El pródigo

Mi corazón vive por encima de sus posibilidades.


Como los señores de mi juventud que gastaban más

de lo que tenían y tenían menos de lo que debían.


Mi corazón es pródigo como un cerezo enloquecido

por el verano.


Pero yo no le riño a mi corazón

porque está consentido y a lo mejor ya saben.