Mirad la perfección: Todo está en orden,
en higiene, en razón. Riesgo, ninguno.
Las puertas para el gozo se abren lentas
y se clausura el gozo a la hora en punto.
Un guardia advierte con la voz a sueldo,
sus galones de oro en paño oscuro:
«—Hijos de la Ciudad, el Presupuesto
os garantiza globos y columpios,
pero hay que hacer en orden la alegría,
acercarse a la fiesta de uno en uno».
Dicen que en tierras pobres quedan niños
corriendo libres con los pies desnudos,
expuestos a morirse como niños
a salto de torrentes y de muros.
Vosotros, no. Tenéis los toboganes:
cada niño su risa tres minutos.
Basta ponerse en fila
y estar atentos a que llegue el turno.