Yo tengo antecedentes, recuerdo
de mi infancia

Yo tengo antecedentes, recuerdo de mi infancia

el esperar absorto junto al agua

que entraba borbotona en el botijo

y constante salía adelgazada

hilando el hilo largo de los sueños.

Me soñé capitán aquel verano

de estrellas y de emblemas,

niño que no sabría sospechar

ni una gota de sangre salpicada.

Y hoy recaigo, miren mi historia clínica,

los sueños de mandar son incurables.

Nadie lo sabe, madre,

hoy no es tantos de mayo,

es aquella mañana de un octubre

en que tú por vez última pasabas

el puente, te llevaban

los curas,

vez primera

sin el peso del viento en tus espaldas.

Yo quiero y puedo que en las bocacalles

presenten armas,

el comercio ha cerrado sus puertas en señal de duelo

como a veces se lee en los periódicos,

y ahora lo más hermoso

una llave invisible

en una esquina de los funerales

y el coro se ilumina.

Contempla aquí mi engalanada hueste,

yo soy el director, ellos los súbditos

atentos a la orden de mis manos

que de puños blanquísimos emergen.

Alguien tiene afinadas ya las voces,

preparados los nobles instrumentos

de los cuales ni el nombre sé siquiera,

me reclaman,

exigen mi dominio

y salgo de la fila a edificar

en tu memoria este monumento.

Crece el silencio y crece

hasta que no consiente más tensión

y alzo mi batuta,

preparados,

y si por un instante me sonrojo

implorando pianísimos,

recobro mi poder hasta la última

vibración de la tierra,

ahora los llevaría con sus fraques y túnicas

a la gloria, al abismo…

—¡Ya despierta!

Rompe una voz de sierva. Adiós

mis coros y orquesta de Bratislava.

Fuerzan mis labios Sí me llamo Antonio

Dos y dos cuatro

ya no mando en nadie,

el hospital mis pájaros huyendo,

y el calendario lunes de ceniza.