Vino el destacamento.
Vino el destacamento con sus galas,
llenaron el casino, y la misa de doce,
les limpiaban las botas bajo los soportales,
y en el celoso corazón nosotros
duelo llevábamos porque en los claros
miradores miraban nuestras novias
el paso de los otros,
y no arrojaban sobre sus cabezas
la pez hirviente como en un romance.
Marchó el destacamento.
Fue asombroso
y alegre que el domingo
volviese a ser domingo, la costumbre
del amor de la tarde y los zapatos,
hermoso tener moza en nuestro pueblo,
tan bonitas y fieles como son
cuando no miran a los invasores.