Ah, los atardeceres de Estambul

Ah, los atardeceres de Estambul,

el cambiante color de Marraqués.

Yo propagaba el aura de mis viajes,

hay nombres que se dicen y arden luces lejanas.

Ah, los pasos del Bósforo.

En la noche que tú,

ya sabes la que digo,

era Amsterdam, violines

y cortinones rojos,

y una dama muy blanca con su escote,

todo tan increíble de tan cierto.

Llegué a tiempo de verte y oír a tus costados

No somos nadie,

Quién iba a decirlo,

y una sentencia nueva pero unánime

en viéndome llegar, Ya no hay distancias.

Desconfío

del coro murmurado en los entierros,

pero creo

que puesto que me escuchas,

que puesto que me miras,

que puesto que me tapas en todas las alcobas

del mundo, y me sujetas

en torres que no tienen barandilla,

madre, nunca más cerca,

ahora de verdad Ya no hay distancias.