A ti te dicen, Juan:
¡Colócate en tu sitio!
Ya sabes, como entonces,
cuando en el Castañón
corría la pelota
y Juan a las que pasen.
«Llamad a Juan si estamos
impares». Y venías
a la medida, como
un calzo en el que aploma
todo el peso del mundo.
¡Retrasa el paso, Juan!
No hay en este baile
muchachas desairadas.
Nadie te necesita.
¡Aparta del camino
de los héroes! No estorbes.
¡Aparta, Juan! Colócate
en tu sitio. Si Dios
se lo propone, ya
te mandará una bala
perdida.