Hoy lo he visto en la cebra

Hoy lo he visto en la cebra

de la calle de Prado junto al Palas,

un cine que se para y de repente

prosigue, el tiempo de su paso,

y fue cívico y bello

como una fiesta de la banderita.


Porque vienen tullidos, sordos desconfiados,

la inacabable variedad de cojos,

y nadie se conmueve tan adentro

como si pasa un ciego alto y delgado.


Un ciego alto y delgado

camina siempre la cabeza alzada,

tendido el rostro igual que un arco a punto,

y las manos lo anuncian como un aire

abriéndose camino entre los trigos.


Así en la guerra, grises hospitales,

eran los tristes vientres en lo oscuro

y las amputaciones,

pero nunca faltaba una condesa

blanquísima llevando por el parque

a un ciego alto y delgado.


Indescifrable estética secreta

la pureza fugaz de los gentíos

que dejan de empujarse con los codos

para que cruce un ciego alto y delgado.

En el paso de cebra, junto al Palas.