Hijo, mira de ser creyente

A Camilo José Cela

Hijo, mira de ser creyente

pero crédulo nunca. Yo creía

en las damas viudas

de pálidos retratos de la guerra,

creía que eran damas,

creía que eran viudas,

y en la guerra creía con tocarme

el lado izquierdo junto al corazón.

Parecían buscar la sombra fuerte,

en Lugo estaban mismo en la muralla,

en Oviedo donde los guardias de Asalto,

en León por detrás de la catedral

y en Madrid oficiaban bajo el signo

de San Marcos el Evangelista.

Yo creo,

yo creo que nos daban unas briznas de amor,

aunque ahora nos digan que el amor no era eso,

y no era eso, mas tampoco era

otras cosas que dicen son amor.

La Luisa, la Mercedes, la Bienhecha,

la Olga, la Dalmira, siempre la,

la memoria que os vuelve está cargada

de olores que distingo uno por uno,

el fijador barato, la cartera de ubrique,

y de desinfectantes y de besos,

y ese otro final, inexplicable,

victorioso y cansado, que no sé si llamaban

olor de contrición.