Tres hermanas conservo,
cuñadas no sé cuantas.
Si ustedes no se enfadan
yo les haría un verso.
Lo comprendo,
es un tema doméstico,
pero miren, no hay nada
que más consuele a un hombre
—si le duele la espalda
si lo vence una letra
si el hijo si la esposa
si el ministerio público—
que llegar por la tarde,
sentarme donde quiero
y preguntar hermana
(o cuñada) si tienes
sólo un poco de vino.
Con un poco de queso.