Cuando estaba en la flor de la edad yo entraba en
los salones de baile y se empañaban mis lentes.
Ahora veo perfecta la desolación de las estatuas.
Alistado entre los hoplitas fallé el tiro de muchas
flechas y hoy alcanzo las águilas con un oído
perezoso.
He necesitado lluvias y calendarios para triunfar
sobre el gemido precoz. Tengo una amante que me
regala pañuelos.
Puedo escribir sin manos y besar sin dientes, nadie
me manda cartas que no sean con la respuesta
pagada.
Y este gesto tardío, mío, de realzar la edad bajo la
luz favorable de la tarde.