Los paisajes

Anchos a veces, dilatado sueño

de la tierra acostada, que mis ojos

ávidos tienen, siguen, y más tienen:

también a pico donde el puerto angosto;

azules que promueven sinfonías

o de tan amarillos silenciosos:


vienen a mi cristal. Conmigo viven

sobre la sucesión de los kilómetros,

hasta que blandamente se deshacen

borrándose los unos a los otros.


Yo sé que un día volverán exactos,

cuando yo aparque al borde del reposo.


Será de prisa, pasarán de prisa,

más dentro de mi alma que en mis ojos.


Y el último será mi último espejo:

río de soledad entre los chopos.