


como alargar los brazos hacia un cuerpo

de mujer sin saber cómo es tañido


como engendrar un hijo oscuramente

del que sólo su nombre resplandezca


como viajar tendido sobre un carro

alto de hierba contemplando el cielo


como ver en silencio una guitarra

tensa para romper por donde crece


como hacerse temprano a la mañana

y abrir todas sus rejas a los pájaros


como arrimar la mano a una campana

y ver que nos deshoja su sonido


como comprarse un barco hacia el naciente

con marineros ciegos que lo guíen


como venir perdidos por la arena

y contemplar el agua en un espejo


casi como encontrar a Dios de cara

y no acertar temblando el buenos días:


así es entrar novicio en la hermosura

de la ciudad que peina el sol reciente.